Bob Dylan, la música para siempre

Por Carlos Rodriguez San Martín
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Finalmente me di tiempo para ver la película dedicada a Bob Dylan “Un completo desconocido”. El biopic es extremadamente intenso y, claro, existe esa vulnerabilidad de la crítica para descalificarlo. A mí me gustó la manera como se describe a uno de los artistas (excelso compositor de música que ganó el Nobel de Literatura) tímido, acústico y performativo. La película se toma el tiempo necesario para inmortalizar el mundo surcado de grietas de Dylan, su meteórica ascendencia a la fama, los sueños que desvanecen su éxito, el rechazo formal a su propia carrera, el momento del pleito con el folk y su inconsistencia suprema e ilimitada con el rock. Hubiera querido contrarrestar la furia del adolescente, el cambio de era tan de la mano de su música y el prototipo de compositor sin remilgos a la caza seductora de sus víctimas. Dylan ha tenido que relamerse las heridas que pulverizaban sus sentimientos con los anacronismos de la política estadounidense en plena la guerra fría: los televisores en blanco y negro, el cataclismo de la guerra nuclear, el apelo a JF Kennedy a Nikita Jrushchov; “el mundo se acaba mañana” y la emergencia de una actitud deliberadamente intelectual al surgimiento del rock and roll, que opacaba al semental del folk.

La película de James Mangold no es una consistencia lejana a lo apegos del cantante, su tumultuosa relación con Joan Baez y lo pararrayos de la época entre 1961 cuando llega de Minessota a New York con 20 años hasta romper sus instintos que ya pendían de un hilo durante esa década.

La producción se sumerge en los primeros años de la carrera del legendario músico, explorando su transformación de un joven cantante de folk a una figura revolucionaria del rock que lo templa en distinto muelle. De acuerdo con la sinopsis oficial, el filme retrata su ascenso meteórico hasta llegar al controvertido momento en que decide electrificar su sonido, una decisión que dividió a sus seguidores y marcó un hito en la historia de la música estadounidense.

Dylan con Joan Baez

El medio original detalló que una de las decisiones clave del director James Mangold fue que todas las interpretaciones musicales fueran realizadas en vivo por Timothée Chalamet, sin recurrir al playback. Para ello, el actor se preparó durante cinco años, perfeccionando tanto su habilidad con la guitarra como su capacidad vocal para capturar la esencia de las presentaciones de Dylan. Este enfoque buscó transmitir la energía cruda y la autenticidad de las actuaciones del músico, logrando que cada escena en el escenario se sintiera espontánea y real.

Mangold, decidió contar la historia de Dylan desde la perspectiva de quienes lo rodearon, como los músicos Pete Seeger y Joan Baez, así como algunos de sus seguidores. Según el director, esta elección permitió evitar una visión simplista del personaje y construir una narrativa con una dimensión casi mitológica.

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