Argentina da el primer paso para legalizar el aborto

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La sociedad argentina está cambiando a una velocidad imprevista. El matrimonio homosexual, impensable hace unos años, cuando sufrió la durísima oposición del entonces cardenal Jorge Bergoglio, está absolutamente normalizado. El machismo que ha dominado esta sociedad durante años ahora parece en retroceso, acorralado por la ola social que llevó a las masivas movilizaciones del Ni Una Menos, aunque aún hoy sigue muriendo una mujer por violencia de género cada 30 horas. Y ahora parece llegado el turno del aborto, que se abre paso en medio de una inusitada presión social a favor de la legalización en las primeras 14 semanas, al estilo de lo que sucede en la mayoría de los países europeos pero no en los latinoamericanos, donde solo Uruguay la tiene. La presión es tan fuerte que el propio Mauricio Macri, que siempre dijo que estaba en contra del aborto y sigue rechazándolo, ha dado instrucciones a su equipo para que permita el debate en el Congreso. La batalla no ha hecho más que empezar, los diputados que lo apoyan están aún lejos de ser mayoría, pero el gesto de Macri ha sorprendido a todos y abre paso a un proceso de final imprevisible.

“Es un gran triunfo que obedece a que durante muchos años hemos peleado para instalar el debate. Hay posibilidades. Los diputados son muy permeables a la opinión pública, se deben a sus votos, y hoy es mayoritaria a favor de la ley. Vamos a intentar llevarlo al Congreso el día 8. Hay 500.000 abortos clandestinos al año en Argentina, hay chicas que van a la cárcel por abortar, esto no da más”, clama Victoria Donda, una diputada de izquierda, hija de desaparecidos, que lidera el grupo promotor de la reforma. En las redes sociales y en la calle, la movilización en el último mes ha sorprendido a todos y sigue creciendo.

En Argentina el aborto es ilegal salvo en supuestos de violación o riesgo de vida para la madre. Pero las argentinas encuentran la manera de abortar. Las que tienen dinero para pagarlo, lo hacen en clínicas con seguridad, aunque de forma clandestina. Las que no, sufren condiciones mucho más precarias, con riesgo para su salud. “En Argentina hay 60.000 internaciones por año por complicaciones derivadas de abortos. Las pobres se colocan tallos vegetales, utilizan agujas, sondas, legrados no controlados. La política de llevarlo a la clandestinidad ha sido nefasta. Lo prohíben y se multiplican los abortos porque no se puede hacer política pública de prevención en la clandestinidad”, señala Mario Sebastiani, un conocido obstetra que lleva años empujando para legalizarlo.

Él también está convencido de que es posible lograrlo. “Llevo 35 años y esto nunca había sucedido. No me lo hubiera esperado de Macri, pero habla bien del presidente, que ha visto que hay un movimiento muy fuerte. El ejemplo es Uruguay. Tiene mortalidad cero. Pero no se hace a los extranjeros, para evitar precisamente que todos los argentinos o brasileños vayan allá”, remata. Mientras en Argentina, donde es ilegal, se calcula que hay 500.000 abortos al año, en España, con una población similar y una ley que lo legalizó, hay 94.000 y baja cada año, recuerda el médico.

Aún así, la resistencia es muy fuerte. La mayoría de los ministros y las personas importantes del poder macrista se han mostrado radicalmente en contra del aborto. Algunos tienen vínculos estrechos con la Iglesia. “Para mí la vida es a partir del embrión y los estados tienen que considerar que el derecho a la vida es el primer derecho humano. Si lo defendemos en cualquier circunstancia, y yo pienso que ahí hay una vida, lo tengo que defender”, resume Gabriela Michetti, vicepresidenta argentina y como tal presidenta del Senado, donde debería llegar la reforma.

Aún es más difícil en el interior, sobre todo en las provincias del empobrecido norte, las más conservadoras. Sus senadores difícilmente la apoyarán. Desde Tucumán, una de estas provincias, saltó a la fama el caso de Belén, una joven de 27 años que pasó más de dos años presa por abortar. En agosto de 2017 fue finalmente absuelta por la Corte Suprema de esta provincia.

Celeste McDougall, una de las promotoras de la campaña por el derecho al aborto legal, seguro y gratuito (http://www.abortolegal.com.ar) está convencida de que ha llegado el momento. “Estamos teniendo un nivel de apoyo y consenso social muy fuerte, llevamos 13 años en esto. El 6 de marzo presentamos el proyecto de ley y sabemos que seguro 70 diputados lo apoyan [el quórum para que se pueda discutir está en 129, por eso el clave la instrucción de Macri a los suyos para permitir el debate]. Incluso Cristina Fernández de Kirchner dijo ahora que le parecería bien que se debata”, señala.

Durante años, la clave para que este asunto no saliera adelante fue la oposición de la expresidenta, que ahora es senadora. Como sucede con muchos políticos, ella misma ha admitido que su hija la presiona para que cambie de opinión. Hay un salto generacional clave y por eso los promotores de la campaña confían en que se pueda aprobar si hay suficiente empuje social. “Hay que presionar más que nunca. La única garantía es seguir movilizadas. Los diputados ya no pueden mirar para otro lado. Es una gran deuda de la democracia. Además, si esto se aprueba en Argentina tendrá un efecto descomunal sobre los otros países latinoamericanos, es una ola que no se puede parar. Si uno mira el mapa, el 95% de los abortos inseguros que se hacen en el planeta son en países del tercer mundo”, explica McDougall.

Todos temen la movilización, mucho más silenciosa, de los que se oponen al aborto, en especial la Iglesia. Argentina no deja de ser el país del Papa. Pero también algunos apuntan que él no dijo nada del aborto en su reciente viaje a Chile, donde se acababa de aprobar una ley que lo despenaliza en tres supuestos. “El Papa es argentino pero vive en un país, Italia, donde el aborto es legal hace muchísimo años, como en otros países europeos. Esperemos que no se meta”, sentencia Vicky Donda. La batalla será larga pero el 8 de marzo, día de la mujer trabajadora, tendrá su primer paso. Los votos de ese día mostrarán si realmente es posible un salto como este que colocaría a Argentina a la cabeza de la región.

 

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