Nayib Bukele, con todo el poder en sus manos

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Foto: AFP

“Nuestro país es como un niño enfermo, nos toca cuidarlo y nos toca tomar un poco de medicina amarga”, dijo Nayib Bukele en 2019 cuando tomó posesión de la presidencia de El Salvador, tras arrasar en las urnas. Ya el país probó un poco de esa medicina.El trago más amargo llegó cuando Bukele, el presidente más joven que ha tenido ese país, mostró su verdadera cara: detrás del líder joven y viral, que se hizo popular por sus mensajes en redes sociales, se reveló un populista, autoritario al que nada lo detiene para estigmatizar a todo aquel que se le oponga.

Son populares sus videos dando órdenes, criticando a los bancos, a las élites del país, a los legisladores y a los miembros de las cortes. Todos recuerdan cómo en 2020, escoltado por militares armados, llegó al Congreso para exigir la aprobación de un presupuesto, cuando algunos legisladores le hicieron preguntas sobre el destino del dinero.

Nadie olvida tampoco las imágenes (que él publicó) de pandilleros hacinados en las cárceles de El Salvador. Quería mostrar su mano dura, y los resultados en cifras oficiales señalan que durante su primer año de gestión se registraron 1.547 asesinatos, la cifra más baja en años.Una investigación periodística revelaría meses después que todo era un espectáculo. Bukele había negociado en secreto con los líderes de las temidas pandillas MS-13, los mismos que mostró semidesnudos en impactantes fotografías.

Un estilo que, contrario a lo que muchos temían, solo le ha dado réditos: Bukele no solo es el mandatario más popular en la historia de El Salvador, es el más conocido de la región y está por encima de los líderes de Europa y Asia; supera en imagen a Angela Merkel, según una encuesta de la consultora Mitofsky.

Fama que lo hizo ganador absoluto de las elecciones de este domingo, según los resultados oficiales. Su partido Nuevas Ideas (NI), creado por él hace tres años, no solo acabó con el histórico bipartidismo en el país, sino que se convirtió en el más votado de la jornada, ganando la mayoría de curules en el Parlamento, que le garantizan a Bukele un poder sin control alguno.

A partir de ahora, Bukele tiene la mayoría calificada (56 curules) en la Asamblea Legislativa, y si se alía con la formación de ultraderecha Gran Alianza por la Unidad Nacional (GANA), con la que ganó la Presidencia, suma 61 senadores; La Asamblea tiene 84 diputados.Con esos números podrá pasar el proyecto que quiera, tomar decisiones, elegir a los magistrados de la Corte Suprema y hasta reformar la Constitución.

Con este resultado el mandatario salvadoreño no tendría alguna oposición en el Congreso, ya que sus principales opositores actualmente, la Alianza Republicana Nacionalista (Arena, derecha) y el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN, izquierda), bajaron considerablemente su caudal de diputaciones.

De acuerdo con diversas analistas, este panorama supone que el presidente Bukele tendrá “todo el control”, lo que podría ser “peligroso” para el país si no se sabe “administrar bien el poder”.

Otros apelan a que, ahora que Bukele tendrá mayoría en la Asamblea Legislativa, promueva desde el Ejecutivo acciones, planes, estrategias y políticas encaminadas a combatir la corrupción, la pobreza y a mejorar la economía del país, que sufrió un gran impacto por la pandemia del coronavirus.

“Lo que preocupa es que en estos años Bukele ha demostrado situaciones que dejan mucho que desear: falta de transparencia, acusaciones de corrupción y un discurso del odio”, dijo Miguel Montenegro, director de la Comisión de Derechos Humanos.

Desde la campaña popularizó la frase: “Devuelvan lo robado”, dirigida a otros políticos y que hoy gritan sus seguidores. Y ya hemos visto lo que un líder con muchos seguidores que no piensa lo que dice puede causar: el año pasado Donald Trump (quien parece haber inspirado a Bukele) con su discurso animó la toma del Capitolio que dejó seis muertos.

Otros analistas, sin embargo, creen que la victoria contundente de Bukele supone una oportunidad para el mandatario de cumplir a la población sus promesas de campaña.

A juicio de Eduardo Escobar, de la organización Acción Ciudadana, “esta nueva etapa en la política salvadoreña marca una obligación para que sea el tiempo de la ciudadanía. ¿En qué sentido?, que el ciudadano pida que se cumpla lo que prometieron, pidan que les cumplan con todo lo que dijeron que iban a hacer en favor del país”.

“Pidan rendición de cuentas, que les informen. Dejen de tener ese papel pasivo, sino que por el contrario pidan que les cumplan y exijan que les rindan cuentas, si no nos vamos a ver en problemas como país, si la ciudadanía mantiene una apatía a este tipo de cosas”, señaló el experto en asuntos políticos en un canal local.

La apabullante victoria de NI no tiene precedentes en la historia reciente del país centroamericano. ¿Quién podrá controlar las ansias autoritarias de Bukele? En mayo, cuando se posesione esa Asamblea elegida a su medida, se sabrá si el remedio fue peor que la enfermedad.