El drama de una violación no consentida en el cine

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La confesión de una actriz que murió en 2011 a la edad de 58 años alcohólica y psicológicamente perturbada tras sufrir los efectos postraumáticos de una violación.

 

La actriz María Schneider, principal protagonista de la película dirigida por Bernardo Bertolucci en 1972, El último Tango en París, paso el resto de su vida hasta su muerte hablando que fue agredida y violada en la famosa escena de la mantequilla. Schneider tenía 19 años cuando protagonizó esa película junto a la ya entonces consagrada estrella del cine Marlon Brando, Es sabido que escenas de sexo en el cine son un imán para el público. Siempre fue así y así seguirá siendo mientras exista un hombre y una mujer en la faz de la tierra.

El hecho es que en la película filmada en Paris entre las muchas acrobacias sexuales que componen el enredo el clímax se alcanza cuando Paul (Brando) sodomiza Jeanne (Schneider) en la “escena de sexo crudo de la mantequilla” de la que se sigue hablando hasta ahora. Película es película, y un acto sexual, claro, podría ser una simulación. Pero esa escena sucedió descarnadamente, sin el permiso de  Maria Schneider, y solo eso, basta para demostrar que la cosa fue demasiado lejos. Bertolucci y Brando acordaron que habría sexo duro de verdad sin que la actriz de origen francés hubiera sido avisada, lo que quiere decir que fue tomado por sorpresa, o para ser  tan crudos como Brando y Bertolucci: Schneider fue violada en la famosa escena de la mantequilla. La actriz ni siquiera era mayor de edad y Marlon Brando tenía 48 años. María Schneider murió en 2011 (alcohólica y psicológicamente perturbada) y pasó el resto de su vida diciendo que se sintió “abusada”.

Sin embargo, ninguna estrella de cine le prestó atención y decidió dejar pasar sus lamentos como que todos tienen que cargar una cruz cuando se hacen películas en las que un director tan reconocido y famoso quiere y puede llevar las escenas a niveles impensados.

Los medios de comunicación norteamericanos revelaron recientemente en una entrevista de 2013 que Bertolucci admitió (por primera y única vez) que la actriz tuvo que ser sorprendida porque “quería filmar la reacción de la mujer verdaderamente humillada y no la expresión de la actriz”. El Último Tango en Paris es una película radicalmente existencialista que retrata la ausencia de valores idealistas, metafísicos, sociales, éticos, morales, familiares y religiosos.

No faltará quien diga que la combinación de  Bertolucci con Brando se encuadró en un escenario de vidas profundamente vacías en comunión del existencialismo. Pero esa es una perfecta trampa. Lo que ambos armaron tiene otro nombre que a estas alturas es condenado por la sociedad; una lacra de la que reniegan incluso los silenciosos artistas en Hollywood. Las palabras para calificar la aberración: comportamiento sexualmente predatorio y brutalidad extrema.

No hace poco otra celebridad de las pantallas de cine, exhibió todo su empeñó en denunciar la brutalidad del presidente de los Estados Unidos, Donald Trump y pidió a los periodistas mantener alerta a la sociedad norteamericana por un escenario que según la actriz se perfila violento e inhumano y sin censo ni humanidad. Habría que preguntarle a Maryl Streep dónde estaba durante todos estos largos años mientras María Schneider sentía el vacio de una sociedad perturbada a la vera del silencio, alcoholizada y recluida en su propio yo interior admitiendo que protagonizó sin autorización del director una de las violaciones más brutales de la historia del cine.

Uno de los abusos más humillantes contra la mujer.

 

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