Un nuevo canon cultural en diez objetos

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Esta no es una lista tradicional: es una antología de objetos que conforman, en conjunto, el retrato de una época que ha borrado los límites entre la alta cultura y, por ejemplo, una historia de Instagram.

 

El periodismo ha distinguido durante los últimos cincuenta años entre lo ya aceptado como cultura (como la literatura o el cine) y las tendencias, que se encuentran en lentos procesos de aceptación (como la moda o la gastronomía). Durante esta década que concluye, esa división se ha difuminado hasta casi borrarse: existen muchas manifestaciones culturales -más allá de los libros, montajes teatrales, películas, series, videojuegos o exposiciones- que han dejado de ser tendencias y se han convertido rápidamente en cultura del más alto nivel. Aunque no sean reconocidas como parte del canon cultural de nuestra época, representan mejor que otros productos nuestra manera de remezclar géneros y contar historias desde plataformas distintas. Les llamo Objetos Culturales Vagamente Identificados (OCVI), proyectos que trascienden las categorías tradicionales y aún no son completamente estudiados por la academia (aunque empiezan a serlo), y que son relevantes en el modo en el que consumimos la cultura.

Pertenecen al ecosistema cultural del siglo XXI, caracterizado por la multiplicación exponencial de prácticas creativas que, al mismo tiempo que atentan contra los límites entre arte y comunicación, generan un nuevo canon a velocidad de vértigo.

He seleccionado diez proyectos (o OCVI) de este año, que insinúan la existencia de un nuevo canon cultural. El tiempo me dará la razón o me la negará: nada es seguro en la lectura crítica del presente.

Aunque durante milenios los mapas estuvieron más o menos quietos y el GPS -el Sistema de Posicionamiento Global- los haya puesto en movimiento, estamos acostumbrados a que todos sigan el mismo criterio de representación. En cambio, los mapamundis del proyecto An Alternative Data-Driven Country Map, de la agencia Interacta, cambian constantemente porque han sustituido la geografía por los datos. Una topografía hipnótica e inquieta, creada por el equipo que lidera el científico y diseñador gráfico Nikita Rokotyan.

Treinta y un años después de lanzar al mundo el ya mítico eslogan “Just do it” de Nike, la agencia Wieden & Kennedy (W&K) ha engrandecido su mito. Por segundo año consecutivo, W&K lideró los premios de la gala Ad Age’s A-List & Creativity. Para la Copa Mundial Femenina de Fútbol, celebrada en junio de este año en Francia, lanzó “Dream Further”, un vídeo sobrecogedor en el que una niña futbolista acompaña a las máximas estrellas internacionales por distintos estadios del mundo. Actualiza una publicidad ya clásica en plena eclosión feminista.

Desde el estreno en mayo de Once Upon a Time in Hollywood, la lista de Spotify “Films & TV Favorites. Quentin Tarantino Takeover” ha sumado más de un millón de seguidores. Se trata de una selección de los temas de sus películas presentada por él mismo. El noveno filme de Tarantino -uno de los mejores del año- ha provocado la inesperada existencia de esta memorable retrospectiva musical de un auténtico virtuoso de las bandas sonoras nada originales.

La ficción y la historia son primas hermanas. Un tuit del 19 de octubre las remezcló brillantemente en un vídeo confeccionado con imágenes de los primeros días de la crisis en Chile y música de la serie distópica Years and Years (en la que se especula sobre lo que ocurrirá en el mundo después del brexit). Con unos 11.000 retuits y unas 360.000 reproducciones, este remix apócrifo se ha convertido en uno de los más emblemáticos de un año herido por la violencia de las protestas en Hong Kong, Cataluña, Bolivia, Chile, Venezuela, Ecuador y Colombia.

Rosario, la ciudad en el noreste de Argentina, es una pequeña potencia de la crónica transmedia. Este año, vuelve a situarse en la vanguardia con De barrio somos, una exploración en diversos lenguajes y formatos (serie documental, libro, juego de mesa, álbum de figuritas o cromos, imagen 360, fiesta popular) de la cultura de los clubes deportivos barriales. En la propuesta de Fernando Irigay y su equipo, la narración en múltiples plataformas innova hibridando las pantallas con un fuerte compromiso físico con la comunidad.

