Música que pulveriza el fuego y nutre el espíritu

Por Redacción dat0s
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El maestro español Gil de Gálvez (nominado al Latín Grammy) dirigió en un espectacular concierto a la Orquesta Misional de Santa Ana de Velasco.

Las miradas se concentran en un punto, me pasa en cualquier espectáculo. Mi mirada esta fijamente apoyada en Crisanto. Son las 6 de la tarde en el auditorio de la CAF. En el back stage miró a todos los integrantes del grupo, compuesto por seis violinistas, violonchelo y contrabajo. Todos poseen el don natural en las manos, en los oídos, en los sentidos. No es la primera vez que Crisanto sale de Santa Ana de Velasco donde nació hace 18 años. Estuvo hace poco en la Casa de América en Madrid, España. Allá fue parte de una actuación magistral organizada por la Fundación Latinoamericana para el Desarrollo (Flades), la Fundación Universitaria (Funiber), con el apoyo de la Embajada de España y la CAF, que se suman.

El concierto (parecería o coincide) en respuesta a las lacerantes vibraciones de los expertos en economía de la crisis del dólar y de los carburantes, así que son pocos que le siguen los pasos al culto del arte.

Este espacio musical es, por un par de horas, en los violines del maestro Gil de Gálvez y los chicos músicos de Santa Ana de Velasco (donde toca Crisanto) la salida de emergencia a los ataques de ansiedad y los sobresaltos de pánico; se eleva en la primera parte a los cielos de Praga, Viena, Francia, Alemania, la música que engendró el placer erudito de la época Mozart, Beethoven, Brahms, redondeará la velada, con el violín inconfundible del español Gil de Gálvez.

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Ensayo del violinista español nominado al Grammy Latino, Gil de Gálvez, con la Orquesta Misional de Santa Ana de Velasco.

El presidente de Flades, Mario Rivera, creo el lema de que “la selva no se quede sin música”, luego del discurso de ocasión, selló el relato con el mensaje de que “la música no se quede sin selva”, aludiendo al fuego amenazante que por estos días ha devorado dos millones de hectáreas muy cerca de Santa Ana de Velasco. Rivera dice que desde que Flades llegó a esta majestuosa localidad paso de las misiones jesuíticas, la escuela de música del lugar acoge a 300 alumnos de los 30 que quedaban casi al borde del descuento hace un par de años, de una población de alrededor 1.200 almas, un logró estadístico.

Acto seguido Luis de Ugarte, director de Funiber recuerda que una parte de la atención de su institución se ha volcado al apoyo de la cultura que compromete el desarrollo de la sociedad (intercambios, becas, formación y gestión).

De Ugarte le cede espacio al violinista español Dr. Gil de Gálvez, músico de cámara y director de orquesta (nominado al Latín Grammy miembro de Recording Academy), él es quien suelta la melodía del concierto con interpretaciones magistrales, mueve el cuerpo atrás, mientras las notas sostienen el diapasón consistente; verticaliza el puente cuando las notas suben la melodía. El concertista español ha regalado un espectáculo poco común en esta ciudad de las alturas que a fuerza del poder de sus cacachacas ha perdido la verticalidad de su cetro cultural.

Orquesta Misional de Santa Ana de Velasco

La primera parte del concierto a cargo del maestro Gil de Gálvez ha concluido. La segunda está por llegar con la Orquesta Misional de Santa Ana de Velasco, bajo la batuta del director Gil de Gálvez, dirige con movimientos mágicos (¡are you magic!) la increíble movilidad de sus brazos, continúa el ensamble de los violines y violinistas. La música nutre el espíritu y hace pensar que deberían multiplicarse, como es parte de la universalidad dislocada a orillas del Danubio de que no hay alborozo en el alma sin esta composición armoniosa que transporta la imaginación del genio tentador de las cuerdas y la destreza de las manos, los movimientos que contrabalancean con la misma interpretación, han salvado al auditorio.

La última melodía es la mejor de todas.