Al mentir sobre su estado de salud, la candidata a la Presidencia de EEUU dio severos motivo a sus rivales para que la critiquen por la falta de transparencia. Entretanto el republicano Trump ha levantado vuelo propio y se acerca en las encuestas a quien parecía hasta hace poco una candidata invencible.
Muchas cosas se han dicho sobre Hillary Clinton, lo que no se dice de ella es obvio: mantuvo una resistencia de acero cuando su marido, el expresidente Bill Clinton estuvo a un pelo de ser alejado de la presidencia por perjurio, cuando se descubrió que mantenía relaciones con una pasante de la Casa Blanca que vio como se destruía su vida en el infortunio de las acusaciones que pesaron contra la entonces joven de 28 años Mónica Levinsky. Nadie recuerda a Hillary por su temple de acero, por haber mantenido el valor intacto de la familia.
Ahora que esta mujer resistente de 68 años está a punto de convertirse en la primera mujer en ocupar la Casa Blanca, tampoco sale a luz su pasado en el mediocre papel como secretaria de Estado, luego de haber perdido la nominación contra el actual presidente Barack Obama. Es indiscutible el peso que tiene esta mujer entre los sectores más retrogrados de la política norteamericana. Por eso, no es raro que gente como el especulador George Soros destine millones de dólares para impedir que la candidatura de Hilary acabe a medio camino. Pero lo que comenzó bien, no parece seguir tan bien como estaba hace un año y medio cuando era apuntada como una candidata imbatible. Entonces con 67 años, la exprimera-dama ostentaba una hoja de vida envidiable con secretaria del Departamento de Estado y como senadora y cargaba el deseo de ser la presidenta de la primera potencia mundial.
Por causa de sus ya avanzados años, ella daba entonces a entender que esa seria su última tentativa de llegar a lo más alto de la política norteamericana: instalar su escritorio en el Salón Oval de la Casa Blanca. En el entre tanto, sin embargo, la demócrata dio un par de tropezones que fueron desdibujando el fino tejido que se había hilado sobre su imagen de mujer intachable, resistente y decidida.
Bernie Sanders fue el primer obstáculo en su carrera inmaculada, fue un competidor persistente, más de lo que se habrían imaginado en las filas del partido, el escándalo por el uso de un servidor privado de emails cuando era Secretaria de Estado nunca fue totalmente esclarecido, el atentado a la Embajada de los Estados Unidos en Benghazi, Libia, en 2012, tampoco, aunque en ese ataque hubiera perdido la vida de manera sangrienta el embajador y tres ciudadanos norteamericanos. Además el affaire que envolvió a su marido con Levinsky desbarató la relación de Hillary con los sectores jóvenes. Todas estas caídas culminaron el mes pasado con una noticia que en apenas unos segundos sacudieron al electorado confiado en ella. El punto más crítico se desató con una pequeña tos en un acto de campaña que mereció varios sorbos de agua para recomponerla y dos días después por la misma tos subida de tono que la obligo a retirarse con ayuda de su equipo de seguridad por lo que más tarde se supo era una neumonía. Este hecho se ha convertido en el principal drama de la candidata demócrata que puede culminar con la grande virada de Donald Trump, su adversario a la Casa Blanca a quien le ha dedicado frases tan duras que incluyen a sus electores, a los que ha calificado de estar enfermos como todas las fobias que se pueden diagnosticar a un demente.
A inicios de septiembre, durante un acto de campaña, Hillary tuvo que interrumpir su discurso por un ataque de tos que duro incómodos 30 segundos. Al ataque contra Trump que se ha convertido a estas alturas en una sombra incómoda no tuco mejor salida que inculpar a Trump por el exceso. “Cada vez que pienso en Trump, me da alergia”, dijo. El episodio paso desapercibido en ese acto de campaña para la mayor parte del público. Hasta que en la ceremonia por los 15 años del ataque terrorista contra las Torres Gemelas de Manhattan, Hillary pasó un momento verdaderamente difícil. Se sintió mal y tuvo que abandonar el homenaje en medio de una creciente ola de rumores sobre su estado de salud.
