América no es un continente, sino un conjunto de valores. Y sobre ellos se extiende la amenazante sombra de China y Rusia, dos países que han expandido su influencia económica en la región pero que son ajenos a sus aspiraciones democráticas. Esta es la doctrina con la que el secretario de Estado, Rex Tillerson, emprende hoy su primera gira latinoamericana. El viaje, que le llevará por México, Argentina, Perú y Colombia, tendrá como protagonista un país que no visitará: Venezuela. El punto negro de la estabilidad continental. “No me molestaría que Nicolás Maduro se fuera a una playa cubana”, bromeó Tillerson.
El secretario de Estado brilló en Austin. En una conferencia en la Universidad de Texas, su alma máter, mostró la mejor cara de la Administración de Donald Trump. Estuvo distendido, sonriente y respondió sin tapujos a las preguntas que le formuló la audiencia estudiantil. Antes, leyó un discurso, de unos 40 minutos, que centró en tres puntos: economía, seguridad y democracia. Una triada que resume los objetivos de su viaje y sobre la que se cierne la amenaza de China y Rusia. El primero por exportar un modelo de explotación basado, según Tillerson, en los bajos salarios y el desprecio a los derechos humanos; y el segundo por vender armas a regímenes no democráticos. “América Latina no necesita de nuevos poderes imperiales que solo miran por su interés. Estados Unidos es distinto: no buscamos acuerdos a corto plazo con ganancias asimétricas, nosotros buscamos socios”, dijo.
Economía. Tillerson defendió la idea de que América es un foco de prosperidad para Estados Unidos. Hay superávit comercial y una espesa red de intercambios económicos. En este contexto, la renegociación del Tratado de Libre Comercio supone la actualización de un acuerdo que entró en vigor en 1994. “Fue hecho antes de la era digital y de la expansión de China. Ahora necesita adaptarse a los nuevos tiempos para preservar la competitividad de la zona”, señaló el secretario del Estado. Antiguo directivo de la petrolera Exxon, Tillerson destacó las posibilidades energéticas del continente y del modelo de explotación estadounidense. “En este sector hay grandes posibilidades de desarrollo. En el futuro, América tendrá una capacidad mayor que el resto del mundo combinado. Se van a invertir 70.000 millones en plantas energéticas y hay que ir tratando ya el modelo que se quiere diseñar”, detalló la portavoz del Departamento de Estado, Lydia Barraza.
“Seguridad. Para el Departamento de Estados la economía y la seguridad van de la mano. A mayor prosperidad, menos delito. Bajo este enfoque, Tillerson puso el acento en el combate a las organizaciones criminales trasnacionales. Tanto por el tráfico de armas como de drogas o seres humanos. “No nos gusta reconocerlo, pero nosotros somos el principal mercado de drogas”, admitió el jefe de la diplomacia estadounidense. En este punto, anunció su deseo de fortalecer los lazos con México, atacando las fuentes de financiación de los cárteles, así como sus bases de producción y distribución, y lanzó una ligera advertencia a Colombia. “Es un fiel aliado, pero quedan retos por superar. Sigue siendo el mayor productor mundial de cocaína y el principal proveedor de Estados Unidos”, afirmó.
Democracia. El eje de la intervención de Tillerson fueron Venezuela y Cuba. Dejó claro que rechaza cualquier intervención militar contra Maduro, pero que el régimen debe volver a la Constitución y someterse a unas elecciones democráticas. A este objetivo se dirigen las sanciones adoptadas por Washington contra Caracas y que, según el secretario de Estado, han tratado de evitar el sufrimiento del pueblo venezolano. “Una buena idea sería que el Gobierno de Maduro devolviese el poder a sus ciudadanos y dejase de destruir la economía”, señaló la portavoz Lydia Barraza.
Sobre La Habana, el secretario de Estado señaló que el futuro de la relación está en manos del régimen castrista. Estados Unidos, recordó Tillerson, ya ha puesto en marcha un nuevo equilibrio basado en “apoyar al pueblo cubano, pero no al aparato militar”. “Cuba va a atravesar una transición poder [en referencia a la próxima retirada de Raúl Castro de la jefatura del Estado] y tiene la oportunidad, tras décadas de régimen castrista de adoptar una nueva dirección”, dijo.
La agenda, paso a paso
El viaje de Rex Tillerson arranca con su llegada esta tarde a la Ciudad de México. Allí pasará la noche en la Embajada y mañana se reunirá con el secretario de Exteriores, Luis Videgaray, y después con el presidente, Enrique Peña Nieto. También planea una visita al Zócalo o la catedral metropolitana.
El viernes por la tarde volará a Panamá y de ahí a Argentina. Su primera escala será el sábado en Bariloche y el foco será ecológico: intercambios científicos y apoyo al gigantesco Parque Nacional Nahuel Haupi (709.000 hectareas), en la Patagonia. Luego acudirá a Buenos Aires, donde mantendrá reuniones con el presidente, Mauricio Macri, y el ministro de Exteriores, Jorge Faurie.
El 5 y el 6 de febrero, la gira continuará en Perú, con reunión con el presidente, Pedro Pablo Kuczynski, y la ministra de Exteriores, Cayetana Aljovín. La preparación de la Cumbre de las Américas, que tendrá lugar en Lima entre el 13 y el 14 de abril, centrará el diálogo.
La penúltima etapa será Colombia. Con el presidente Juan Manuel Santos, el secretario de Estado tratará el 6 de febrero tanto el cumplimiento de su cuestionada estrategia antidroga como la postura frente a Venezuela y sus refugiados.
Ya fuera del área hispana, el viaje concluirá el 7 de febrero en Jamaica.