Gob. apuesta por biodiésel, pero se resiste al uso de más transgénicos
El presidente Luis Arce Catacora pidió el pasado lunes a Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB) retomar el proyecto de producción de biodiésel de modo que en 2021 se inicie la construcción de la primera planta que permitirá reducir las importaciones de diésel.
Sin embargo, la semana pasada, la ministra de la Presidencia, María Nela Prada, anunció la abrogación del decreto que autoriza la evaluación abreviada de nuevos eventos transgénicos, situación que genera incertidumbre en el sector agrícola que es el encargado de producir la soya para la obtención del biodiésel.
Según el vicepresidente de la Cámara Agropecuaria del Oriente (CAO), Óscar Mario Justiniano, este sector actualmente produce medio millón de litros de aceite crudo de soya, la materia prima para la elaboración de biodiésel.
No obstante, considera que el uso de nuevos materiales genéticamente modificados permitirá incrementar la oferta y, de ese modo, sustituir mayores volúmenes de diésel importado.
“Es enormemente importante tener mínimamente la capacidad de sustituir por lo menos el 20 por ciento de las importaciones que actualmente se hacen en combustible, de diésel específicamente, por lo menos inicialmente”, dijo.
Según datos del Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE), entre enero y julio de 2020, el valor de las importaciones de diésel llegó a 214 millones de dólares, mientras que el volumen superó las 331.362 toneladas (331.362.000 litros).
El proyecto de producción de biodiésel en Bolivia cobró fuerza en marzo de 2019, cuando el Gobierno anunció la aprobación del uso de dos nuevos eventos transgénicos en soya, cultivo que será destinado a la producción del combustible vegetal.
Incluso se proyectó el crecimiento de la frontera agrícola en 250 mil hectáreas destinadas a la producción adicional de soya, misma que iría exclusivamente a la obtención de biodiésel.
A decir de Justiniano, la implementación del proyecto biodiésel es fundamental no solamente porque implica la sustitución selectiva de importaciones y evita la fuga de divisas, sino por el impacto económica que genera la agricultura.
Explicó que, a diferencia del alcohol anhidro proveniente de la caña, el biodiésel no es solamente un aditivo, lo que permite una mayor sustitución de diésel importado. “Un litro de biodiésel es prácticamente un litro de diésel; es al 99,97 por ciento, o sea, lo sustituye casi al 100 por ciento”, dijo.
Actualmente, el Gobierno ejecuta el proyecto etanol, que consiste en la producción de alcohol anhidro a partir de caña, mismo que es mezclado con gasolina.
Transgénicos no son indispensables
El analista en hidrocarburos José Padilla considera importante la implementación del proyecto de biodiésel, pero no ve fundamental la aprobación de nuevos eventos transgénicos para este fin.
Padilla afirma que la mejora de rendimientos en cultivos como la soya está relacionada a la fertilización de los suelos, de modo que el uso de semillas transgénicas es solamente una parte de los elementos a tomar en cuenta en el aumento de la productividad.
Menciona que el déficit de diésel en Bolivia se inició en 1992 y que urge adoptar medidas para reducir la importación, cuyo valor anual supera los 1.600 millones de dólares.