Abandonó el evento después de una hora y media, visiblemente mareada con la ayuda de agentes del Servicio Secreto para entrar a una van. El video que circuló minutos después a la descompensación de la candidata circulo febrilmente en las redes sociales sin ningún comunicado ni explicación de sus asesores. Fue el tiempo suficiente para que los rumores de toda clase se regaran por el país. Es posible que los opositores más sensacionalistas, que, hace tiempo dicen que Hillary esconde una enfermedad más grave (ella sufrió una conmoción cerebral y se descubrió un coágulo entre o cerebro y el cráneo hace cuatro años), no habían estado tan despistados. La primera explicación fue que se había indispuesto por el calor, aunque esa comunicación oficial de su equipo de campaña no convenció porque el calor de ese día no llegó a más de los 30º C en Nueva York ese día. Más tarde, un informe del equipo médico de la candidata publico un parte sobre el estado de su salud indicando que Hillary estaba con neumonía y, desde ese día (viernes 9 de septiembre), iba a ser tratada con antibióticos.
No fue suficiente esa explicación ya que los norteamericanos comenzaron a preguntar por qué Hillary no había comunicado de su enfermedad antes de que todo sucediera. La excitación de hablar abiertamente sobre determinados asuntos (como la relación de la Fundación Clinton con banqueros y especuladores) ya había generado un malestar en que una parte del electorado rechace a la candidata. Una pesquisa del instituto Gallup, publicada en febrero mostró que “deshonesta” era la palabra que más se asociaba a Hillary. Transparencia, al final, es el principio fundamental para cualquier campaña política, especialmente en EEUU, donde los límites entre lo público y privado son más porosos que en Europa. De ahí que la falta de confianza en la demócrata se haga tan evidente. Más de la mitad de los estadounidenses entrevistados por el instituto Morning Consult durante la última semana de septiembre dicen que Hillary no es transparente en sus declaraciones respecto a su salud y 71% creen que los candidatos veríanan proporcionar información sobre este asunto.
¿Y Trump?
En cuanto Clinton se veía obligada a guardar unos días de reposo, el extravagante contendor a la Casa Blanca Donald Trump, de 70 años, fue a uno de los programas de televisión de mayor audiencia, Dr. Oz, para hablar de su propia salud. Considerado por su médico como “el hombre más saludable a presidir los Estados Unidos” de ser elegido el próximo noviembre. En el único documento que el republicano difundió hasta ese día, Trump se declaro sedentario y dijo que toma un remedio para controlar el nivel de colesterol. Distribuido en el mismo día de la grabación de Dr. Oz con el candidato, un parte médico asignado por la médica de Hillary diciendo que ella es “saludable y apta” para ser presidente puede haber llegado demasiado tarde.
Una pesquisa publicada por el influyente The New York Times y la CBS News el viernes 15 mostró que los dos han quedado virtualmente empatados en la intensión de votos. Pero más importante que eso, Trump cambió el juego en Estados-clave y ahora aparece con márgenes visiblemente adelantados en lugares como Ohio y Florida, donde Hillary mantuvo ventaja por meses.
Seria irónico si Trump, que nunca divulgó cuánto paga de impuesto de renta, fuese elegido por falta de transparencia de su adversaria.
LA SALUD DE LOS PRESIDENTES
Líderes norteamericanos que tuvieron problemas de salud en el pasado
Ronald Reagan
(1981 – 1989)
A un paso de cumplir 70 años cuando asumió la presidencia de los Estados Unidos, Reagan pasó por una cirugía de remoción de pólipos cancerígenos en el colón y tuvo momentos de pérdida de lucidez durante su presidencia
John F. Kennedy
(1961 – 1963)
Aunque se mantuvieron en la más absoluta reserva el historial clínico de JFK es sumamente extenso. Desde muy joven el presidente asesinado en Dallas padecía de colitis, úlcera duodenal, osteoporosis y la Enfermedad de Addison
Franklin D. Roosevelt
(1933 – 1945)
Víctima de poliomielitis, Roosevelt tenía problemas de locomoción e intentaba esconder ante el público su silla de ruedas. El presidente también convivía con problemas del pulmón, hipertensión y riesgo de insuficiencia cardiaca
IMAGEN DESGASTADA
Para la mayoría de los norteamericanos Hillary ha sido deshonesta y poco transparente
71% Cree que los candidatos deben facilitar datos sobre su estado de salud
55 Piensan que Hillary ha sido deshonesta al informar sobre su salud
54% No perciben transparencia en las declaraciones de la demócrata sobre su salud
44% Piensan que las preocupaciones sobre la salud de Hillary impactarían negativamente su desempeño en la Casa Blanca