Con más de 100.000 muertos por covid-19 y economías duramente golpeadas por culpa de la pandemia, América Latina vive momentos especialmente difíciles.
Pero la máxima de que después de la tormenta siempre viene la calma muy probablemente no se hará realidad una vez que el coronavirus deje de estar en el centro de todas las preocupaciones.
El virus llegó a una América Latina todavía convulsionada por la ola de protestas que de forma casi simultánea sacudió a Ecuador, Bolivia, Colombia y Chile a finales del año pasado.
Y como advierte Francisco Mazzola, experto en América Latina de la consultora The Risk Advisory Group, “los problemas que provocaron protestas en 2019 solo están en pausa, ninguno ha sido resuelto”.
“Eso significa que, una vez que la pandemia se haya calmado un poco, lo menos que se puede esperar es un resurgimiento de lo que ya vimos”, le dice a BBC Mundo.
Lo mismo opina Daniel Linsker, de la consultora Control Risks.
“Estas demandas sociales muy probablemente van a rebrotar, como segunda ola“, anticipa Linsker.
“Y hasta podrías empezar a ver tendencias similares en México y Brasil, que de cierta forma evitaron esa ola de descontento pues canalizaron su sentimiento anti status quo a través de las elecciones de AMLO y Bolsonaro”, le dice a BBC Mundo.
Problemas exacerbados
Por lo pronto, la relajación de ciertas restricciones vinculadas a las cuarentenas con las que los gobiernos de la región han tratado de contener al virus, ya ha coincidido en varios países con nuevos brotes de protestas.
En algunos casos, estas se han presentado como reacciones a “nuevos” problemas derivados de la pandemia misma; en otros, las viejas reivindicaciones y tensiones son claramente visibles.
Y aunque ninguna es comparable en tamaño e intensidad con la ola de protestas de 2019, esto podría ser nada más cuestión de tiempo.
Después de todo, como destaca Mazzola, “a nivel global, y muy particularmente en América Latina, la pandemia ha exacerbado los problemas socioeconómicos, especialmente entre los sectores de la población que dependen de la economía informal”.
Y esto, a su vez, no hace sino profundizar la crisis de representatividad y la frustración con el status quo que Linsker identifica como el factor común detrás de las protestas de 2019.
Pero, ¿cómo se está manifestando esa explosiva combinación en los países que coparon los titulares a finales de ese año? ¿Y en qué se parecen y en qué se diferencian sus respectivas situaciones?
Ecuador: respiro transitorio
Como recuerda el colaborador de BBC Mundo en Ecuador, Matías Zibell, fue ese país el que dio el “pistoletazo de salida” a la ola de protestas sudamericanas, a inicios de octubre pasado.
El detonante fue la decisión del gobierno de poner fin a 40 años de subsidios a los combustibles, una decisión que el presidente Lenín Moreno se apresuró a revertir ante la protesta generalizada.
“El gobierno ecuatoriano se preparaba entonces a enfrentar su último año en el poder, 2020, con varias preocupaciones en lo económico (déficit público, vencimientos de la deuda externa) y frentes abiertos en lo social”, recuerda Zibell.
“Entonces llegó la pandemia”, destaca.
En sus inicios la misma golpeó con especial dureza a Guayaquil, la segunda ciudad del país, que fue noticia mundial por el colapso de su sistema de salud y servicios funerarios.
Y aunque ahora se ha ensañado con la capital, “eso no ha evitado que la gente haya desafiado la cuarentena para seguir protestando, especialmente en mayo pasado, coincidiendo con el fin de la etapa de aislamiento y el paso al distanciamiento social”, relata Zibell.
“Primero fueron los estudiantes universitarios, tras la merma en el presupuesto de la educación superior, y luego los siguieron empleados estatales que reaccionaron a los recortes en el presupuesto público, promovidos por el gobierno ante la crisis económica agravada por el coronavirus”, recuerda.
“Y los casos de corrupción en plena pandemia que le costaron la destitución a funcionarios nacionales y provinciales, e incluso el arresto a un expresidente, no colaboraron para mejorar el humor en las calles”, agrega.
