Industria alimenticia avanza mientras la de textiles cae

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El contrabando, la legislación nacional y la falta de mercados están asfixiando a la industria textil boliviana. Durante el último año, alrededor de 22 mil empresas textiles, entre micro y pequeñas, cerraron en el país, según datos de la Confederación Nacional de la Micro y Pequeña Empresa (Conamype). Contrariamente y de forma paralela, el sector de alimentos y bebidas reportó un leve crecimiento anual del 2 por ciento, a pesar del crítico contexto económico nacional.

Ambos rubros son severamente afectados por el ingreso de mercadería ilegal al país, sobre todo de productos chinos, coincidieron en afirmar los dirigentes de las micros, pequeñas y medianas empresas de Cochabamba.

El presidente de la Conamype, Humberto Valdivieso, precisó que el ente que dirige cuenta con 650.000 afiliados a nivel nacional, de los cuales en la actualidad 162.500 se dedican a los textiles y 195.000 que fabrican alimentos.

El dirigente detalló que el último año cerraron al menos 55 mil micro y pequeñas empresas de los diferentes rubros en todo el país, de las cuales casi el 40 por ciento corresponden al sector textil.

Destacó que hasta hace un par de años, los textiles superaban en número, pero pese a la caída que registran se mantienen como pilar de economía boliviana.

“El rubro de alimentos es el único que tiende a crecer, aunque levemente, en 2 o 3 por ciento cada año. Tampoco es fuerte, pero es el único rubro que se encuentra en condiciones, porque todos los (otros) rubros de Bolivia están en una sobrevivencia, por falta de protección”, enfatizó Valdivieso.

En esta misma línea, el presidente de la Cámara Departamental de Industria de Cochabamba (Camind), Antonio Fernández, con referencia a ese sector, destacó también la creación de los nuevos emprendimientos en alimentos y bebidas en el último tiempo y atribuyó ese hecho a que no requieren de la inversión de grandes capitales.

“Pero, si no son asesoradas para poder ser sostenibles e incrementar sus volúmenes de producción con tecnologías adecuadas, no podrán perdurar en el tiempo y caerán en el saco de las que anualmente cierran actividades”, reconoció el empresario.

La Camind cuenta con más de 60 empresas en el rubro de alimentos y bebidas, que representan un 20 por ciento del total de sus asociadas.

Contrabando

La pequeña industria cochabambina es un sector que está sufriendo las consecuencias de la proliferación de productos chinos, la falta de mercados y de centros de comercialización que limitan las ventas. Por estos factores, la presidenta de la Cámara Departamental de la Pequeña Industria y Artesanía Productiva Cochabamba (Cadepia), Luz Mary Zelaya, señaló que los últimos dos años cerraron cerca de 70 emprendimientos textiles. Actualmente, sólo 130 de los 1.500 afiliados se dedican a la producción textil en el departamento, número que ha sido superado por el sector de alimentos que concentra a 180 afiliados.

“Es uno de los rubros en los que se puede hacer empresas con mayor facilidad, pero a veces no cuentan con toda la información y muchos fracasan por eso. La gente ve que es un rubro bien interesante y que pueden trabajar con el rubro de alimentos”, explicó Zelaya en referencia a ese incremento.

El presidente de la Federación de Micro y Pequeños Empresarios (Fedemype) de Cochabamba, Salustiano Acada, sostuvo que en esa organización el rubro textil continúa registrando la mayor cantidad de afiliados a pesar de los 400 cierres durante el último año.

De los 5.000 afiliados a Fedemype, 1.500 se dedican a la producción textil en el departamento, mientras los emprendedores que desarrollan actividades productivas relacionadas a los alimentos y las bebidas suman 200.

“Ninguno de estos rubros ha crecido, debido al contrabando que ofrece productos más baratos en nuestros mercados”, añadió Acapa.

La caída del sector textil local también se advierte en la baja de las exportaciones departamentales de este sector. Al respecto, el gerente general de la Cámara de Exportadores de Cochabamba (Cadexco), Hugo Villarroel, informó que las manufacturas exportadas durante el primer trimestre de este año alcanzan los 66 mil dólares.

