Con la salida de EEUU de la OMS, el país asiático asume proyectos y asociaciones en innovación médica.
La supremacía del gigante asiático ya no se puede medir solamente por su desarrollo tecnológico (ver el especial ´Los avances chinos en la guerra tecnológica´). Uno de los factores fundamentales ha sido el espíritu de optimismo que trajo la llegada de Internet.
Existía la expectativa de que uniría a las personas a través del conocimiento, estableciendo una nueva comunión global centrada en el progreso. La información comenzó a circular instantáneamente, conectando culturas y promoviendo un intercambio de ideas sin precedentes.
En parte, esta promesa se hizo realidad. Sin embargo, en las últimas décadas se han intensificado los signos de desintegración y disputa. En el ámbito sanitario, este fenómeno se ha hecho evidente.
El caso de las vacunas contra el Covid-19 es quizás uno de los ejemplos más emblemáticos.
En Bolivia existieron intentos de montar un gigantesco laboratorio anticovid, pero fracaso como varios proyectos que se derrumbaron en la época del gobierno de Jeanine Añez. Varios empresarios no precisamente conocedores en la elaboración de medicamentos (que en Bolivia los hay), fracasaron en el intento para el pesar de ellos. Entonces se hablaba de una inversión por encima de los 100 millones de dólares.
Bolivia no tiene una tradición consolidada en materia de inmunización. La Agencia Nacional del Medicamento (AGEMED) oficina del gobierno central, se ha convertido en un facilitador de los trámites para la internación de insumos y medicamentos, pero su rol no pasa más allá por la falta de preparación de un plantel profesional.
Allende nuestras fronteras que han desaparecido en algunos casos por el auge de las redes sociales ha traído un fenómeno preocupante: la rápida difusión de información errónea. Las campañas coordinadas, basadas en rumores y teorías de conspiración, han socavado la confianza en la ciencia.
Como destacó la revista médica The Lancet, esta ola de desinformación llevó a muchas personas a abandonar tratamientos probados y seguir recomendaciones infundadas de “influencers”. Muchas de estas indicaciones eran fantasías o, peor aún, estrategias orientadas a obtener ganancias.
El papel de China
Las sospechas sobre China también se basan en acusaciones infundadas sobre sus capacidades tecnológicas y su voluntad de cooperar con otras naciones. Sin embargo, los hechos desmienten estas narrativas. Lejos de ser un país aislado o tecnológicamente atrasado, China se ha consolidado como una potencia innovadora y uno de los principales actores del escenario global.
Mientras instituciones como la OMS (Organización Mundial de la Salud) sufren el abandono, China se ha fortalecido como agente activo en la cooperación sanitaria internacional.
Pocos países de América Latina observan este fenómeno que cubre la medicina tradicional, las emergencias sanitarias, la salud digital y el desarrollo económico-industrial. Es muy común hacer comparaciones hoy en día riesgosas sobre la calidad de los fabricantes chinos de medicamentos.
Con la salida de Estados Unidos de la OMS, China adoptó una postura firme en defensa del fortalecimiento de la organización. En 2019, investigadores chinos (Yang Cheng y Feng Cheng) sostuvieron que el país tiene “mucho que ofrecer para promover la salud global” y debería considerarse “una parte inseparable de la gobernanza sanitaria global y la cooperación bilateral”.
La apuesta china por la innovación tecnológica es innegable. El país avanza rápidamente en sectores estratégicos como la robótica, la automatización industrial y la inteligencia artificial. Hoy ocupa una posición de liderazgo en la producción de vehículos eléctricos y el desarrollo aeroespacial.
En el ámbito sanitario, DeepSeek –un sistema de IA comparable a los más avanzados del mundo– se está aplicando en hospitales chinos, mejorando los diagnósticos y optimizando los procesos clínicos.
Además, instituciones como la Universidad de Tsinghua llevan a cabo experimentos innovadores con IA generativa para formar médicos y enfermeras. Estos proyectos exploran nuevas formas de interacción entre humanos y máquinas, permitiendo simulaciones clínicas más eficientes.
En el campo de la biotecnología
China también registra importantes avances en la investigación y el desarrollo de medicamentos y vacunas. Todo este avance indica una tendencia irreversible: China seguirá ampliando sus operaciones en tecnología y salud, consolidándose como un actor indispensable. En lugar de limitar sus actividades al nivel local, el país ha mostrado interés en fomentar la colaboración internacional e integrar a diferentes naciones en sus proyectos científicos y tecnológicos. Esta postura refleja la interdependencia de los países en la búsqueda de soluciones a los desafíos globales.
El concepto de “aldea global”, propuesto por el filósofo canadiense Marshall McLuhan, se ha hecho realidad. En un mundo interconectado, los desafíos y las oportunidades trascienden las fronteras. La colaboración internacional, especialmente en salud, es esencial. China se ha mostrado dispuesta a asumir un papel central en este proceso.
* Dimas Covas es hematólogo, profesor de la Universidad de São Paulo (FMRP-USP) y ex director del Instituto Butantan
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