Las Pistas de Maldox (Guerra Fría, Drogas y Rock n´Roll) | Séptima entrega

Las chaquetas con el símbolo de la paz se contraponen al diablo. Las almas perdidas y el grupo la Sagrada Familia que rompe el glamour y el valor sentimental de la época.
Los pacifistas como Maldox usaban chaquetas de jean desgastadas con el símbolo de la paz en la espalda. La historia del desarme nuclear, las letras DN que juntas formaban el acrónico del Desarme Nuclear, eran cosa común de ver. También fue el tiempo del Clan Sicilia a quienes sin importar poner precio a sus cabezas arriesgaban a toda velocidad en sus motos Harley Davidson y eran dueños de la escena fiestera de La Paz. Se agigantaban y metían miedo en sus motocicletas Harley. Querían ser una suerte de imitación de los Hell Angels. Fue un tiempo también ideal para las almas perdidas en la práctica de la espiritualidad cristiana que congregaba a masas de seguidores ávidos de la palabra de Dios. Ruibal y compañía, que, sin ser muy esbeltos ni musculosos, llenaban estadios con miles de personas que se entregaron a la palabra de Dios. Los cristianos fueron una fuerza adyacente a las fortificaciones del resto de grupos más psicodélicos que religiosos. La experiencia religiosa tenía alfo en común con la droga. El temor a las adicciones le ponía un freno a la velocidad que a veces se imprimía.
También había que estar preparado para presenciar escenas devastadoras de violencia y adicción que llegó en la época de Charles Mason, el fanático religioso que cultivaba al diablo entre sus favoritos, cuyas jerarquías en el consumo de drogas psicodélicas que incluía LSD implosionó la psique superpuesta de su grupo de fanáticas dispuestas a todo para honrar el culto a Mason. Imágenes superpuestas ya que resultaban obscenas para un periodo en el que las palabras estaban cargadas de amor y poesía desde distintos ángulos, el valor que adquirió el diabólico personaje no era del tamaño de fragilidad que contiene el alma de una escritora que hizo la siguiente descripción narrativa de la película “Once upon in Hollywood” de Quentin Tarantino, que fue precisamente el arco diabólico que inspiró el film y la narrativa de Caro Hoz de Vila.
“En los barrios de Hiaight Ashbury, por entonces, un personaje empezaba a trascender. Portaba una guitarra, composiciones musicales. Era un antisocial de barba y melena, que asumía la apariencia y el rol bondadoso de un Jesucristo de los suburbios. Para cuando Manson llegó a San Francisco, la escena hippie era decadente. Traficantes merodeaban los alrededores, muchachas con flores en la cabeza se prostituían para pagar sus vicios. Mientras que algunas de ellas, eran víctimas de violaciones colectivas, por estar sumidas en el LSD, Charles Manson sabía cómo tomar la apariencia de lo que los jóvenes perdidos necesitaban escuchar en ese momento. Un Mesías que los salvara de su orfandad cultural y familiar, tomaba la piel de un maestro. Como un nazareno de los 60, congregaba a espectadores a sus pequeños conciertos callejeros, donde predicaba el advenimiento de una nueva era, mientras sus extasiados seguidores fumaban hierba”.
“Desde San Francisco hasta los Ángeles, fue realizando gradualmente su peregrinaje, para encontrar soldados que siguieran su prédica. Hijo de una prostituta adolescente, y dueño de una elocuencia natural, fue ganando discípulos gracias a sus diatribas y discursos contra del sistema, a favor del amor y la paz. Se había formado con estafadores y delincuentes, en un pasado turbulento de abusos y violaciones. Como el mejor mentiroso, fue endulzando los oídos de las almas perdidas, con la promesa de entrar al reino del patchouli, lejos de la banalidad del capital. Fue convirtiéndose poco a poco en mentor de jóvenes descarriados, y desertores familiares, hasta formar su Sagrada Familia. Como el pescador de almas, Manson los rescató de la calle, y del dolor familiar”.
“Él era la perfecta combinación de rebelión y carisma. El odio que adolescentes rezagados necesitaban para vengarse de sus padres y de las instituciones que los habían reprimido, desde niños. Padres que solo buscaban controlar su destino, los habían expulsado de casa, por no obedecer a sus planes. Bastaba que Manson los encontrase indefensos en algún boulevard o pasaje, para llevarlos en su autobús escolar, de color negro. Su olfato para detectar espíritus vulnerables era tan grande, que logró reclutar a un clan de mujeres atractivas de clase media con desequilibrios mentales. Víctimas de acoso escolar, represión familiar o abusos sexuales eran las Marías Magdalenas del Mesías resentido, al igual que un grupo reducido de hombres. “Estos son los hijos que ustedes echaron y yo soy quién los ha acogido”, diría orgulloso en una entrevista, al elogiar su labor de líder”.
