Calentamiento global, egoismo y estupidez humana

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La clase trillonaria sigue nadando en el dinero que proviene de los combustibles fósiles. Pero ese dinero está acabando con el planeta. El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), integrado por más de mil ochocientos científicos, ha publicado su último informe después de una reunión realizada en Yokohama, Japón.

El presidente del IPCC, Rajendra Pachauri, hizo la enésima advertencia: Si el cambio climático continúa aumentando, “la estabilidad social de los sistemas de vida humanos corre grave peligro… El cambio climático puede aumentar el riesgo de guerras civiles y violencia entre comunidades”.

Los sectores más vulnerables de la población mundial serán los primeros en padecer hambre, más del que ya sufren.

Los especialistas en migraciones estiman que el medio ambiente y el clima están entre los factores determinantes de los desplazamientos masivos de poblaciones.

Irónicamente, las Naciones Unidas han proclamado el 2014 como el año de los Pequeños Estados Insulares en Desarrollo.

A medida que aumentan el calentamiento y el nivel de las aguas, millones de personas que viven en islas, penínsulas o cerca del mar, en los denominados Pequeños Estados Insulares en Desarrollo, se ven obligados a dejar sus casas. La Organización Internacional para las Migraciones (OIM) estima entre doscientos millones y mil millones el número de personas que podrían emigrar de aquí al 2050 por razones climáticas. Pero el mundo no reconoce todavía la calidad de refugiado climático sino solo la de asilado político.

En el documento Hambre y calentamiento global: cómo impedir que el cambio climático haga fracasar la lucha contra el hambre, Tim Gore, especialista de Oxfam, afirma: “Las empresas que lucran con el modelo económico dependiente del carbono, como Exxon, son las que tienen más que perder con un modelo alternativo de bajas emisiones”.

Por su parte, ExxonMobil publicó otro informe respondiendo al IPCC, en el que afirma que es “muy improbable” que las políticas para combatir el cambio climático impidan que la empresa continúe produciendo y vendiendo combustibles fósiles en el corto plazo.

Esta semana, la Cámara de Representantes norteamericana aprobó una medida que obligaría a la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica y a otros órganos del gobierno a centrarse en pronosticar el clima sin mencionar las causas del calentamiento.

Mientras tanto, el Senado de Tennessee aprobó un proyecto de ley que prohíbe la inversión en algunas formas no contaminantes de transporte público. Según el grupo ThinkProgress, la medida fue financiada por Charles y David Koch, los hermanos petroleros a quienes mencioné en mi artículo de la semana pasada.

Uno de los autores del informe del IPCC, el climatólogo bengalí Saleemul Huq, lo explicó de la siguiente manera en el programa de televisión ¡Democracy Now! (Democracia Ahora), de Amy Goodman y Denis Moynihan, autores del libro The silenced majority (La mayoría silenciada): “Las empresas de combustibles fósiles son las que abastecen de droga al mundo que les es adicto. Vamos a tener que poner fin a nuestra adicción. Vamos a tener que dejar de depender de ellos si queremos evitar el aumento de hasta cuatro grados”.

La meta de los dos grados se está volviendo cada vez más difícil de alcanzar y afrontamos un aumento de cuatro.

Otro de los autores del informe del IPCC, Michael Oppenheimer, profesor de Princeton University, dijo a Goodman y Moynihan: “Ahora ya ha sido imposible evitar los daños. Pensemos en lo que sucederá en el futuro cuando aumente el nivel del mar y las tormentas sean más intensas”.

Impotencia o ineficiencia de los estados más ricos, corrupción de los políticos, catástrofes previsibles, desplazamientos colectivos, es el cuadro que acompaña la concentración de la riqueza. Egoísmo y estupidez humana. No es como para alegrarse. Sin embargo, queda una lejana esperanza en que alguien rompa la unanimidad en el hipnotizado rebaño que marcha feliz hacia el abismo o el infierno.

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