Champions League: Bill Shankly, el humilde minero que convirtió al Liverpool en una potencia del fútbol

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Foto: BBC Mundo

En una ocasión, después de que se acabara un partido, un aficionado se metió en la cancha, corrió hacia Bill Shankly y se lanzó a sus pies con la intención de besarlos.

Como cuenta James Corbett, escritor de un libro sobre Shankly, el entrenador del Liverpool fue visto por años como un mesías.

Más allá de la religiosidad con que los aficionados del club inglés lo perciben, a Shankly lo han llamado el Mohamed Alí del fútbol.

Un disidente carismático, un revolucionario, un genio.

“Para la mayoría de los fanáticos del fútbol menores de 45 años, Bill Shankly parece más un mito que un manager“, señala Martin Conaghan, periodista de la BBC.

Sus logros a cargo de Liverpool en la década de los 60 y principios de los 70 lo catapultaron como el hombre que convirtió a Liverpool en una potencia futbolística.

Lo llaman el arquitecto de uno de los clubes más exitosos del mundo.

Shankly, dicen los expertos, no sólo sentó las bases del dominio del Liverpool en el fútbol europeo de fines de los 70 y principios de los 80, sino que su influencia todavía se siente en el club que llega a la final de la Liga de Campeones este sábado contra el Real Madrid.

El niño minero

Shankly nació en 1913 en la localidad minera de Glenbuck, en Escocia.

El escritor deportivo Hugh McIlvanney, quien participó en el documental Shankly: Nature’s Fire (“Shankly: el fuego de la naturaleza”), señala que “tres de los mejores entrenadores del fútbol británico, Bill Shankly, Matt Busby y Jock Stein, provenían de familias mineras”.

“Su comprensión del trabajo en equipo y de la camaradería estaba absolutamente en sus médulas”, indica.

Y es que Shankly puso en práctica los conceptos de solidaridad y unión característicos de la clase trabajadora de Glenbuck.

Tuvo nueve hermanos y creció en un hogar pobre.

Su escolaridad fue rudimentaria y aunque demostró una inteligencia feroz como hombre, carecía del brillo de una educación formal”, recuerda Corbett en el artículo Bill Shankly: Life, death and football (Bill Shankly: Vida, muerte y fútbol), publicado en el diario británico The Guardian en 2009.

A los 14 años, tuvo que abandonar la escuela y se fue a trabajar a una mina de carbón.

“Pasó más de dos años en el pozo”, dice el también autor del libro Shankly: The Leaving of Liverpool.

El jugador

El joven Shankly junto a cuatro de sus hermanos y tantos adolescentes de Glenbuck encontraron en el fútbol una vía de escape, cuenta Corbett.

Shankly se convirtió en futbolista profesional en Inglaterra.

En 1932 firmó con el club Carlisle United, en el condado de Cumbria, y, un año después, con el Preston North End, en Lancashire.

Allí, indica el autor, “hizo su nombre como jugador” y ayudó a que el equipo ascendiera a la primera división.

También jugó con la selección escocesa.

Y aunque era un buen futbolista, su personalidad, su talento y su carisma entre los jugadores más jóvenes llamaron la atención de dos hombres.

En noviembre de 1959, señala Corbett, se le acercaron Tom Williams y Harry Latham, presidente y director del Liverpool respectivamente.

Días después se develaba el nombre del nuevo entrenador del club.

El transformador

Shankly adoptó a Liverpool como su nuevo hogar y en 1959 asumió el reto de su vida: dirigir al equipo que llevaba su nombre.

Antes de la llegada de Shankly, el club de Liverpool se encontraba en un estado lamentable, no sólo anímicamente sino con instalaciones obsoletas.

El exdelantero Roger Hunt describió los métodos de entrenamiento como arcaicos y sin relación alguna con el juego.

Shankly cambió todo, introdujo su cosecha de jugadores promedio a una forma de juego moderna, de pases cortos que promovían el espíritu de grupo e inculcó en sus jugadores un deseo devorador de entretener a los aficionados“, dice Conaghan.

La promesa

Ian Callaghan conoció a Shankly cuando tenía 16 años.

“Desde un punto de vista personal, fue un hombre muy especial. Hoy me pellizco pensando que jugué para este hombre por 14 temporadas“, dijo el exfutbolista en 2013.

Callaghan recuerda que el director técnico cumplió lo que prometió.

Una de sus promesas fue “hacer del Liverpool Football Club grande y lo logró”.

“Tenía este tipo de carácter con el que pudo conseguir que los jugadores salieran y dieran 110%. Fue un gran motivador”.

Y consiguió crear entre los jugadores un ambiente de amistad que se convirtió en una fuerza arrolladora, como recordaba en 2010, el periodista de BBC Mundo Raúl Fain Binda.

Según el periodista, Shankly acuñó aquel célebre aforismo: “Algunos creen que el fútbol es una cuestión de vida o muerte, pero están equivocados; es mucho más importante que eso”.

“Y fue de los primeros en reconocer el valor como himno deportivo de la canción You’ll Never Walk Alone (compuesta en 1945 por Rodgers y Hammerstein), que Anfield adoptó como propia en 1963″.

El club de la gente

Para comprender el peso de Shankly en la historia del Liverpool, hay que recordar que ese club había estado languideciendo en la segunda división por cinco temporadas.

“Bill Shankly rescató al club de su penitencia en segunda división, cuando muchos creyeron que nunca recuperaría la grandeza, y lo llevó a los triunfos de un tiempo de gloria impar“, recordaba Fain Binda.

En tan sólo 18 meses, tras la llegada del escocés, el equipo escaló al nivel superior del balompié inglés, de donde nunca ha bajado.

Y con ese ascenso, vinieron los trofeos: tres títulos del campeonato de la primera división (1964, 1966 y 1973), una Copa UEFA y dos FA Cup (1965 y 1974).

hankly dedicó 15 años de su vida al Liverpool. Se retiró en 1974, dejando establecida una dinastía.

Pero más allá de los logros deportivos, algo que muchos le atribuyen es haber sido la persona que conectó al club con los aficionados.

“Para Shankly, el Liverpool le pertenecía a la gente, no a los directores, no a los accionistas o -aunque parecía inconcebible en los 70- a un fondo de inversión extranjero sin rostro”, dice Corbett.

“Él hizo a la gente feliz”

Kevin Keegan, uno de los mejores jugadores de la selección inglesa y símbolo del Liverpool, recuerda un premio que Shankly le entregó en una ceremonia en Londres.

Su reacción no fue otra que devolvérselo a su exentrenador, insistiendo que “el máximo reconocimiento por su carrera como jugador” se lo debía a él.

Afuera del estadio de Anfield, casa del Liverpool, se levantó una estatua de Shankly.

La inscripción lo dice todo: “Él hizo a la gente feliz”.

Murió en 1981 a los 68 años y sus cenizas fueron esparcidas por el césped de Anfield… su casa.

 

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