Pese a bombardeo de nubes, Potosí padece la peor sequía

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Foto: ÁFP

Pese al bombardeo  de nubes que el Gobierno llevó a cabo hace unas semanas,  las reservas de agua  se agotan en la  Villa Imperial. Arena  es lo único que queda en las represas que alimentan al 50% de la población urbana. Los campos se secan y con ellos los sembradíos en la peor sequía que sufre  el departamento de Potosí.

“Se hizo un bombardeo de nubes para que tengamos lluvias en Potosí. El trabajo fue del  8 al 11 de noviembre.  En algunos lugares llovió pero en otros no, por eso estamos haciendo una evaluación y  de ésta dependerán las acciones futuras”, manifestó el gobernador de Potosí, Juan Carlos Cejas.

El 14 de octubre de 2016 el departamento de Potosí fue declarado como “zona de desastre” debido a la mayor sequía registrada en el último cuarto de siglo. Las 16 provincias y los  40 municipios de la región  presentaban problemas de acceso al agua tanto para consumo como para riego.

Han pasado 13 meses y la situación no ha mejorado. Autoridades del municipio de Toro Toro solicitaron que se adelante el cierre del año escolar por la falta del líquido vital; en Villazón, los comunarios pidieron  ayuda ante la emergencia y en Porco la Alcaldía traslada agua en cisternas para Visijza, una de sus comunidades más afectadas. En la Villa Imperial los habitantes vigilan el cielo a la espera de que  lleguen las lluvias.

Una siembra  sin cosecha

El 8 de noviembre, del hangar de los Diablos Negros de la Fuerza Aérea Boliviana (FAB) en El Alto despegó un  avión Hércules con la misión de bombardear las nubes del sur del país   con yoduro de plata. La operación denominada Lluvia Soberana se efectuó sobre las lagunas    de Challviri, Lacachaca, San Idelfonso y San Pablo; las mismas  que proveen de agua a   una parte de la Villa Imperial.

“Nos avisaron desde La Paz que iban a empezar los bombardeos y     tomamos  previsiones. Verificamos que hubo  lluvias de entre 20 a 30 minutos en la cuenca de  Kari Kari, incluso con algo de granizo. En una evaluación preliminar vemos un efecto positivo. Sin embargo,  todo pasa por un ciclo hidrológico: se hizo el bombardeo, hubo lluvia y hubo aporte,  pero no ha sido  significativo”, informó el gerente general de la Administración Autónoma para Obras Sanitarias (AAPOS), Cristian Viñola.

A 20 minutos del centro de la ciudad, divididas por un muro de piedra  levantado en 1767, están las lagunas de  San Pablo y San Idelfonso, los  acuíferos centrales de la cuenca Kari Kari. Sobre ellas algunas nubes se forman pero el viento las dispersa con rapidez.

El fondo de los embalses está  al descubierto. En busca de agua, apenas unas cuantas llamas caminan por ese espacio desértico.

En San Pablo, el afluente que provenía de la cordillera ha desaparecido. Los bofedales se han convertido en manchas marrones que preceden a una planicie cubierta  de arena. Allí, donde  hace más de un año había una laguna ahora sólo hay piedras y un pequeño resabio de agua  que con dificultad alcanza  medio metro de profundidad.

San Idelfonso  está en mejor situación, sin embargo su extensión  ha disminuido de forma considerable. A ambos embalses -otrora divididos por un muro- ahora los separan metros de tierra.

“La laguna más grande tiene ahora  un embalse  de dos metros. En la segunda estamos con   80 centímetros, lo que nos dice que tendremos agua sólo hasta febrero”, dijo Viñola.

Proyectos de emergencia

“No está lloviendo. Estamos rezando para que de una vez caiga el agua, sólo Dios sabe hasta cuando estaremos así”, dice  doña Elvira en la zona Huayna Mayu.

Como en la suya, baldes, turriles y bidones se amontonan en  puertas de los vecinos   de  la parte alta de la Villa Imperial. A esos barrios, el agua llega en cisterna y alguna vez -por la madrugada- por cañería.

“La crisis permanece en Potosí. Las lagunas están secas y esto hace que en muchas zonas se haya llegado al extremo de repartir agua por cañería una vez a la semana por un par de horas. Los proyectos  de emergencia no están siendo implementados  con la debida urgencia”, señaló la concejal Azucena Fuertes.

La abducción  de La Palca es una de las medidas  que se implementará  en enero de 2018. El proyecto apunta a aumentar  el caudal de agua para su  suministro.

“Hay 26 millones de bolivianos comprometidos por el Gobierno y la Alcaldía ya  ha hecho un desembolso de nueve millones pero no vemos un avance concreto”, dijo la concejal de UN.

Ese presupuesto debía destinarse en un 90% para la toma de La Palca y el resto para la perforación de pozos en la parte alta de Potosí. “Pero cuando el Alcalde dio un  informe, el Concejo  advirtió que  más del 90%  estaba solo en la abducción. De los pozos no supo respondernos”, añadió.

En La Palca las obras avanzan con unos cuantos obreros. El terreno rojizo y verdusco sobre el cual se construye el tanque de abducción es blando y poco tiene en común con el paisaje árido que se extiende en las represas.

Hace  semanas la empresa constructora ha presentado una planilla en la que certifica un avance oficial del 75%. Los gerentes explicaron que  después de la última inspección, se llegará  al 85%.

Viñola -de la AAPOS- señaló que hay  un 90% de avance del tendido de tuberías y que las bombas ya están en Potosí para su instalación. “Están en curso las obras de toma con los tres tanques de limpieza, filtros y de las casetas de bombeo”.

El costo adicional de la energía necesaria para el funcionamiento  asciende a los dos millones de bolivianos,  monto que será cubierto por el Gobierno Municipal de Potosí por un lapso de seis meses. Después de ese tiempo sólo queda esperar a que llueva o -como dice Fuertes-  “abrir la posibilidad a tarifazo en las facturas”.

Desde AAPOS señalaron que esperan los informes para solicitar otro bombardeo de nubes.