Alberto Montt: “Hoy un ‘meme’ o un ‘sticker’ de WhatsApp nos dicen todo lo que somos”
La ansiedad, dice Alberto Montt, es un círculo vicioso. En una sala de cine, antes de unas vacaciones, al recibir un mensaje de la persona que le gusta o mientras lee un libro con calma, de repente, ataca. ¿Cerraste con llave? ¿Tienes el pasaporte al día? ¿Por qué no te envió un emoji? ¿Te das cuenta de que está pasando el tiempo? “Mi cabeza me destruye porque mi entorno es una mierda y mi entorno es una mierda porque lo destruyo en mi cabeza”, sostiene Montt (Quito, 48 años), diseñador, dibujante, bloguero y una de las estrellas del cómic latinoamericano, que estos días presenta en la Feria del Libro de Guadalajara Ansiedad (Planeta, 2020), más de 100 viñetas alrededor de ese monstruo que asalta en el silencio.
Tras un año y medio de entrevistas por Zoom, transmisiones en vivo por Instagram y preguntas sobre cómo ha llevado el confinamiento, el ilustrador camina como un ventarrón por los pasillos de la feria. Está feliz de estar de vuelta. “No me causa ansiedad la covid, mi problema es la gente en general… Pero eso me pasa desde los 20 años”, dice en entrevista con EL PAÍS en un pequeño patio recluido del tráfico. La feria ha vuelto tras el parón de 2020 y ha reducido su aforo al 70%, pero aun así espera a más de 200.000 personas esta semana. El ilustrador, de madre ecuatoriana, padre chileno y, según dice, “educación literaria argentina”, es uno de los platos fuertes del evento. Su libro, en el que caricaturiza la ansiedad como un pequeño bicho rojo parecido a un virus, es una de las delicias de uno de los locales grandes de la feria, donde se vende en el anaquel de autoayuda.
– ¿El humor es autoayuda?
– No iría tan lejos. El humor es una balsa de salvación –dice Montt, que aborrece la etiqueta–. Nos permite entender desgracias, soportar vicisitudes y abordar la vida de manera digna. El humor es lo que distingue al ser humano de los políticos.
El ilustrador creció en un pueblo a las afueras de Quito. Su educación, como suele recordar, se basó en los cómics de Mafalda y Condorito, que su padre le traía de regreso cuando viajaba a la ciudad. Estudió Diseño en Quito y a los 26 años se mudó a Santiago de Chile. Sus viñetas estallaron en internet una década después, en la era de los blogs, bajo el nombre Dosis Diarias. Hoy todavía comparte la mayoría de lo que produce en línea, donde sus dibujos son furor en la era del meme anónimo y los videos de TikTok.
El humor, visto desde esa perspectiva, es una cosa seria. “Vivimos en una sociedad que te indica qué es lo correcto y cómo se enfrentan las cosas. Creo que el humor es una respuesta a eso, a esa mirada que tiene una sola perspectiva”, sostiene Montt, que traza una línea entre su trabajo y la cultura de las imágenes virales: “La viñeta firmada implica una responsabilidad que no se encuentra en el meme. Con él se lanza algo al mundo diciendo ‘esto es lo que yo creo, esto es gracioso, esto es violento, esto es reflexivo, si quieren pueden compartirlo’. Pero no hay nadie detrás”.
Tras bucear durante casi una década en los pequeños –o enormes– gatillos de la inseguridad cotidiana que “pueden no ser más que el nerviosismo de subirse a un avión o la puerta de entrada a una depresión muy oscura” el ilustrador tiene una definición para la ansiedad que dice de corrido: “La ansiedad es una emoción generada por la incapacidad que tenemos para controlar nuestro entorno. Es la frustración de no poder tener todo bajo nuestro control”.
– ¿Dibujar le ayuda a controlar la suya?
– Dibujar me ayuda… 15 minutos. Es como la gente que va al psicólogo y sale diciendo “qué maravilla, me siento genial, me encanta venir” y dos horas después está mal. Nos ha pasado a todos. Yo fui un par de veces al psicólogo, habré hecho un máximo de cuatro sesiones.
En una época que conjuga una autoconsciencia inédita con una aldea global de miles de millones de personas compartiendo el mismo fuego en internet, Montt sostiene que “hay una tendencia de hablar de lo individual como algo perseguible, pero es una manera de manejar un rebaño. La sociedad individualista que se mira para dentro es igual a la cultura del meme. Toda esta mierda de movimiento del positivismo tóxico va por ahí. Esos mensajes que te dicen ‘eres importante’, ‘lo que piensas es válido’, ‘esa manera de ver es solo tuya’ te hacen decir ‘es verdad, soy único’ mientras le das ‘me gusta’ junto a miles de personas. No es que nos sentamos a decir ‘oye, a ver qué tengo’, es que alguien nos dice ‘tienes esto’ y te enseñan un meme o un sticker de WhatsApp que nos dice todo lo que somos”.
“Esa individualidad es un producto que nos venden para hacernos sentir especiales y todos somos lo mismo”, dice el ilustrador. “Todos tenemos los mismos libros adentro, las mismas series, la misma música, las mismas frustraciones. La ansiedad es una gran prueba de que no somos únicos”.