Sergio Moro, juez o candidato en 2018

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Los candidatos anti-elite política y anti-establishment están de moda en el mundo (Donald Trump es el ejemplo más llamativo) y en América latina (la victoria de Jimmy Morales en Guatemala encarnó esa tendencia). ¿En Brasil el hombre llamado a cubrir ese hueco podría ser Sergio Moro?

Sergio Fernando Moro (1972) era un juez federal brasileño desconocido hasta que en 2014 asumió el caso Lava-Jato, la mayor investigación de corrupción que se ha visto en Brasil. Nacido en Maringá, ciudad en el sureño estado de Paraná, este juez titular de la 13º Corte Penal Federal de Curitiba cuenta con la experiencia de haber colaborado con la jueza Rosa Weber, actual magistrada del Supremo Tribunal Federal, en un caso de corrupción que en 2005 hizo tambalear al Gobierno de Lula porque probó que varios legisladores recibían sobornos periódicos por apoyar las iniciativas legislativas del Ejecutivo.

Durante su carrera profesional, Moro ha escrito varios libros y artículos académicos, todos ellos de carácter legal, entre los que se encuentran títulos como “Crimen de Lavado de Dinero” y “Desarrollo y Aplicación Judicial de las Normas Constitucionales”.

El hombre que se enfrentó a Lula y Odebrecht

Pese al protagonismo y la fama que ha ganado como responsable por una investigación de corruptelas que salpican a una veintena de grandes empresas y medio centenar de políticos, Moro, considerado como uno de los mayores especialistas en investigar lavado de dinero en el país, insiste en mantener su vida privada en el anonimato.

El juez fue el responsable por la orden de “conducción coercitiva” por la que la policía condujo a Lula a una comisaría para prestar declaración sobre los supuestos beneficios que recibió de las empresas que desviaron recursos de Petrobras.

Pero mantenerse a la sombra ha sido difícil dada la extensión que ha alcanzado la investigación por los millonarios desvíos en la petrolera estatal Petrobras, que tiene en prisión a millonarios empresarios y contra las cuerdas a decenas de políticos y autoridades.

Alzado a casi un símbolo nacional contra la corrupción, el juez ha pasado a dar conferencias en universidades y ante empresarios, que enfoca en asuntos técnicos y en las que mantiene su tradicional seriedad.

Fue considerado una de las 100 personas más influyentes de Brasil en 2014 por la revista brasileña Época y recibió la medalla del Mérito Legislativo en 2015 por recomendación del líder del Partido Popular Socialista (PPS) en la Cámara de los Diputados, Rubens Bueno.

Sus obligaciones jurídicas han levantado pasiones y odios a partes iguales, divididas entre aquellos que le ven como un justiciero y aquellos que le acusan de ceder ante las presiones e intereses de los medios de comunicación.

Los cantos de sirena de la política

Muchas razones empujan a pensar que en Sergio Moro existe un candidato ideal para liderar un movimiento político anti-establishment:

1-. El contexto mundial le favorece

Existe una tendencia internacional que parece proclive a que aparezcan esta clase de figuras políticas, que provienen de fuera del sistema político, que enarbolan la bandera de la lucha contra la corrupción como principal propuesta política y que son un referente crítico contra los partidos u los políticos.

2-. Se ha convertido en un referente nacional

Se ha formado en su alrededor una aureola de hombre valiente, capaz de enfrentarse con grandes multinacionales (Odebrecht), líderes políticos poderosos (Lula de Silva) y de no temblarle el pulso a la hora de combatir la corrupción.

Decenas de miles de brasileños salieron el pasado fin de semana a las calles para protestar y apoyar a los investigadores del petrolão.  Los carteles contenían mensajes como “¡Fuera los ladrones!”, dirigido a los políticos, y “Todos somos Sérgio Moro”, en favor del juez.

Moro encarna los valores de honradez, transparencia y el combate contra la corrupción. En una reciente entrevista en O Estado señalaba que el país necesita “remedios amargos” para combatir el flagelo ‘sistémico’.

A los 44 años, este juez de primera instancia se transformó en un símbolo de la lucha anticorrupción al imponer pesadas condenas a políticos y empresarios involucrados en una red de desvíos montada en torno a la estatal Petrobras: “Lo que vimos fue un caso de corrupción sistémica, corrupción como una especie de regla del juego”,

3-. El sistema de partidos y los liderazgos se encuentran muy debilitados

Brasil en 2016 se ha visto como se hundía el gran líder de la izquierda (Lula) y como el partido que ha sido hegemónico desde 2002 sufría un fortísimo varapalo en las elecciones locales.

El presidente Michel Temer no inspira excesivo respeto porque la sombra de la corrupción le persigue lo mismo que al PSDB, la gran para las elecciones de 2018.

Además, Moro se halla en estos momentos embarcado en una guerra y en un choque de poderes entre el poder judicial y el ejecutivo y el legislativo.

Pero el descrédito lo padece la clase política entera sobre todo tras la decisión del Congreso de alterar el proyecto elaborado por Moro y otros jueces para castigar la corrupción. Esto ha golpeado aún más la credibilidad de los partidos y elevado la consideración de Moro. El proyecto anticorrupción ingresó a la Cámara de Diputados y los diputados hicieron varios cambios para debilitar la propuesta e incluyeron una cláusula de amnistía total a los políticos por el uso de dinero de la corrupción en el financiamiento de los partidos.

Además, senador Renán Calheiros ha impulsado restringir la autoridad y los plazos de las investigaciones del Ministerio Público y amenazar a los jueces con denunciarlos por abuso de autoridad.

La Cámara baja alteró el proyecto presentado por los fiscales de la operación Lava Jato, el cual había sido refrendado por 2,3 millones de firmas recogidas en las sedes del Ministerio Público del país.

El texto del proyecto de ley fue aprobado por una aplastante mayoría de 450 votos a favor y sólo uno en contra en una sesión que se prolongó durante 12 horas.

La debacle de la clase política podría llegar pronto ya que el juez Moro está próximo a terminar negociaciones de acuerdos extrajudiciales con la empresa constructora Odebrecht. Se trata de un acuerdo de “delación premiada” entre la justicia y la constructora Odebrecht, la más implicada en el petrolão. El objetivo es obtener el testimonio de más de 70 ejecutivos a cambio de una reducción en sus eventuales condenas.Se prevé que el acuerdo implique a unos 200 políticos sospechosos de recibir sobornos en años recientes.

Todo indica que tiene el camino muy abierto para entrar en política. Todo depende de él, y él parece que no quiere: “No existe jamás ese riesgo de pasar a la política; soy un hombre de la justicia y sin menospreciar nada, no soy un hombre de la política”.

La duda es si resistirá a los cantos de sirena que sin duda la van a llegar.