“Entre tanto, en uno de los barrios más residenciales de Hollywood Hills, 10050 Cielo Drive, en la residencia alquilada del productor musical, Henry Milch, vivía una de las actrices más deseadas y bellas del espectáculo. Una modelo y exreina de belleza que apenas había participado en ocho películas y tres series de televisión. Su debut había llegado con Barrabás, aunque su nombre alcanzaría recién reconocimiento con El ojo del Diablo, una cinta de terror satánico. No obstante, sus films más recordados serían El baile de los vampiros, y El Valle de las muñecas, por la que fue nominada a un Globo de Oro. Sharon Tate, junto a su esposo Roman Polansky, un director europeo, vivía un matrimonio sin restricciones sexuales. Aunque, no se encontraba alejada del dolor de las jóvenes de La Sagrada familia. Había crecido como la hija de un matrimonio católico estricto. La belleza sureña educada sólo para ser impecable y perfecta. Solo su impactante aspecto la llevaría por lugares diferentes, al posar a los 16 años para la portada de la revista Barras y Estrellas del Ejército, y realizar comerciales publicitarios”.
“Tate vivía su momento de redención, drogas y rock and roll, solo que, con champagne, comida gourmet, baños de espuma, viajes costosos, y glamour, por sus papeles de femme fatale en Hollywood. Además de ser el sueño de todo hombre, tras haber posado en Playboy de 1967. Junto a Polanski, Tate llevaba una relación abierta donde los tríos, los encuentros colectivos y fortuitos, alimentaban la llama del amor, desde su unión poco usual en la Mansión Playboy. El director polaco, que había padecido en su pasado privación, hambre y terror en un gueto en Cracovia, empezaba a vivir su sueño americano de ser artista consagrado, tras el rotundo éxito de la cinta El Bebé de Rosemary, junto a Mia Farrow y John Cassavettes. Se había convertido en el realizador con el que todo actor quería trabajar, además de resultar rentable para los estudios de Hollywood. No obstante, a su taquillero éxito le siguieron amenazas anónimas de muerte, así como la oferta de guiones sobre ocultismo y brujería”.
“Su matrimonio con Tate alimentaba a la vez el morbo de la prensa, al ser considerado satánico. El estilo de vida de la pareja no estaba lejos de perseguir la utopía hippie. Fumaban marihuana, probaban drogas psicodélicas, hacían orgías, y realizaban constantes viajes, con amigos y uno que otro oportunista. Sólo que ambos eran hippies con privilegios. Eso los diferenciaba de los hippies vagabundos que se encontraban a pocos pasos de su tragedia, en la Sagrada Familia. Sharon Tate se hallaba en preparativos para una cena, mientras su marido estaba en Europa”.
“El 9 de agosto de 1969, lo que sería un encuentro de amigos se convirtió en un baño de sangre, donde la actriz, embarazada por entonces de siete meses, sería víctima de un ataque brutal, propiciado por seguidoras de La Sagrada Familia. De pronto el sueño hippie se convirtió en una pesadilla. Una guerra de los pobres contra los ricos. De las chicas sin suerte contra las que tienen estrella, se desató en un campo de batalla. La fantasía de paz y amor, era ahora sanguinaria, ejecutada por hippies que morían de hambre en las calles, al abastecerse de contenedores en los supermercados, drogas ácidas, robar autos y asaltar propiedades millonarias”.
“Bajo las órdenes de Manson, Peter Watson, Linda Kasabian, Patricia Krewinkel y Susan Atkins entraron a la vivienda y asesinaron a la mujer de Polansky, junto a Abigail Folger, Wojciech Frykowsky, Jay Sebring y Steven Parent. Atkins y Krewinkel sostuvieron de los brazos a Tate, para dar oportunidad a Watson de que la apuñalara en el vientre 16 veces. Acto seguido, los perpetradores de La Sagrada Familia pintaron en las paredes; Pig, al hacer mención al bebé no nato de Sharon Tate. Días después, se descubrió al actor intelectual de la operación y a sus secuaces, al ser Manson condenado a cadena perpetua, junto a sus adeptos, que recibieron penas semejantes, sin dejar de mostrar actitudes excéntricas, desafiantes y burlonas durante los juicios”.
“El resentimiento que Manson sentía por haber sido un músico rechazado por el productor Henry Milch, en cuya vivienda residía Tate, lo llevó a descargar su frustración contra una élite de empresarios que gobernaba el entretenimiento. Pensando que Milch se encontraría en su propiedad, orquestó el plan, sin participar en él. Masacre que lo convertiría en casi una estrella de rock, al posar con los ojos desorbitados y vacíos en la portada de Life en español, tras su detención. Ícono de la cultura pop que hasta hoy tiene adeptos, sería además controversial por su discurso fascista cristiano, al planear esta serie de atentados, como el inicio de lo que sería una guerra racial en Estados Unidos”.
Está demás explicar los motivos que llevaron a Maldox a reproducir semejante escena que hace a la constitución de una época, sus juegos de poder, sensualidad y el glamour que habían depositado en la casa de película en que vivían, el lugar espacial donde estaba ubicada y lo motivos posteriores que aluden al juego de sensaciones existenciales ocultos que todos llevábamos metido dentro.
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