Nuestro colaborador en Ecuador, sin embargo, destaca que “entre un virus que no da tregua, la preocupación sobre cómo subsistir que habita en muchos hogares ecuatorianos y una futura campaña electoral que ya empieza a barajar nombres de candidatos; el nivel de movilización social no se compara en lo más mínimo al que puso en jaque al gobierno en octubre pasado”.
Y Mazzola coincide en que las diferentes votaciones previstas en la región podrían ayudar a reducir la dimensión e intensidad de las protestas.
“Es bastante probable que en muchos países las campañas electorales terminen absorbiendo parte de la presión, y la gente podrá hacer sentir su descontento el día de la votación simplemente no reeligiendo a los candidatos del gobierno y votando a favor de una alternativa”, le dice a BBC Mundo.
“Pero aún así 2021 va a ser un año muy interesante”, anticipa el analista de The Risk Advisory Group, quien incluye al ecuatoriano en la lista de gobierno que se verán obligados a retomar la agenda de austeridad que alimentó las anteriores protestas.
Bolivia: tensión electoral
Que unas elecciones no son garantía de calma lo demuestra, sin embargo, el caso de Bolivia, donde acusaciones de fraude electoral fueron el detonante de las protestas que empezaron a sacudir al país a mediados de octubre de 2019.
Y según el periodista de BBC Mundo Boris Miranda, quien estuvo hasta hace poco en el país andino, la polarización política visible entonces se mantiene en medio de la pandemia.
“Las protestas fuertes en contra de Evo Morales que precipitaron su renuncia en noviembre de 2019 ahora se producen contra el gobierno interino de Jeanine Áñez”, explica Miranda.
“Van al menos tres domingos que se escuchan fuegos pirotécnicos como señal de rechazo a la administración actual, de manera muy parecida a lo que sucedió entre octubre y noviembre del año pasado como muestra de rechazo a Morales”, relata.
Según Miranda, la crisis sanitaria también ha generado diferentes protestas callejeras en medio de la cuarentena, “en reclamo de distribución de alimentos y apertura para las actividades económicas”.
Pero, como explica Mazzola, la principal fuente de potenciales disturbios sigue siendo el tema político electoral.
“En el caso de Bolivia, lo que habíamos monitoreado en las últimas semanas eran posibles problemas derivados de una posposición o incluso cancelación de las elecciones este año”, le cuenta a BBC Mudo.
“Ahora que hay una nueva fecha para los comicios hay menos posibilidades de protestas por ese tema, pero la animosidad y las tensiones entre el MAS y los otros partidos, y especialmente con (la presidenta interina) Áñez , siguen ahí”, agrega
Y según el analista de The Risk Advisory Group, la posibilidad de que se produzcan protestas sobre temas electorales también se mantienen, y podrían producirse si el MAS (Movimiento al Socialismo, el partido de Morales) tiene la impresión de que las restricciones impuestas para lidiar con la pandemia se aplican con mayor dureza en los territorios donde cuentan con más votantes.
Chile: con duras restricciones
En Chile las restricciones impuestas por la pandemia también han paralizado las intensas manifestaciones que marcaron el estallido de octubre del 2019.
Pero para nuestra colaboradora en ese país, Paula Molina, “el sostenido aumento en las muertes y los contagios han ratificado las demandas que las inspiraron: la precariedad laboral, salarial e incluso alimentaria que viven ciertos sectores de la población, el hacinamiento y las dificultades en el acceso a la vivienda, los altos niveles de desigualdad, la distancia de la élite con la ciudadanía y la creciente desconfianza en las instituciones”.
Hoy por hoy, sin embargo, las manifestaciones son prácticamente imposibles, no sólo en Santiago sino en toda la Región Metropolitana, donde alrededor de 7 millones de personas se encuentran bajo cuarentena total.
Molina explica que para salir de casa “es necesario pedir un máximo de 2 permisos semanales, o trabajar en alguno de los rubros considerados esenciales”.
“El gobierno además ha endurecido las penas contemplando incluso la cárcel para quienes no cumplan las medidas sanitarias“, le dice a BBC Mundo.
