¿Cuáles son los retos cruciales de Bolivia para el próximo Gobierno?

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elecciones, democracia, américa latina
Foto: Ueslei Marcelino / Reuters

Los bolivianos acudieron este domingo 18 de octubre a las que han sido catalogadas como las elecciones más importantes de la historia reciente del país. A ellas se integraron dos bloques muy enfrentados, el del Movimiento al Socialismo del expresidente Evo Morales y un conjunto de partidos que se oponen al sistema que ha regido en el país durante casi tres lustros. Tras esto, quien gane la contienda electoral deberá hacer frente a una serie de retos político, económicos y territoriales fundamentales para el desarrollo de este país suramericano.

Bolivia afronta una serie de retos políticos, económicos, regionales y sociales cruciales con problemas que han sido agravados por la pandemia y la polarización que se viven desde la renuncia forzada de Evo Morales y la anulación de los comicios del 2019 por denuncias de fraude.

Hay dificultades estructurales, otras requieren de atención urgente o se arrastran desde el Gobierno de Morales, pero gran parte de las soluciones están supeditadas a la estabilidad política y la reducción de la conflictividad porque, de otra forma, no habrá planes que funcionen, según analistas consultados por France 24.

El primer reto, garantizar la gobernabilidad

Parte de la preocupación está enfocada en las respuestas que pueda dar la clase política para lograr gobernabilidad y consolidar la democracia ante una posible mayor polarización de las fuerzas políticas, según los expertos.

El analista Henry Oporto considera que el país no solo está en una transición de un gobierno a otro, sino en “la transición del régimen autoritario que estuvo vigente por 14 años en el país, hacia un renovado régimen democrático” que permita, al mismo tiempo, atender mejor la crisis económica y la sanitaria causada por el coronavirus.

Según Oporto, los comicios deberían ser un hito en la consolidación del régimen democrático, pero reconoció que “hay un ambiente de una enorme crispación, tensión e incertidumbre” y “es posible que el resultado de las urnas no defina el futuro político del país y eso nos conduzca a un escenario de más confrontación”.

En 2019, Morales, líder del Movimiento al Socialismo (MAS), estuvo cerca de completar tres mandatos y buscaba en los comicios de ese año un cuarto periodo al margen de la Constitución y de un referendo que vetaba su reelección.

Morales se ha declarado víctima de un golpe de Estado y ha acusado a sus opositores de haber formado un “Gobierno de facto” como califica a la presidencia transitoria e interina de Jeanine Añez.

Evo Morales renunció en noviembre del 2019 en medio de protestas sociales urbanas y tras una petición de las Fuerzas Armadas para dejar el Gobierno debido a los conflictos.

Para el politólogo Marcelo Arequipa, la polarización está dada entre “el bloque masista” y “las fuerzas políticas antimasistas”, que están en la perspectiva de un “enfrentamiento mucho más grande” y que podría convertir al nuevo Gobierno en uno de transición hacia un nuevo ciclo político, cuya naturaleza es difícil prever.

Agregó que la clase política debe entender que hay tres factores de poder que deben ser tomados en cuenta por cualquier gobierno: la Asamblea legislativa, el campo de las organizaciones sociales populares y los comités cívicos (entidades regionales), y el sector empresarial de la región de Santa Cruz.

“Sin esos tres factores no se puede gobernar”, dijo.

El segundo reto, unidad para los problemas económicos

Los latentes problemas políticos parecen hacer sombra a los económicos, pero estos son muy complejos y difíciles de afrontar sin un ambiente de seguridad y certidumbre, según el analista económico René Martínez, de la Fundación Jubileo.

Un dato que refleja la gravedad de la situación es la caída del Producto Interior Bruto un 11,1 % al término del primer semestre. En términos nominales, el país tiene un PIB de casi 40.000 millones de dólares. Aunque fue la pandemia la que hundió la economía, el país ya arrastraba problemas desde el 2014 cuando comenzó la desaceleración.

Según Martínez, el mayor problema es el déficit fiscal provocado por el modelo de excesivo gasto público aplicado por el anterior gobierno para aumentar la demanda agregada, pese a la reducción de ingresos en la venta de las materias primas.

El país lleva seis años de déficit público con una media superior al 6%. En 2018, llegó al 8,3%, al año siguiente, al 7 %. En cifras absolutas, entre el 2014 y el 2019, el déficit fiscal sumó casi 15.000 millones de dólares, según datos oficiales.

Otros problemas preocupantes son la caída de las reservas internacionales de 15.000 millones de dólares en 2014 a poco más de 6.000 millones en la actualidad y la sobrevaluación del tipo de cambio (1 dólar por 6,97 bolivianos), que está congelado desde el 2011 y es un tema “políticamente muy difícil de abordar”, dijo Martínez.

La deuda externa creció hasta 11.300 millones de dólares a junio pasado (28 % del PIB), la deuda interna ronda los 7.000 millones y la tasa de desempleo está en un 10 % a septiembre.

Los problemas estructurales son la diversificación del aparato productivo ya que depende en un 80 % de las materias primas, y la formalización de la economía, puesto que un 70 % de la población económicamente activa es informal.

“Los momentos que se vienen son muy complicados desde el punto de vista económico. Exhortamos a los diferentes actores sociales y políticos a la unidad”, dijo Martínez.

Santa Cruz, “el factor que ya no se puede desdeñar”

Desde los conflictos que lideraron para forzar en 2019 la renuncia de Morales, las fuerzas regionales organizadas en el movimiento cívico del departamento de Santa Cruz han cobrado relevancia para ser un factor de poder determinante en la política boliviana.  Muchos ven en Santa Cruz la balanza para decidir si habrá o no segunda vuelta.

La región tiene un 25 % de la población del país, su caudal electoral representa un 26 % del padrón de votantes y su aporte al PIB, supera el 30 %, con una economía productiva basada en la agroindustria, lo que implica “unas lógicas distintas a las de la Bolivia tradicional vinculada a la extracción minera”, dijo la historiadora cruceña Paula Peña.

“Este país se constituirá en una nación en el momento en que el futuro presidente, sea quien sea, tenga la capacidad de reconocer la diversidad cultural, étnica, regional y potencializar cada una de esas diversidades para hacer de Bolivia un país rico”, agregó.

La región abandera la demanda de una autonomía verdadera con un pacto fiscal para contar con más recursos que ahora están en manos del Estado y sus empresarios impulsan la agrobiotecnología o el uso de los transgénicos, entre los temas que suelen causar polémicas nacionales y ante los que tendrá que responder cualquier gobierno.

“La importancia de Santa Cruz crecerá en la política con el crecimiento de su demografía y de su economía”, afirmó la historiadora para subrayar que esa región oriental “ya no es un factor que se puede desmerecer o desdeñar”.

En 2019, Morales cometió el error de subestimar la movilización que comenzó en Santa Cruz, pero la misma terminó con su posible reelección.