Contrariamente, las exportaciones de productos con valor agregado relacionados a la industria de alimentos y bebidas reportaron un ingreso de 5,3 millones de dólares.

Villarroel precisó que dentro de los productos exportados destacan  las pastas, palmitos y otros frutos procesados. Atribuyó ese incremento a la ventaja geográfica y climática para la elaboración de este tipo de productos con valor agregado en la región.

Agregó que las exportaciones regionales no pueden ser explotadas de forma amplia debido a las actuales condiciones de competitividad en el país y  el cierre de algunos mercados externos.

“Estamos hablando de condiciones económicas complicadas, incrementos salariales, del tipo de cambio (de la moneda) estable, del tema de tramitología que siempre es bastante complejo; los que definitivamente restan competitividad a lo que es la oferta exportable cochabambina”, puntualizó.

Los representantes de Conamype, Camind, Capedia, Fedepyme y Cadexco coincidieron en que el Gobierno central debe intervenir con políticas públicas que permitan fortalecer a la industria textil y de alimentos, mediante controles aduaneros pero también de incentivo económico para frenar la caída rubros vitales para el país.

 

LA SOBREOFERTA DE PRODUCTOS HA GENERADO TAMBIÉN UN AUMENTO EN LAS IMPORTACIONES

El incremento en la demanda de alimentos favorece la creación de nuevas empresas

Bolivia ha comenzado a experimentar una creciente demanda de alimentos desde el año 2005, destinada principalmente al consumo de los hogares.

Los problemas climatológicos en las diferentes regiones productivas del país provocaron que las pequeñas, medias y grandes industrian no logren abastecer las proporciones solicitadas por la población. Esto incidió en un incremento en las importaciones de alimentos y bebidas, sobre todo desde los países vecinos.

Estas condiciones macroeconómicas también generaron un contexto propicio para la apertura de emprendimientos locales destinados a abastecer la creciente demanda alimentaria en el país, explicó el analista económico de la Fundación Jubileo, Jaime Pérez

“Esta creciente demanda de alimentos para el consumo de los hogares evidentemente hace que, de alguna manera, también surjan emprendimientos productivos por la competitividad y los precios, que sean más baratos respecto a los importados”, precisó Pérez.

La constante y creciente oferta de alimentos y bebidas posicionados en el mercado ha provocado que los precios de estos productos se mantengan relativamente estables, sin sufrir incrementos abruptos durante los últimos años.

El analista añadió que este comportamiento ha evidenciado que los niveles de inversión también se mantuvieran bajos durante este período, iniciado en el año 2005.

A pesar del contexto favorable para la apertura de nuevos emprendimientos en el rubro, los inversionistas tuvieron que afrontar condiciones hostiles para su supervivencia.

Según información publicada por Fundempresa, 7.181 empresas legalmente establecidas de diferentes rubros cancelaron sus matrículas durante 2016, frente a las 220 cerradas en  2005. En Cochabamba, 1.908 empresas cerraron el año pasado y hasta febrero de la presente gestión se cancelaron 124. Los Tiempos solicitó a Fundempresa el reporte sobre el número de empresas cerradas específicamente del rubro alimentos, pero no pudo acceder a ese informe.

Alternativas para cochabamba

El gerente general de la Cámara de Exportadores de Cochabamba (Cadexco), Hugo Villarroel, consideró que el departamento puede explotar mercados alternativos para beneficio de la exportación de alimentos en la región, sin embargo, las condiciones económicas actuales dificultan este tipo de emprendimientos.

“Hablamos de lo que son los estándares privados, hablamos de lo que son la producción orgánica, la producción de comercio justo, que eventualmente generan cierto tipo de oportunidades o mejores condiciones hacia la exportación”, precisó Villarroel.

Actualmente, Cochabamba reporta importantes ingresos en términos de alimentos, principalmente por alimentos no procesados, seguido del rubro de alimentos y bebidas con valor agregado.