Los estudiantes argentinos, motor de la campaña por el aborto legal
El debate parlamentario sobre la despenalización del aborto ha provocado un terremoto en las escuelas de Argentina. El tema, considerado hasta ahora un tabú social, ha sido motivo de charlas y discusiones en numerosos colegios secundarios de todo el país y los estudiantes se han puesto al frente de la campaña para lograr su legalización. En vísperas de la votación en la Cámara de Diputados, los alumnos han aumentado la presión ocupando una docena de escuelas públicas de Buenos Aires. Desde ellas, exigen a los legisladores que aprueben la ley de aborto legal, seguro y gratuito y anulen así la normativa actual, que se remonta a 1921 y sólo autoriza la interrupción del embarazo en caso de violación o de grave riesgo para la madre.
“El miércoles será una jornada histórica porque es la primera vez que se vota la legalización del aborto a pesar de que es la octava vez que se presentaba el proyecto de ley en Congreso. Vamos a agotar todas las medidas de lucha para que esta ley se apruebe”, dice Magalí Peralta, estudiante del Carlos Pellegrini, al justificar la ocupación de la escuela.
Según Peralta, la interrupción voluntaria del embarazo comenzó a llegar a las escuelas con el auge de la lucha feminista y la aparición del movimiento Ni Una Menos, en 2015. En el último año se ha vuelto visible a través de un símbolo, el pañuelo verde de la campaña a favor del aborto legal. Algunas adolescentes comenzaron a lucirlo en sus mochilas; después, se sumaron compañeros varones. Hoy, en las escuelas públicas de la capital son una inmensa mayoría.
“Estamos luchando por un derecho”, asegura Francisca Lavieri desde las escaleras del Nacional Buenos Aires, el colegio público más antiguo de la ciudad y considerado un referente de la educación pública argentina. “El aborto es algo que sucede. Lo que se vota mañana en el Congreso no es aborto sí, aborto no, sino si va a seguir siendo clandestino o si será legal”, agrega esta alumna de quinto año. Cerca de ella, decenas de estudiantes hablan sobre la marcha de mañana frente a la plaza del Congreso y preparan pancartas.
Los estudiantes aprobaron en asambleas multitudinarias encerrarse dentro de los establecimientos educativos hasta el momento de la votación. El mecanismo se repitió en el Nacional Buenos Aires pero su rector, Gustavo Zorzoli, se anticipó y cerró las puertas con la excusa de un problema en el suministro de agua. Los adolescentes acordaron entonces pasar la noche en la vía pública frente a la escuela.
La ocupación de colegios no es una medida excepcional en Buenos Aires, sino una práctica que se ha repetido a lo largo de los últimos años. En 2017 los estudiantes se encerraron en las escuelas en protesta por una reforma educativa que contemplaba un programa de prácticas laborales. En 2015 los ocuparon en defensa de la educación pública. Antes, el motivo fue la baja inversión educativa.
El kirchnerismo toleró las protestas estudiantiles, pero el Gobierno de Mauricio Macri ha endurecido la postura frente a ellas. Las autoridades de Buenos Aires mantuvieron negociaciones con rectores y referentes estudiantiles para evitar las tomas, pero no prosperaron. “Hay que poner por delante el derecho a la educación y que no haya una escuela cerrada”, criticó con dureza la ministra de Educación porteña, Soledad Acuña, en declaraciones radiales. “Si quieren manifestarse, que pierdan el día de clase y vayan a la plaza”, continuó. Tanto el Ayuntamiento de Buenos Aires como algunos rectores de los centros educativos han pedido a los padres que se hagan responsables de sus hijos y los retiren de los colegios. El miércoles, los centros ocupados permanecerán custodiados por alumnos varones mientras que sus compañeras concurrirán a la plaza del Congreso para exigir la aprobación del aborto legal.