Guaidó deja la puerta abierta a una intervención militar contra Maduro
La oposición venezolana está decidida a dar un paso más allá en su intento de desalojar a Nicolás Maduro del poder. Después de que el sábado se frustrara la operación impulsada en las fronteras para introducir cargamentos de medicinas y alimentos en el país, Juan Guaidó sugirió la posibilidad de una intervención militar. El político se verá hoy en Bogotá con el vicepresidente de EE UU, Mike Pence, y participará en una reunión del Grupo de Lima para reclamar mayor presión. El ministro español de Exteriores, Josep Borrell, advirtió ayer de que rechaza sin matices esa hipótesis y de que el Gobierno la condenaría.
Al término de una jornada marcada por los enfrentamientos y la violencia en la frontera, Guaidó dejó la puerta abierta al peor epílogo para la grave crisis que sufre Venezuela. El presidente de la Asamblea Nacional se dirigió a las instancias internacionales que le han apoyado desde el primer momento, con EE UU y Colombia a la cabeza, para pedir de nuevo su ayuda. Esta vez, en términos que aparentemente van más allá del respaldo simbólico o logístico.
“Los acontecimientos de hoy me obligan a tomar una decisión: plantear a la comunidad internacional de manera formal que debemos tener abiertas todas las opciones para lograr la liberación de esta patria que lucha y seguirá luchando. ¡La esperanza nació para no morir, Venezuela!”, escribió en un tuit, poco después de comparecer en rueda de prensa junto al presidente colombiano, Iván Duque, y el secretario general de la Organización de los Estados Americanos, Luis Almagro. Sus palabras remiten al fantasma que precisamente agita el Gobierno de Nicolás Maduro, el de la intervención militar, que su archienemigo, el Ejecutivo de Trump, no ha dejado de insinuar. Ayer aprovechó esa circunstancia el vicepresidente para la Comunicación, Jorge Rodríguez, que llamó “peligroso” a Guaidó y, entre descalificaciones de carácter personal, dijo que “no había intención de traer ningún tipo de ayuda humanitaria”. También se dirigió a los seguidores del presidente interino para afirmar que “las bombas no solo matan a chavistas”.
Ante el revuelo generado, el rival de Maduro matizó en otro mensaje difundido por Twitter, en el que se limita a mencionar “las opciones de la comunidad internacional que han logrado el cerco diplomático que contribuirá al cese de la usurpación, al Gobierno de transición y a elecciones libres”. Sin embargo, ayer, el líder opositor venezolano Julio Borges, representante de Guaidó ante el Grupo de Lima, aseguró que durante la cita de hoy exigirán “una escalada en la presión diplomática y en el uso de la fuerza contra la dictadura de Nicolás Maduro”.
A esa premisa se añade que Pence viajará hoy a Colombia con una agenda concreta y nuevas medidas contra el régimen chavista, según adelantó un funcionario de la Casa Blanca a Reuters. El secretario de Estado, Mike Pompeo, mantuvo que “los días de Maduro están contados” y señaló en una entrevista con la cadena Fox que “todas las opciones están sobre la mesa”. Un planteamiento opuesto al de Borrell, que en declaraciones a Efe quiso dejar claro que “no todas las posiciones están sobre la mesa”. “Hemos advertido claramente que no apoyaríamos y condenaríamos firmemente cualquier intervención militar extranjera, que esperamos que no se produzca”, continuó el ministro.
La estrategia del Parlamento venezolano se asoma, por tanto, a una nueva fase en la que la prioridad consiste en explotar hasta el final los apoyos internacionales. Un mes después de jurar como jefe de Estado interino reconocido por el poder legislativo frente al mandatario chavista, Guaidó fue más allá al final de un día en el que la represión policial y los disturbios dejaron al menos cuatro muertos y cientos de heridos.
En las últimas semanas había mantenido un tono relativamente sosegado, pese al abierto desafío. Puso en marcha un proceso de transición que busca el desalojo del sucesor de Hugo Chávez, la conformación de un Gabinete provisional y la convocatoria de elecciones. Logró unir de nuevo en torno a la misma causa a la oposición venezolana, un conjunto de fuerzas con distintas estrategias, sensibilidades y orientaciones ideológicas. Sin embargo, la tensión y el hecho de que el Gobierno haya demostrado tener el control del aparato estatal, pese a la deserción no despreciable de un centenar de militares en solo unas horas, le llevó a insinuar ese camino.
Un arma de doble filo
“Para avanzar en nuestra ruta, me reuniré el día lunes [por hoy] con nuestros aliados de la comunidad internacional, y seguiremos ordenando próximas acciones”, continuó el dirigente de Voluntad Popular, el partido de Leopoldo López, privado de libertad desde 2014. Para los diputados de la Asamblea Nacional el equilibrio entre presión interna y externa es clave, aunque el papel de la Administración de Trump no solo empaña el trabajo de la oposición, sino que puede restarle legitimidad.
El de Estados Unidos fue el primer Gobierno en reconocerle. No obstante, su protagonismo en esta crisis es un arma de doble filo. El respaldo de Washington sigue siendo necesario, pero la mera hipótesis de un conflicto armado puede condenar a Guaidó a perder la batalla de la opinión pública, sobre todo en el seno de la Unión Europea. La mayoría de países del club comunitario reconoció su cargo de presidente interino, aunque Bruselas ha mostrado su determinación a buscar una salida negociada. Y España, recordó Borrell, pese a su liderazgo en las relaciones con América Latina, tiene “conjuntamente con otros países europeos una posición común”.