La reacción de América Latina ante el ascenso de la ultraderecha en Brasil
La novedad que supone para América Latina el ascenso del candidato ultraderechista de Brasil, Jair Bolsonaro, generó posturas en países vecinos que van del rechazo al guiño, pasando por el silencio.
Bolsonaro, un excapitán del Ejército polémico por sus tendencias autoritarias y comentarios racistas, homofóbicos y agresivos contra las mujeres, obtuvo 46% de los votos en las presidenciales del domingo en Brasil y es favorito para el balotaje del 28 de este mes.
Uno de los comentarios más favorables de gobernantes latinoamericanos sobre Bolsonaro provino del presidente chileno Sebastián Piñera, quien apoyó su enfoque para “el desarrollo de Brasil”, aunque dijo discrepar en otros temas con el candidato.
El elogio de Piñera causó polémica en su propio país y contrasta por ejemplo con la actitud de la vicepresidenta uruguaya, Lucía Topolansky, quien dijo que en Brasil hay “casi un retorno a lo dictatorial”.
Pero la actitud general de los países de latinoamericanos ha sido de cautela frente al surgimiento de Bolsonaro, que expertos ven como algo extraordinario para la región.
“Los candidatos conservadores en Latinoamérica nunca se han permitido ese tipo de críticas a los derechos de las mujeres, a los derechos humanos en general, algunas posiciones racistas o xenófobas”, sostiene Paulo Velasco, profesor de relaciones internacionales en la Universidad Estatal de Río de Janeiro.
“Por eso la dificultad que muchos países tienen en reaccionar a esto, porque siendo Brasil lo que es en la región, puede abrir las puertas para un fenómeno nuevo, que es el avance de una extrema derecha que no existe en los demás países”, dice Velasco a BBC Mundo.
“Legítimo orgullo”
De visita en España, Piñera formuló sus declaraciones sobre Bolsonaro, quien disputará la segunda vuelta en las presidenciales de Brasil con el candidato izquierdista Fernando Haddad, que obtuvo 29% de votos.
Durante un foro económico organizado por el diario El País, Piñera dijo conocer “poco” a Bolsonaro, pero manifestó que sí conoce a su equipo económico y su “plan muy concreto, muy específico sobre cómo van a enfrentar los problemas de Brasil”.
Esto difiere de la opinión de economistas brasileños que advierten que ni Bolsonaro ni Haddad han presentado planes económicos detallados hasta ahora.
“Lo que yo he visto en materia de cómo va a enfrentar el tema del desarrollo de Brasil, creo que apunta en la dirección correcta”, sostuvo el mandatario de derecha.
Dijo además haber sentido “legítimo orgullo” porque Bolsonaro habló de seguir el modelo chileno y usar la transparencia en el combate a la corrupción.
No obstante, Piñera también señaló que había escuchado la “cosa homofóbica, cierto lenguaje muy agresivo con las mujeres” de parte de Bolsonaro.
Estos comentarios le generaron críticas en Chile, de opositores como el senador socialista Juan Pablo Letelier, quien le reclamó “una visión más integral de lo que significa Bolsonaro para Brasil, para la región y para el mundo”.
Piñera aclaró públicamente que tiene “grandes discrepancias” con Bolsonaro “en materia de conductas homofóbicas, poco respetuosas con las mujeres o poco comprometidas con la democracia”.
Pero reiteró que mantiene “importantes acuerdos en otras materias, particularmente cuando él se ha referido a temas de integración económica, modernización de la economía, recuperación de los equilibrios fiscales”.
“Un fantasma nuevo”
En Uruguay, donde gobierna una coalición de izquierda, hubo manifestaciones contrarias al crecimiento electoral de Bolsonaro desde antes de la primera vuelta del domingo.
El canciller Rodolfo Nin Novoa dijo esperar que fallaran las encuestas, que daban ventaja al ultraderechista.
El expresidente José Mujica sostuvo que un triunfo de Bolsonaro sería peligroso para la región.
Tras conocerse los resultados, la vicepresidenta Topolansky, esposa de Mujica, afirmó en el diario uruguayo El País que “hay toda una tendencia conservadora en la región, pero esto es casi un retorno a lo dictatorial”.
Estas opiniones fueron criticadas por opositores que sostienen que se inmiscuyen en el proceso electoral de otro país, y contrastan con el silencio que el gobierno de Uruguay guardó durante las elecciones en Venezuela, consideradas ilegítimas por otros países.
El presidente venezolano, Nicolás Maduro, ha evitado referirse directamente al triunfo de Bolsonaro en primera vuelta, pero lanzó un comentario el lunes que medios oficialistas vincularon con Brasil.
“Estamos a tiempo de reaccionar frente al brote fascista en América Latina”, dijo Maduro, que es acusado de violaciones a los derechos humanos en su país y ha sido criticado por Bolsonaro.
El presidente boliviano, Evo Morales, tuiteó el domingo que en las elecciones de Brasil “el pueblo triunfará frente a las oligarquías”, pero luego guardó silencio sobre los resultados.
Las autoridades de México, Colombia y otros países de la región han evitado pronunciarse sobre la elección de Brasil.
La Cancillería argentina emitió un comunicado en el que felicitó “al gobierno y a todo el pueblo brasileño” por la realización de las elecciones y señaló que “constituyen una reafirmación de la fortaleza de las instituciones democráticas del Brasil”.
Los analistas creen que varios gobiernos latinoamericanos esperarán al desenlace de las elecciones de Brasil para pronunciarse, teniendo en cuenta el peso político y económico del país.
“Si fuera otro país más pequeño”, sostuvo Velasco, “seguramente ya veríamos críticas más duras por lo que representa un fantasma nuevo en Latinoamérica, que es el fantasma de la extrema derecha”.