Ronnagrams y quettameters: nuevos prefijos para medidas grandes y pequeñas

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Foto: Tibe De Kort

La semana pasada, la Conferencia General de Pesos y Medidas, reunida en Versalles, Francia, en su vigesimoséptima conferencia aprobó, entre otros puntos, nuevos prefijos que se aplicarán al Sistema Internacional de Unidades (SI): ronna, ronto, quetta y quecto.

Las nuevas medidas. Las nuevas nomenclaturas afectan tanto al límite superior de la escala del SI como al inferior. Así, el prefijo ronna (R), se referirá a los mil cuatrillones o 10 elevado a 27 (o un uno seguido de 27 ceros). Un ronnagramo será equivalente por tanto a mil cuatrillones de gramos, o lo que es lo mismo, un cuatrillón de kilogramos o mil trillones de toneladas. La masa de la Tierra sería equivalente a seis ronnagramos.

Las nuevas medidas abarcan una escala más todavía, mil veces superior: quetta. Quetta (Q) alcanza el quintillón, o 10 elevado a 30. El quettagramo sería por tanto equivalente a un cuatrillón de toneladas. La masa de Júpiter es, aproximadamente, de dos quettagramos.

De lo inmenso a lo infinitesimal. Las otras dos medidas pueden entenderse como las inversas a las primeras. Ronto (r) haría referencia a la milésima parte de una cuatrillonésima parte, es decir, uno partido de 10 elevado a 27. La masa de un electrón se situaría en, aproximadamente, un rontogramo. Si dividimos la escala ronto por mil llegaremos a quecto (q), la quintillonésima parte. Esto es una fracció de uno partido entre 10 elevado a 30.

Primera expansión en tres décadas. Esta es la última actualización de prefijos y sufijos del sistema, y la primera en 30 años. El último ajuste se realizó a principios de los 90. Entonces se añadieron los prefijos zetta (Z), yotta (Y) y sus inversos, zepto (z) y yocto (y).

Las nuevas expansiones vienen justificadas por la presión que implican las ingentes cantidades de datos que hoy en día son capaces de procesar los ordenadores, tal como explica el propio Comité Internacional de Pesos y Medidas (BIPM) en el documento en el que anuncia las resoluciones de su última Conferencia General.

Richard Brown, miembro del National Physics Laboratory británico, una de las instituciones que ha liderado la ampliación del SI, explicaba en una nota de prensa que “este último cambio es esencial para cumplir con las necesidades de la ciencia de datos y la creciente dataesfera, crecimiento que esperamos que acelere con la digitalización generalizada y el advenimiento de nuevas tecnologías como la computación cuántica.”

Necesidad de adelantarse. En el documento también explica que se quiere prevenir que expresiones no oficiales (como “hellabyte”, expresión que venía siendo utilizada en lugar que ahora ocupará el término ronnabyte) pudieran acabar calando en algunas comunidades.

Otras resoluciones. Ésta no es la única medida que la Conferencia General del BIPM ha tomado en su reunión. Dos de sus resoluciones tienen de hecho que ver con una medida que escapa en cierto modo del área “decimal” del sistema: el tiempo.

La primera de estas resoluciones tiene que ver con los segundos intercalares. El (polémico) mecanismo que tenemos para ajustar ciertas diferencias entre las formas que tenemos de medir el tiempo, las basadas en aspectos astronómicos (como el día o el año) con las que hoy por hoy utilizamos para estandarizar el tiempo (el segundo).

La segunda de estas resoluciones tiene precisamente que ver con el segundo. Los avances tecnológicos y científicos han hecho necesaria una redefinición del segundo para basarlo en una medida más precisa. El BIPM quiere tener lista una nueva definición de esta unidad para ser aprobada en su 28ª conferencia general, que debería tener lugar dentro de cuatro años.