El cambio climático pone en peligro nuestra comida
Los recursos de agua y tierra del mundo están siendo explotados a niveles “sin precedentes” y, en combinación con la crisis climática, eso está generando presiones enormes que afectan la capacidad de los humanos para tener cómo alimentarnos, advierte un nuevo informe de las Naciones Unidas.
El reporte, preparado por más de cien expertos de 52 países y que fue publicado este 8 de agosto, encontró que el tiempo que queda poco tiempo para atender esta amenaza Medio millón de personas ya vive en lugares que se están tornando áridos y se está perdiendo la tierra arable entre diez y cien veces más rápido que se está formando, de acuerdo con el reporte.
El cambio climático agravará todavía más esos problemas, conforme las inundaciones, sequías, tormentas y otros eventos climáticos extremos alteran y, con el tiempo, reducen los suministros globales de alimentos. Más del 10 por ciento de la población mundial ya está malnutrida y algunos autores del informe de la ONU advirtieron en entrevista que la escasez alimentaria desatará una emigración más pronunciada.
Un peligro en particular es que las crisis alimentarias se presenten al mismo tiempo en varios continentes, dijo Cynthia Rosenzweig, científica de investigación sénior del Instituto Goddard de Estudios Espaciales de la NASA y una de las autoras principales del informe. “El riesgo potencial de una falla en múltiples canastas está aumentando”, dijo. “Todo esto está sucediendo a la vez”.
El informe sí ofrece algo de esperanza, pues postula maneras en las que se pueden ir atendiendo las crisis alimentarias incipientes, aunque estas necesitarían una reevaluación enorme del uso que les damos a las tierras y de la agricultura mundial, así como del comportamiento que tenemos como consumidores. Las propuestas incluyen mejorar la productividad de la tierra, desperdiciar menos alimentos y persuadir a más gente de que su dieta no dependa tanto del ganado y de la carne.
“Uno de los hallazgos importantes del trabajo es que hay muchas acciones que podemos tomar ahora. Ya están disponibles”, dijo Rosenzweig. “Pero algunas de esas soluciones requieren de atención, apoyo financiero y que haya un espíritu propicio”.
El informe publicado el jueves 8 de agosto es del Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), un grupo internacional de científicos reunidos por las Naciones Unidas que hace uso de investigaciones diversas con el fin de ayudar a los gobiernos a entender mejor el cambio climático y a tomar decisiones sobre cómo hacer políticas. El IPCC ha hecho varios reportes climáticos recientes, como uno del año pasado que explicaba las consecuencias catastróficas del aumento de la temperatura global en 1,5 grados Celsius con respecto a los niveles preindustriales, así como un informe próximo a publicarse sobre la situación de los océanos.
Algunos autores del informe también sugirieron que la escasez alimentaria va a afectar más a las zonas de por sí empobrecidas del mundo, lo cual desataría flujos migratorios que ya están redefiniendo la política de América del Norte, Europa y otras partes del mundo.
“La vida de las personas se verá afectada por una presión inmensa vinculada a la migración”, dijo Pete Smith, profesor de Ciencias de la Tierra de la Universidad de Aberdeen y uno de los principales autores del informe. “La gente no se queda a morirse. La gente emigra”.
Entre 2010 y 2015 la cantidad de migrantes de El Salvador, Guatemala y Honduras que han viajado hacia la frontera de México con Estados Unidos se quintuplicó, en paralelo con un periodo de sequía que dejó a muchos sin el alimento necesario y que fue tan inusual que los científicos vieron señales de que se debe a la crisis climática.
El informe del IPCC advierte que si no se toman acciones a gran escala, la crisis climática acelerará el peligro de que haya una severa escasez de comida. A medida que el calentamiento de la atmósfera intensifica las inundaciones, sequías, olas de calor, incendios forestales y otros patrones de clima, se acelera también la pérdida de tierras y su degradación.
Además, las concentraciones más altas de dióxido de carbono en la atmósfera -el gas de efecto invernadero cuyos niveles han aumentado directamente por la quema de combustibles fósiles- también empeorarán la calidad nutricional de la comida, mientras que las temperaturas más altas reducirán el rendimiento de las cosechas y afectarán al ganado.
Todos esos cambios amenazan con sobrepasar la capacidad de la industria agrícola para adaptarse.
En total, si las emisiones de gases de efecto invernadero siguen aumentando, también lo harán los costos de la comida, de acuerdo con el informe, con efectos adversos para todo el mundo.
“Es como acercarse a un punto de quiebre en la tierra y en su capacidad de cosechar comida y de sostenernos”, dijo Aditi Sen, asesor sénior en políticas sobre el cambio climático para Oxfam America, la sede estadounidense de la agencia internacional enfocada en combate a la pobreza.
Los investigadores del IPCC señalaron que, al mismo tiempo que la crisis climática ha dificultado la agricultura, la misma industria agrícola está agravando el cambio climático.
Actividades como el drenado de humedales -como lo que se ha hecho en Indonesia y Malasia para plantar aceite de palma- son particularmente dañinas. Las turberas pueden almacenar entre 530.000 millones y 694.000 millones de toneladas de dióxido de carbono; cuando son drenadas, ese CO2 es liberado de nuevo a la atmósfera, con todo y sus consecuencias de efecto invernadero, pues captura el calor solar y eso calienta el planeta. Por cada hectárea destruida se suelta el equivalente en CO2 de quemar 22.000 litros de gasolina.
En total, el informe indica que todavía hay tiempo para atajar estas amenazas si se hace más eficiente el sistema alimentario. Los autores del IPCC exhortan a que haya cambios inmediatos respecto a cómo se produce y distribuye la comida, incluyendo el manejo de las tierras, la diversificación de cosechas y que haya menos restricciones al comercio. También piden que haya cambios en el comportamiento de los consumidores, pues señalan que, a nivel mundial, un cuarto de toda la comida se desperdicia.
“Si el calentamiento global supera los 2 grados Celsius, podría haber un aumento de cien millones o más personas en la población en riesgo de hambruna”, indicó por correo electrónico Edouard Davin, investigador de la universidad ETH Zurich y otro de los autores del informe. “Necesitamos actuar con rapidez”.