Gardel quería que el nene bandoneonista que había escuchado en Nueva York, se uniera a su gira latinoamericana. Su padre no lo autorizó y Piazzolla, genio precoz, se salvó de morir en Medellín. Falleció en 1992 y la tumba insignificante del autor de “Adiós Nonino” es una más al ras de la tierra, sin algo que destaque la importancia de su huésped de honor.
Astor Pantaleon Piazzolla, el compositor, bandoneonista y director de orquesta argentino, era marplatense y había nacido en La Feliz, el 11 de marzo de 1921. Sus padres, Vicente Piazzolla y Asunta Manetti eran inmigrantes italianos que se habían establecido en Argentina. Durante su infancia, su familia se mudó a Nueva York, donde comenzó a tomar clases de música e interpretar piezas clásicas, desde los 8 años.
En 1934, el Zorzal Criollo realizó la película El día que me quieras en la citada ciudad y Piazzolla participa como canillita; pero lo más importante es que Gardel escuchó tocar el bandoneón a Astor, durante una comida y quedó impresionado por la calidad de la interpretación asociada a la precocidad del intérprete.
En 1935, Carlos Gardel le pidió que lo acompañara en la gira por parte de América Latina y por razones familiares (tenía solo 14 años y el padre no se lo permitió) no lo hizo y eso quizás fue un hecho premonitorio que indicaba que debía vivir para llegar a ser el “genio musical que fue” porque se salvó de perecer en el accidente de avión que terminó con la vida de Gardel y sus compañeros de orquesta, en Medellín (Colombia).
En la década de 1940, Piazzolla comenzó a componer sus propias obras, y pronto se convirtió en uno de los compositores más importantes del tango argentino. En 1946, fundó su propia orquesta, la Orquesta de Cámara, con la que grabó varios discos y realizó giras por todo el mundo.
En la década de 1950, Piazzolla experimentó con nuevos sonidos y estilos, fusionando el tango con la música clásica y el jazz. Esto lo llevó a crear un nuevo estilo de música, conocido como “nuevo tango” o “tango nuevo”; generando un cisma en la música argentina.
Astor Piazzolla falleció el 4 de julio de 1992, pero su legado musical sigue vivo. Es considerado uno de los más importantes compositores del siglo XX, y su música sigue siendo interpretada y grabada por músicos de todo el mundo.
En su propia patria, fue muy cuestionado, principalmente por los cultores del tango clásico y arrabalero; sus creaciones tuvieron el poder y la fuerza necesaria para imponer su estilo y transformarlo en un éxito mundial, revelando una música excelsa hasta el punto de ser considerado casi como un héroe nacional, y sus composiciones una parte importante de la cultura argentina. En todo el mundo, su música es reconocida como una de las más importantes e influyentes del siglo XX.
No obstante, su tumba en el Jardín de Pax de Pablo Nogues (Sector 4, Manzana 3 y Parcela 16), no solo tienen una sencillez llamativa para un personaje de tanta importancia nacional e internacional, sino que además es infrecuentemente visitada y ni una simple flor le hace compañía.
Ni siquiera los empleados del cementerio sabían que “esa tumba de ahí” es la de Piazzolla. Se sorprendieron –y no dejaron de sentir orgullo por contar con un huésped famoso- cuando fui a consultar por qué no tenía una escultura que acompañara su importancia.
Cuanta tristeza y desazón me produjo ver esa solitaria y olvidada placa de mármol a ras de la tierra, formando un ejército con tantas otras representando el lugar donde descansa el músico argentino más importante del siglo XX, cuya trayectoria como intérprete del bandoneón y compositor ha llevado a la música argentina al pedestal de la gloria universal para siempre.
El olvido y la indiferencia hacia nuestros grandes, es el reflejo de la decadencia de la sociedad de la que siempre nos quejamos, y en la que somos los principales hacedores de este ocaso, atraso y tristeza.
El autor es Miembro de la Academia Argentina de Cirugía, Docente Autorizado de la UBA, Miembro Internacional de la Asociación de Cirugía Plástica Americana.