Y, como consecuencia, el centro de la capital Santiago, Plaza Italia, “epicentro de las protestas de octubre y rebautizada como Plaza de la Dignidad por los manifestantes, hoy luce casi vacía, y las consignas escritas en los muros y estatuas aledañas han sido borradas”, relata.
“Las únicas protestas que sí se reactivaron por algunos días en algunas comunas de Santiago, fueron aquellas convocadas por vecinos demandando un apoyo económico y alimentario del Estado. En esas protestas las personas acusaban que estaban viviendo situaciones de hambre en medio de la paralización impuesta por el Covid19.
“La televisión mostró en vivo y en directo el testimonio de los vecinos, los choques con la policía, pero también la pobreza de varios hogares y campamentos, o las ‘ollas comunes’ autoorganizadas para entregar comida a las personas”, detalla Molina.
Y en medio de un alza sostenida de contagios y con su sistema de salud exigido al límite, “Chile se e encamina hacia un invierno que tradicionalmente ha causado el colapso de los servicios de urgencia sin posibilidad, por el momento, de levantar las restricciones y reactivar la economía”, advierte.
Por el momento, sin embargo, sigue en pie el plebiscito convocado para octubre próximo como salida política a la crisis expresada en las manifestaciones de octubre.
En el mismo, como recuerda Molina, “la ciudadanía decidirá si continuar o no con la actual Constitución y definirá su mecanismo de reemplazo”.
Y, para Mazzola, en la medida en que se acerque la fecha electoral, los grupos detrás de la ola de protestas del año pasado podrían volver a salir a las calles para garantizar que la votación tenga lugar y que la gente salga a votar.
Colombia: también cuestión de tiempo
“En lo estrictamente político, la pandemia le dio un respiro al presidente Iván Duque“, dice del caso colombiano el corresponsal de BBC Mundo en Bogotá, Daniel Pardo.
Y es que, como explica Pardo, “las históricas protestas que arrancaron el 21 de noviembre perdieron impulso en navidad y se esperaba que se reanudaran en marzo. Pero el coronavirus acabó con ese proyecto”.
“Duque, además, ha mejorado sus números de aceptación durante la pandemia, gracias a que el virus no ha tenido el impacto que tuvo en los países vecinos”, destaca.
Para Pardo, con la pandemia el presidente colombiano encontró la agenda y el discurso que no había podido tener desde que asumió, en 2018, por cuenta de una coalición divida que ahora, hasta “se ha mostrado unificada en el Congreso”.
Y Duque lo ha aprovechado con un programa de televisión diario sobre el coronavirus en el que muestra la faceta gerencial y tecnócrata que lo puso como candidato del partido uribista.
“En estos tres meses de pandemia, solo dos sectores han mostrado interés en seguir protestando: los maestros y las víctimas del conflicto armado. Pero sus convocatorias no han tenido impacto“, agrega Pardo.
Pero nuestro corresponsal destaca que el respiro proporcionado por la pandemia es transitorio, “porque en el momento en que pase la emergencia sanitaria el país estará en la peor crisis económica y social de su historia reciente”.
“Las conversaciones que Duque planteó en noviembre con los promotores de Paro Nacional dieron pocos resultados”, dice el corresponsal de BBC Mundo.
“Y algunas de las problemáticas que estaban en el fondo de las protestas, como el asesinato de líderes sociales y la limitada implementación del acuerdo de paz con la guerrilla, se han profundizado durante la pandemia“, agrega.
“A eso se añade que en estos meses también han surgido escándalos en el gobierno que potencian las marchas, entre ellos una supuesta financiación del narcotráfico a la campaña de Duque (la llamada ñeñepolítica), abusos de autoridad por parte del ejército e inteligencia y el caso del hermano condenado por tráfico de drogas de la vicepresidente, Marta Lucía Ramírez”, detalla.
E incluso aspectos puntuales del manejo de la pandemia, como el día sin IVA, tienen potencial para afectar negativamente al presidente.
“La indignación que generó el Paro Nacional, pues, sigue vigente. Incluso se puede decir que tiene más razones para aumentar. La pregunta es cuándo volverá a las calles”, concluye.