Membrana: Una red neuronal de capas completamente conectadas

Por Jose Valenzuela | Jot Down
0
659
MEmbrana, Galaxia Gutenberg
Foto: Galaxia Gutenberg

Todo está conectado

Todo está conectado. Todo. Tú, yo. Nosotras. Nuestra sociedad. Todas y cada una de las sociedades que existen, han existido y existirán. El mundo que habitamos, los otros mundos que conocemos y los que no, las especies de las que guardamos registro y las que nunca descubriremos por encontrarse lejos en el espacio o el tiempo. La realidad. Toda la realidad es un sistema interconectado y si no somos capaces de ver los infinitos hilos que van de un punto al otro se debe simple y llanamente a que no tenemos las capacidades necesarias para detectarlos.

Podemos saber por qué ese objeto se mueve al recibir un impacto o de entender los motivos por los que una persona se suicida tras una vida de sufrimiento, pero ante nuestra ciega mirada se extiende un velo de pequeños, imperceptibles cables que configuran la verdadera esencia de la realidad y que se ocultan a simple vista. La estructura fractal que subyace a una estructura atómica, y después subatómica, parece estar guardando siempre una última sorpresa en forma de una nueva capa. Una nueva realidad. La distancia entre la actividad neuronal y el lenguaje o la conciencia es siempre la misma y, por mucho que trabajamos por reducirla, se mantiene inalterable. ¿Inaccesible para todos y para siempre?

Jorge Carrión

Estudiar la carrera literaria de Jorge Carrión implica adoptar el rol de lector ante un autor que es a la vez narrador y personaje. Sus elecciones creativas parecen venir siempre dadas por un impulso que pretende ampliar su conocimiento enciclopédico en áreas que en trabajos anteriores se mostraron como secundarias aunque siempre pidiendo, casi exigiendo, su protagonismo en obras venideras.

Membrana

Sin obviar su producción previa, el camino al que hacemos referencia y que llega, de momento, hasta Membrana (Galaxia Gutenberg, 2021) se presenta asfaltado y perfectamente iluminado desde la aparición de Librerías (Anagrama, 2013), homenaje al papel de estos centros de conocimiento en nuestras sociedades y, tal como reza su propia sinopsis, a la historia de las ideas y de las letras.

Contra Amazon

Y pasando de la defensa al supuesto ataque que, en realidad, no deja de ser una extensión de la primera defensa. Porque Contra Amazon (Galaxia Gutenberg, 2019) no es, ni mucho menos, una obra pensada como alegato en contra de ese semidiós nacido del omnipotente Jeff Bezos que habita en todos nuestros hogares y dispositivos, sino una recopilación de distintos artículos que siguieron la estela de esa defensa de librerías, bibliotecas y, en definitiva, de la lectura y el pensamiento crítico. Que de eso va la cosa.

Lo viral

Pero de Amazon nace el resto. El tejido de ese titán tecnológico está fabricado con drones y algoritmos, de Lo viral (Galaxia Gutenberg, 2020) que invade cada aspecto de nuestras vidas, sea el biológico, el social, el virtual o el emocional. Lo viral como antagónico a clásico. Lo viral que nos conecta aprovechando las redes que nos unen, circulando los caminos que circulan entre unas y otros, danzando sobre los hilos que, aunque no vemos, nos asfixian al no dejar ni un espacio libre de ellos. Los dichosos hilos.

¿Qué es Membrana?

Pero ¿qué es Membrana? Membrana pretende serlo todo. Una enciclopedia de nexos. Un coro griego compuesto de inteligencias artificiales (una, o muchas) hablándonos de la tragedia de nuestro tiempo y no dejando ni un hueco para sus pocos y ¿necesarios? protagonistas, seres silenciados por el ruido creado por esa capa tras capa tras capa de datos.

Un texto (que a la vez no lo es) creado por mentes, en singular o en plural, qué más da, donde se nos explica todo lo que ha influido en lo que vino después, un relato que también se cuenta, por supuesto. Porque insisto: en Membrana se nos cuenta todo. Todo. Momentos, personajes, historias, todas ellas relacionadas directamente con el mundo de esas inteligencias que para algunos son la evolución natural de las nuestras. Y sabremos de los orígenes de la inteligencia artificial y de Turing y de los primeros drones y de redes neuronales programadas para crear lenguaje o de sistemas creados para ser verdaderos cabrones.

Pero también veremos retablos, pinturas, novelas. Biografías de personajes reales y de otros inventados, sobre todo cuando estos se acerquen en fechas a nuestra época. Porque el siglo XXI es el que sirve de nexo entre realidad y ficción. Todo se mezcla a partir de ese punto. También las referencias a ese mismo todo, y vamos descubriendo a personajes —Karla, Grossman, Maxi— que van cobrando mayor y mayor relevancia, revelándose como madres, padres o madrastras de las narradoras de esta mastodóntica recopilación de acontecimientos.

Personajes que intentan escurrirse como pueden a través de las entrañas narrativas con unos relatos observados a vista de dron y, por eso mismo, carentes de emociones que nos hagan empatizar con ellos o sufrir por sus destinos. Todo está calculado. Todos los relatos son uno. Un relato que no cesa.

Cruces entre acontecimientos, obras y personajes

Pero Membrana es ante todo un ejercicio de ideas, ajenas y propias, que Carrión emplea para poblar nuestra lectura de todos esos cruces entre acontecimientos, obras y personas aparentemente inconexas. Un Museo del Siglo XXI que pretende encerrarlo todo, como un arca del conocimiento, o del lenguaje. (¿No es acaso lo mismo?) Un lenguaje que el autor ha intentado moldear de la forma que ha creído más cercana a como deberían expresarse aquellos seres, y que sin duda marcará el ritmo de una lectura exigente, que no deja de crecer a nivel conceptual y que tal vez para evitar esa sensación de vértigo que pudiera ocasionar se ancla una y otra vez en algunas expresiones con las que estamos seguros de que Carrión no ha dejado de reírse mientras se preguntaba si había sitio para una más en ese párrafo, en ese capítulo.

Porque hay mucho de juego en esta pantagruélica acumulación de ideas, y sentiremos que estamos participando en él cuando descubramos que, poco a poco, de contarnos todo lo que ha sido pase a explicarnos lo que cree, le gustaría creer, o como mínimo ha elucubrado que podría ser. Y de esos mimbres tendremos unos cestos en los que Carrión se lanzará a imaginar todos los mundos posibles que parten del aquí y el ahora, universos de posibilidad que, por supuesto, nunca dejarán de beber de los que ya fueron, ya sea en nuestro mundo real como en la multitud de ficciones del cine, la televisión o la literatura que conforman el relato.

El resultado: una pieza dura (en todos los sentidos posibles) a la que enfrentarse con la certeza de que es el fruto de un ejercicio puramente aséptico donde solo cabe un tipo de emoción, y es la emoción fría del intelecto regodeándose ante una verdadera orgía de ideas y propuestas para un futuro con el que, nos guste o no, sea imaginado o no, sea acertado o no, estamos completamente conectados.