Millonarios, banqueros y lobistas: el gabinete neoliberal de Trump

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El presidente electo, Donald Trump, no ha dudado en rodearse de gente de su gremio: el gremio de los multimillonarios. La veintena larga de personas que pueden formar su gabinete sumarían más dinero que el PIB de Bolivia: 35.000 millones de dólares. Una lista de magnates alejados de la “gente común” de la que Trump dijo ser “el campeón”.

Trump ha confirmado a Wilbur Ross, de 79 años, como secretario de Comercio. Ross se ganó el apodo de “rey de la bancarrota” comprando y reestructurando pedazos de industria. Le dio a todo: acereras, textiles, carbón, piezas de coche, e incluso casinos. Fue Ross quien guió a Donald Trump en sus bancarrotas de los años noventa. Según Forbes, su fortuna ronda los 2.500 millones de dólares. El número dos de Comercio será otro milmillonario: Todd Ricketts, dueño de los Chicago Cubs.

La fortuna más grande del gabinete, después del propio Trump, es la de Betsy DeVos, futura secretaria de Educación: 5.100 millones de dólares. DeVos está entre las cien personas más ricas del mundo, y de nacimiento. Su padre, un conocido industrial de Michigan, empleaba a una cuarta parte de la ciudad en la que residían.

Para encontrar una concentración semejante de riqueza en la Casa Blanca hay que remontarse a los años 20, cuando el banquero Andrew Mellon era secretario del Tesoro.

Esta vez, el Tesoro va a estar en manos del inversor y banquero Steven Mnuchin. Con 17 años de experiencia en Goldman Sachs, 36.000 ejecuciones hipotecarias bajo su mando en OneWest Bank, pinitos en Hollywood y CEO del fondo de inversión Dune Capital Management, Mnuchin ha prometido quitar a los bancos las riendas que le colocó la Administración Obama. Dice que hará el mayor recorte fiscal desde la era Reagan, hasta 6.000 en diez años, y relanzará el crecimiento del PIB al 3-4% anual.

Si los cabezas de cartel son millonarios con intereses en varios sectores, sus equipos están compuestos por quienes llevan años defendiendo esos intereses: operadores políticos, think-tanks y lobis que rechazan las subidas fiscales o el cambio climático. “Su propósito es retratar los intereses de los milmillonarios como si fueran los intereses de la gente común, librar la guerra de salarios contra los sindicatos y tumbar intentos de regular las empresas o fiscalizar a los ricos”, escribe el ecologista George Monbiot.

El caso de Myron Ebell es muy nítido. Ebell es un famoso negacionista del cambio climático; dirige el departamento de Calentamiento Global y Política Medioambiental Internacional de Competitive Enterprise Institute (CEI), un lobi, según Monbiot, disfrazado de think-tank. El CEI no revela quién lo financia, pero ha recibido más de dos millones de dólares de firmas como Exxon Mobile, la mayor petrolera de EEUU. La propia empresa reconoció sus donaciones y las dio por terminadas en 2006.

Durante años, el rol de Ebell ha sido cuestionar la ciencia que alerta sobre el cambio climático, demandar a grupos ecologistas y presionar al Gobierno para que no toque el sector energético. Hoy, Ebell lidera el equipo de transición en el órgano que combatió con tanto ahínco: la Agencia de Protección Medioambiental de Estados Unidos.

Thomas Pyle, presidente de la American Energy Alliance, otro grupo que niega el cambio climático y está financiado por las grandes del petróleo, el gas y el carbón, está a cargo de la transición en el departamento de Energía. Con él estará Doug Domenech, cuya misión, cuando trabajaba en la Texas Public Policy Foundation, era “explicar la olvidada causa moral de los combustibles fósiles“.

Todas estas organizaciones han estado financiadas, también, por el grupo Americans For Prosperty (AFP), el centro de pensamiento conservador más acaudalado del país. El AFP es el brazo ideológico de los multimillonarios hermanos Koch, que emplean a 100.000 personas en 60 países, en empresas del petróleo, la química, el papel, los fertilizantes o los bancos. El AFP ha financiado campañas contra la reforma sanitaria, la regulación medioambiental, los derechos sindicales o el aumento del salario mínimo. Está detrás del ‘Tea Party’ y de la oposición al primer mandato de Barack Obama.

Pese a que los hermanos Koch han sido críticos con algunas propuestas de Donald Trump, que ha defendido las ayudas al cuidado de la infancia y la gente mayor, los límites a la “puerta giratoria” y una inversión de hasta un billón de dólares en infraestructuras, su entorno ha dado músculo al presidente electo.

El nuevo consejero de Trump en la Casa Blanca, Don McGahn, y los asesores o miembros del equipo de transición Darin Selnick, Alan Cobb, Diane Hendricks, Rebekah Mercer o Antohony Scaramucci, según Politico, han estado ligados a los Koch. Su jefe de campaña hasta junio, Corey Lewandowski, trabajó durante años para el AFP.

Los propios neoliberales se han sorprendido de la facilidad con la que han llegado al Gobierno. “Creo que jamás imaginamos que proveeríamos los miembros del equipo de un presidente semi-libre mercado y semi-populista“, declaró Frayda Levin, donante de los Koch y presidenta de su comité de movilización electoral.