Los trabajadores informales, para quienes el 1 de mayo no significa nada
El 1 de mayo es una fecha emblemática no solo en Bolivia sino también a nivel mundial, porque se conmemora las luchas sociales y laborales de los trabajadores. Sin embargo, para algunas personas en el país es un día más de trabajo sacrificado. Son los que trabajan en el día de los trabajadores.
Si bien el 1 de mayo es considerado como un día para exigir reivindicaciones laborales o realizar mejoras a las condiciones de los trabajadores, para doña Elena no significa nada porque es un día normal de jornada laboral.
“Nada. Igual hay que trabajar. Ese día da más hambre, uno quiere cocinarse y no alcanza la plata”, dice doña Elena, quien es una vendedora de comida rápida, respecto al significado del 1 de mayo.
Doña Elena O. de Miranda, comercializa salchipapas en un puesto por las noches, prepara los insumos desde la mañana y lo hace hasta la tarde. Es decir, su trabajo le consume el día y la noche. Vende desde hace 25 años.
Ella confiesa que le gusta su trabajo, pero reflexiona que el Gobierno debería generar opciones de trabajo para la gente que no lo tienen.
“No hay trabajo, a veces no queda otra opción que salir del país”, al momento de recordar que por la falta de fuentes laborales estuvo un tiempo en Argentina.
“Es un día más de trabajo”
Shirley Sinclair es una vendedora de sándwiches que solo duerme entre 4 y 5 horas al día. “El 1 de mayo para los que trabajamos en cocina es un día más de trabajo”, dice.
Shirley analiza el trabajo que realizan las personas ambulantes: “Los que trabajamos de ambulante somos los que tenemos que pelear más para ganar lo que necesitamos y a veces es frustrante no tener una profesión”.
Un anciano que sigue cargando el peso de la vida
Don Antonio es un hombre de la tercera edad con cinco hijos y con discapacidad parcial de la vista. Trabaja como cargador. Él no festeja el 1 de mayo, porque “ese día estoy trabajando ya que en feriado se vende”.
“Yo no descanso”, asegura y así lleva más de 30 años trabajando. “No ganamos mucho, para comer nomas ganamos”, lamenta Antonio. “Me he enfermado 6 meses, he perdido un ojo, me han sacado en el hospital”, cuenta.
Los esposos que construyen
María Limachi y su esposo Rodolfo Calle se dedican a la construcción. Cuentan que levantan a las 6 de la mañana y terminan de trabajar a las 6 de la tarde.
Rodolfo cuenta que su padre también era constructor y ahora él se ha especializado como pintor decorador.
Asegura que su trabajo es riesgoso: “Estaba pintado edificios y el andamio no tenía equilibrio por lo que estuve a punto de caerme desde una altura de 6 pisos”, cuenta Rodolfo.
A pesar de los peligros y las horas extras que trabajan, la pareja tiene que seguir en esa rutina, tiene que sostener su familia de seis integrantes.
Basta con leer sus relatos para decir que los trabajadores informales no descansan ni en el Día del Trabajo porque la realidad que viven y necesidad les obliga a seguir su rutina laboral incluso el 1 de mayo. Ellos piden “fuentes laborales”.
El precio de recoger basura y limpiar calles
El sector formal, tampoco todos los trabajos son “color de Rosa”.
“Nos levantamos todos los días a las 4 de la mañana para ingresar a las 5”, dice una trabajadora de aseo urbano que prefiere no revelar su nombre.
Cuenta que “recoger los perros muertos, basuras de tiempo, las que sacan las comideras, perritos vivos en contenedores y bolsas” son algunas de las experiencias “desagradables” que debe afrontar día a día.
Pero “encontrar personas muertas, discutir con personas alcohólicas que duermen allí o buscan comidas en la basura”, es lo que peor que le puede pasar dice.
“En la calle te persiguen borrachos y locos en la madrugada”, relata. Cuenta también que “los conductores no se fijan cuando estamos alzando la basura y ocurren accidentes, que el seguro no cubre”.
Revela que sufre agotamiento crónico en los pies y las manos. “Hay que recorrer todo un distrito de rincón a rincón, es mucho el trabajo que nosotras hacemos”, afirma. Ella se queja de que “las personas siguen botando basura y debemos volver a barrer esos lugares”.
Dice que muchas veces deben volver a barrer avenidas dos o tres veces al día. También relata que las mujeres en gestación deben continuar el pesado y duro trabajo sin ninguna consideración.
“Los supervisores se molestan cuando alguna trabajadora va a la Caja”, denuncia.
Pide a la población que sean conscientes y que no boten la basura en las calles, porque “trabajamos en lluvia y frio, mojados debemos igual seguir trabajando”.