Una lucha cinematográfica desigual
El cine latinoamericano vive un gran momento. La calidad cinematográfica del continente dejó de ser un secreto. “Nuestras películas ya no son un fenómeno aislado, es un fenómeno consolidado de filmes que se hacen y viajan por el mundo”, dice el argentino Pablo Trapero, realizador de El clan, ganadora del León de Plata en la Mostra de Venecia y Mejor película iberoamericana en los Goya. Al igual que ese drama policial, otras producciones han conseguido una cosecha de galardones similares. Las cintas, sin embargo, siguen estrellándose contra los mismos obstáculos: accesos a las salas comerciales, dificultad para estrenarse, distribución y publicidad. Es la lucha desigual que enfrenta a Hollywood y a la producción de América Latina.
“El gran desafío siempre es la distribución”. Fue una de las conclusiones a las que se llegó en el Festival Internacional de Cine de Panamá, realizado el pasado abril. Una película como Batman vs Superman: el origen de la justicia, destrozada por la crítica, se estrenó en 80 países, según la Base de Datos de películas en Internet (IMDB, por sus siglas en inglés). Otra es la realidad de El clan y Desde allá, el largometraje venezolano ganador del León de Oro en Venecia. Ambas producciones se proyectaron comercialmente en las salas de 19 y 12 naciones, respectivamente. “Es muy difícil para las películas encontrar sus espacios en las salas. Es una combinación de muchos elementos. Uno de ellos es la presencia enorme de los blockbusters que ocupan a veces más del 40% de las pantallas disponibles en un país”, agrega Trapero vía telefónica.
Los grandes estudios tienen el mercado bastante monopolizado, opina Peter Marai, distribuidor argentino radicado en Estados Unidos y propietario de Mirada Distribution, que tiene entre su catálogo multigalardonadas como la paraguaya 7 cajas o la chilena Gloria. Marai dice que conseguir los espacios en las salas “es muy difícil”. “El cine latinoamericano se está perdiendo en el continente lamentablemente. No tiene la difusión necesaria y el público no se llega a enterar de los estrenos”, añade.
Marai afirma que conseguir de seis a 12 salas para una película latinoamericana es un logro. En cambio, filmes animados como La era de hielo: Choque de Mundos o Buscando a Doryse exhibían en julio en 195 y 212 salas en Argentina, respectivamente. “El negocio hace años era distinto. Los exhibidores tenían más paciencia con las películas [latinoamericanas]. A veces el público tarda en descubrirlas, sin embargo muchos exhibidores no les dan posibilidad de seguir en cartel”, explica.
Una situación similar vivió El abrazo de la serpiente, el largometraje nominado a Mejor película extranjera en la pasada edición de los Oscar. Se estrenó en mayo de 2015, y a pesar de haber sido reconocida en Cannes ese mes, solo le habilitaron 26 salas en su país. A raíz de su candidatura a los premios de la academia estadounidense, fue reprogramada en enero de este año en 27 salas, con lo que alcanzó a ser vista por más de 120.000 espectadores.
Para Cristina Gallego, productora del primer filme colombiano que aspiró a una estatuilla dorada, es paradójico que, considerando el buen momento del cine latinoamericano, no haya espacios para las obras que se producen en la región. “El abrazo de la serpiente me generó una gran preocupación. La película se exhibió y distribuyó comercialmente en Europa, Oceanía, en Asia incluso, en Norteamérica, pero Centroamérica y Suramérica han sido bastante difíciles. No se ha estrenado en varios países. ¿Qué pasa con nuestro cine que no viaja a los lugares más cercanos? Tal vez Europa está más abierta que nosotros mismos. Tal vez nuestro público está más acostumbrados a ver otras cosas”, expresa Gallego, mediante una comunicación por Skype.
¿Soluciones a la vista?
Durante el panel ¿Cómo romper las barreras de distribución en el mercado de América Latina?, realizado en el Festival de Cine de Panamá, Edgar Ramírez, actor y productor venezolano, protagonista de Manos de piedra, hizo hincapié en la aplicación de estrategias económicas para que el cine del continente logre una mayor presencia. “Cuando se tiene dinero para hacer una película no se debe gastar todo haciendo el filme, hay que dejar un fondo para la distribución y el mercadeo. No obstante, hay que saber sentarse a negociar, y si el cineasta no sabe hacerlo, debe buscar a alguien que sí lo sepa”, explicó Ramírez.
Dos puntos se destacaron para reforzar la exhibición de películas latinoamericanas en su región. El primero: la importancia de presentarse en los festivales con el objetivo de tener producciones locales que “alimenten” al público constantemente. El segundo: los países de América Latina deben diseñar políticas comunes que ayuden a proteger su industria cinematográfica frente al poder aplastante de Hollywood. “Tenemos que crear una estructura para la producción, distribución y mercadeo del cine latinoamericano. Pero un Estado solo no puede, debe ser un asunto común”, dijo Pituka Ortega, directora del certamen panameño.
Gallego también abogó por la creación de una entidad latinoamericana a cargo de la distribución y promoción del cine del continente. La productora explicó que se necesitan de incentivos y políticas en común, como lo ha hecho la Unión Europea, para que las películas viajen. “Los europeos y nosotros realmente estamos en una batalla muy grande contra Hollywood. No somos majors[grandes estudios], no tenemos políticas de marketing, de distribución y eso hay que fomentarlo”, finalizó.