Holandeses reciben tarjetas con olor a marihuana

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Los vecinos de Ámsterdam y de otros tres municipios situados al sur de Holanda recibirán esta semana unas tarjetas impregnadas con aroma de marihuana para que puedan identificarlo. De este modo, será más fácil destapar plantaciones ilegales y denunciar a sus responsables. Las cartulinas, que hay que rascar, llegarán al resto del país poco después. La idea fue ensayada en 2010 en Rotterdam y La Haya, y vuelve ahora a la carga en forma de proyecto conjunto patrocinado por la Asociación de Operadores de Energía, ayuntamientos y la policía.

Como los cultivos precisan luz de forma continua, hay riesgo de incendio, y las compañías eléctricas “pierden unos 200 millones de euros anuales en recibos impagados”, según Martijn Boelhouwer, uno de sus portavoces. A su vez, las fuerzas del orden calculan que “hasta un 90% de la producción de cannabis es vendida al extranjero y se crean organizaciones criminales”. “La venta de marihuana se mezcla con la de drogas duras, y cada vez hay más mano de obra barata del Este de Europa en estas plantaciones”, señala la página informativa abierta en la Web de la policía para presentar el plan.

El cultivo en sí mismo es simple: necesita luz, agua y una temperatura cálida y constante. “Puede aparecer en domicilios particulares, áticos, sótanos, cobertizos, naves industriales, invernaderos dedicados a la producción agrícola, campos de maíz, jardines privados, parques, granjas, contenedores o barcos. De Delfzijl (norte) a Maastricht (sur)”, sigue la policía. De ahí que la colaboración ciudadana sea esencial. La tarjeta es fácil de usar. De 20×30 centímetros y de color verde, solo hay que rascarla para aspirar el característico olor de la droga. Un número policial, al que puede llamarse de forma anónima, completa el conjunto. El año pasado, 5.000 cultivos ilegales fueron descubiertos por los agentes. Según sus cálculos, puede haber entre 30.000 y 40.000, la cifra más alta de Europa.

El consumo de marihuana es legal en Holanda desde 1976 siempre que su posesión no supere los cinco gramos por persona. La droga debe tomarse en los coffeeshops, establecimientos que se han hecho famosos, sobre todo en la capital. El problema es que la ley penaliza el cultivo -se permiten hasta cinco plantas para uso particular- y los dueños de los coffeeshops solo pueden almacenar 500 gramos para la venta. Dado que la clientela de un día supera a veces dicha cantidad, muchos recurren a redes ilegales para surtirse. La laguna legal así creada ha provocado el rechazo y la crítica del resto de la UE. En especial Bélgica y Alemania, vecinas directas de Holanda, además de Francia. Desde enero de 2012, el cannabis cultivado en Holanda con una concentración de su principio activo (tetrahidrocannabiol, THC) superior al 15% no puede venderse en los coffeshops. Aumenta el riesgo de dependencia y de trastornos psicóticos

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