Colombia, Argentina, Brasil, Panamá y Costa Rica quieren que el mundo hable del fútbol femenino en América Latina. Las selecciones son la representación de la región en el Mundial Femenino 2023. Los equipos llegan al torneo entre un interés cada vez mayor en dicho deporte y enormes deudas.
La euforia por el fútbol practicado por mujeres se extiende por buena parte del territorio latinoamericano. Brasil, Argentina y Colombia representarán a América del Sur, mientras que más al norte, Panamá y Costa Rica llevarán la batuta del deporte en Centroamérica.
A pesar del entusiasmo de muchos fanáticos y, sobre todo, del compromiso de las futbolistas, llegan al Mundial en medio de pendientes y brechas. Algunas que, en gran parte, han contribuido a que las selecciones de la región sigan sin tener un papel destacado.
Desafíos del fútbol femenino latinoamericano
Los pendientes son muchos y no son nuevos. Según Gabriela Ardila, historiadora y autora del libro ‘A las patadas: historias del fútbol practicado por mujeres en Colombia desde 1949’, el fútbol se volvió importante en los países latinoamericanos “por una idea de nación”.
“Es una idea de nación en masculino. Porque es una idea de una nación fuerte, competitiva, que tiene resistencia, que son esos valores que no se le permiten a las mujeres y a los cuerpos feminizados”, asegura.
Una resistencia que se ve incluso en la actualidad. “Yo siento que la falta de interés, la falta de patrocinar, consolidar y organizar el fútbol jugado por mujeres no tiene que ver con el rendimiento”, señala Ardila. Entonces, asegura, esto ocurre más bien porque no se quiere permitir que las mujeres ocupen un espacio que no les es permitido socialmente.
Los pasos para lograr una igualdad en el continente se han dado, pero han sido insuficientes. Tales como la decisión de la Conmebol, la Confederación Sudamericana de Fútbol, de requerir a todos los equipos del continente clasificados para la Copa Libertadores y la Copa Sudamericana de tener un plantel femenino en sus clubes.
Esto fue al menos un comienzo para darles a las mujeres en esos equipos. Claro que hay un debate en cómo esto puede funcionar (…) Creo que podemos ver que es el comienzo de algo”, asegura Brenda Elsey, historiadora de la Universidad de Hofstran y especialista en fútbol de América Latina.
Al mismo tiempo, asegura para France 24, que el deporte practicado por mujeres en la región “ha sido de manera perpetua reprimido por la estructura de los gobiernos masculinos”.
Lo que ocurre, señala Elsey, es que las ligas de cada país “han sido muy esporádicas y muy pocas comparadas con los hombres”. Además, deriva en que “las mujeres están teniendo serios problemas siendo tratadas como profesionales pero no teniendo los recursos. Por ejemplo, no teniendo staff médico ni campos en buen estado, entre muchas otras cosas”.
A la falta de continuidad de las ligas y a las condiciones lejos de ser óptimas para la profesionalización se le suma la desigualdad salarial. “Las brechas salariales siguen siendo muy fuertes en todos los espacios, y algo muy problemático en los deportes, específicamente en el fútbol, es que se argumenta que la brecha es válida (…) Es como decir que la gente no va casi a médicas mujeres porque no les tienen confianza, entonces a las médicas mujeres hay que pagarles menos, y que eso sea como algo positivo es algo muy peligroso en los deportes”, argumenta Ardila.
Lo anterior, deriva en consecuencias como que las futbolistas de la región tengan que encontrar otros trabajos durante el año, en los momentos en que no hay competencia. Y tal como señala la historiadora, “tener periodos de entrenamiento más centralizados en tiempos cortos, hace que haya más lesiones”.
En este panorama, las selecciones de la región se dirigen hacia Australia y Nueva Zelanda. Allí disputarán un Mundial, que promete ser una plataforma para enaltecer el fútbol practicado por mujeres en América Latina, pero también poner en el centro del debate las brechas que se perpetúan sobre dicho deporte y sus futbolistas.