La inmersión y la participación son dos características de la mayoría de las experiencias culturales de nuestros días: casi un imperativo categórico. El año pasado terminó con “Bandersnatch”, el capítulo interactivo de Black Mirror. Pero la historia interactiva que más ha destacado este año no ha sido una serie de televisión, sino un videojuego experimental: Telling Lies. Heredero del rompedor Her Story y obra de los mismos creadores, Sam Barlow y sus sospechosos habituales, nos enfrenta a la pantalla del ordenador de la protagonista, para que veamos sus archivos de vídeo y averigüemos qué le ha sucedido. El misterio puede resolverse sin salir de esa pantalla, donde en lugar de reflejarse tu cara, se refleja, inquietante, la de ella.

No solo de pantallas vive el hombre. En un espectro muy variado que va desde los libros de artista más caros hasta los fanzines, el papel sigue siendo el soporte de gran parte de las lecturas más estimulantes de nuestra época. La escritora mexicana Vivian Abenshushan es el alma de Permanente obra negra, probablemente el libro más extraño y múltiple que se ha publicado este año. Es al mismo tiempo -y entre otras cosas- un tratado sobre tipografía, una historia de los artistas que trabajaron con fichas, un libro de epígrafes, un ensayo sobre las negras literarias en particular y la esclavitud en general, una novela benjaminiana y un collage visual y poético. Ha contado con la complicidad de Alejandro Magallanes, Luigi Amara, Ana Laura Alba y Mariana Ugalde. Y, aunque no solo de pantallas vive el hombre, también es una web.

Creada por Mikhail Zygar y Timur Bekmambetov, la serie documental 1968.Digital -pensada para verse en móviles- analiza la tecnología y la cultura de ese año desde la convicción de que fue cuando se crearon los cimientos del mundo como lo conocemos hoy. Y lo hace en píldoras de unos diez minutos, mediante un inteligente discurso en dos niveles: mientras una voz en off ensaya con agudeza, se suceden pantallazos del móvil -estados de Facebook, búsquedas en Google, fotos de Instagram, irrupción de mensajes o escritura de correos electrónicos- que van construyendo, en paralelo, otra narrativa en imágenes.

En plena explosión global de las series para escuchar, tanto documentales como de ficción, Radio Ambulante resiste emitiendo capítulos semanales autónomos. Pero la autonomía de esas crónicas contadas en voz alta importa menos -paradójicamente- que el conjunto que dibujan: una antología de alrededor de 150 historias emitidas desde 2012 con muchos autores pero una única personalidad. Además de la calidad de las nuevas entregas, dos novedades de este 2019 convierten el proyecto de Carolina Guerrero y Daniel Alarcón en el más destacado del año en el ámbito del pódcast: han creado una red internacional de clubes de escucha (reuniones físicas de grupos de oyentes) y han lanzado la aplicación para móviles Lupa (para aprender español escuchando historias radioambulantes).

El objeto cultural que más me ha gustado e interesado este 2019 es la serie que se emitió en mayo en el perfil de Instagram @eva.stories. Sus creadores son el tecnólogo israelí Mati Kochavi y su hija Maya. Han sumado un millón y medio de seguidores. Se trata del relato de los últimos meses de vida de Eva Heyman, una adolescente húngara que murió en Auschwitz. La obra entera se puede ver en YouTube. La innovación reside en que el relato audiovisual está narrado en primera persona: Eva retransmite sus difíciles vivencias en vídeos que incluyen emoticonos, filtros, mensajes. Lo que ya no consiguen las películas, series, novelas o cómics sobre el Holocausto, lo logra este artefacto narrativo que nadie esperaba y que te sacude tanto el cerebro como el corazón.

¿Qué tienen en común estos diez proyectos? Todos ellos son cosmopolitas, usan con virtuosismo las últimas herramientas tecnológicas, remezclan diferentes lenguajes artísticos y narrativos, cuentan con nuevos mecanismos de legitimación (desde el número de seguidores o de likes hasta los premios especializados) y tienden a la viralidad (cuando no es esta, directamente, su razón de ser). Esta decena de Objetos Culturales Vagamente Identificados -una selección posible- nos envía señales desde un futuro en que el canon será mucho más variado y complejo. Un futuro que habita en ciertas zonas del presente.

 

 

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Jorge Carrión (@jorgecarrion21) es escritor y crítico cultural. Su libro más reciente es Contra Amazon.