H.C.F Mansilla: La Bolivia que no cambia

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Foto: Hernán Andia Los Tiempos

“Yo creo que los indianistas, bajo esa apariencia radical de modificar todo, en el fondo lo que quieren es preservar valores muy antiguos y muy convencionales, jerárquicos, verticales, autoritarios, machistas, que vienen de muy atrás, pero ahora con un aspecto revolucionario del cambio total.”

En mi caso, para conseguir una entrevista exclusiva con H.C.F. Mansilla, el pensador contemporáneo más brillante que tiene Bolivia, necesité tragarme el orgullo de por lo menos tres rechazos sin derecho a réplica, vencer una prueba de escritura y, obviamente, tener el respaldo de una marca como es el periódico Los Tiempos.

Una vez roto el hielo y en un encuentro en vivo y directo (Mansilla estuvo en Cochabamba días atrás para participar de un seminario sobre René Zavaleta), este prominente intelectual se muestra tan fascinante como lo es su pensamiento.

Empiezo la entrevista preguntándole qué opina de los cambios drásticos que ha sufrido Bolivia en la última década y responde sin dudar: “Yo supongo, al contrario de lo que usted dice, que el país ha cambiado muy poco en las últimas décadas y que arrastra tradiciones, puntos de vista, normas de comportamiento, pautas de orientación que son más o menos las mismas desde hace muchísimo tiempo. Lo que cambian son pequeños aspectos exteriores, por ejemplo, un Gobierno puede ser más afecto en la teoría a cuestiones indianistas, a resaltar valores de las culturas aborígenes, puntos de vista ancestrales, pero eso creo yo que es lo superficial”.

Mansilla hace una pausa breve e inmediatamente ejemplifica su posición: “Quiero mostrarle, por ejemplo, algunos aspectos de lo que no cambia a través de siglos. En la época de la colonia, por ejemplo, lo más usual era la instrumentalización del Poder Judicial por el Poder Ejecutivo. La inmensa mayoría de toda la documentación existente en el Archivo de Indias, son quejas, agravios de la población contra el mal funcionamiento de juzgados y fiscalías y, al mismo tiempo, son quejas sobre cómo el Estado, las autoridades del momento, oidores, la administración virreinal, hacían que la justicia realmente siempre falle a favor de los que tenían buenos contactos con el Poder Ejecutivo y creo yo que esta instrumentalización del Judicial por el Ejecutivo se ha mantenido vigorosamente hasta hoy, y más bien en los últimos diez años ha tenido un renacimiento notable”.

Para el enemigo la ley

Según H.C.F Mansilla, doctor en Filosofía por la Universidad Libre de Berlín, otro aspecto ligado al anterior es la continua vigencia del principio virreinal de “al amigo todo, para el enemigo la ley”. Es decir, “la idea de la discrecionalidad, al amigo, al aliado, al allegado, se le permite prácticamente todo. En cambio, al enemigo basta con aplicarle los instrumentos de la ley, con lo cual la ley viene a quedar como algo negativo, como algo horrible que se aplica sólo en casos extremos”.

“Otra cosa que no ha cambiado gran cosa -abunda Mansilla-, es la cantidad de trámites a los que está sujeto el ciudadano común. También en la colonia había una enorme cantidad de protestas que se debía al carácter muy enrevesado y complicado de la burocracia colonial, y aquí hay ciertas instituciones que no han variado gran cosa. Me refiero, por ejemplo, a Derechos Reales, que es una institución extremadamente complicada y, obviamente, los más interesados en que no cambie nada, es esa hermosa fauna de gestores, abogados; es decir, de los que viven aprovechándose de que los normales litigantes no tienen ni tanto tiempo ni tanto dinero para perder haciendo los trámites correctamente; entonces, ellos, igual que en la colonia, se aprovechan de esa situación”.

La mala educación

Otra cosa que en Bolivia no ha cambiado nada, según este pensador, es la mala conformación de la educación en general y de la universidad en particular. “Ambas instituciones siguen siendo memorísticas, siguen teniendo una tendencia muy fuerte a no tratar temas que tiene que ver con otras culturas, o sea muy cerradas por las montañas que al mismo tiempo protegen, pero también aíslan del mundo exterior. Entonces, en los campos de la educación, del funcionamiento normal, de las funciones estatales, en el caso concreto del Poder Judicial, se arrastran, creo yo, tradiciones que vienen de muy atrás y que no han cambiado nada”.

Con dos libros publicados este 2016 en Rincón Ediciones: “Filosofía Occidental y Filosofía Andina” y “Las raíces conservadoras bajo las apariencias radicales en América Latina”, Hugo Celso Felipe Mansilla Ferret, asegura que otro aspecto que en Bolivia no ha cambiado nada en las últimas décadas, es “la arrogancia de los que detentan ocasionalmente el poder y empiezan siempre como amigos del pueblo, como fue el caso del 52 con el MNR y del 82 con la UDP, y terminan conformando élites extraordinariamente privilegiadas y alejadas de los intereses del pueblo llano”.

Educación y cambio

El pueblo, la gente que camina en las calles, siempre espera que las cosas que están mal cambien. ¿Qué se necesita para que una sociedad se transforme? “Estimada señora Gonzales -comienza respondiendo Mansilla-, no existe ninguna receta. Si hubiese una receta, ya se la habría aplicado en algún país del mundo. Una cosa fácil y simple, de efectos contundentes y rápidos, eso no hay. Lo que se puede pensar, siguiendo el modelo de cambio más exitoso, que es el de los países escandinavos en el siglo XIX o de Corea del Sur, Singapur en el siglo XX; es apostar por la educación, por un cambio real motivado por la modificación de pautas educacionales”.

Pero para eso -dice el pensador- hace falta una verdadera reforma, seria, sostenida en el tiempo “y no estas simples declaraciones líricas que han sido la reforma educacional de 1952 en adelante, bajo el MNR o las otras que ha habido en los últimos años, que en realidad no modifican gran cosa las pautas profundas de comportamiento de la población, que más bien tienden a consolidar lo de antes”.

Indianistas conservadores

“Por ejemplo, yo supongo, pudiendo equivocarme fácilmente -sentencia H.C.F. Mansilla-, que todas estas tendencias indianistas radicales de izquierda, en el fondo son muy conservadoras, en el sentido de que preservan, mantienen valores de orientación muy antiguos, con una pintada exterior, con un aspecto exterior radical, pero que en el fondo son muy conservadores. Esto me ha preocupado sobre todo en el caso del indianismo, he publicado un pequeño libro en la editorial Rincón Ediciones sobre este caso. Yo creo que los indianistas, bajo esa apariencia radical de modificar todo, en el fondo, lo que quieren es preservar valores muy antiguos y muy convencionales, jerárquicos, verticales, autoritarios, machistas, que vienen de muy atrás, pero ahora con un aspecto revolucionario del cambio total. Yo creo que en eso Bolivia es uno de los países relativamente más conservadores del mundo, junto con el ámbito islámico”.

 

 

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