Colombia reina en el continente
Sin alzar la voz, muy a su estilo, Reinaldo Rueda decidió conservar su parsimonia en medio de la algarabía. Su equipo, Atlético Nacional, había obtenido por segunda vez en su historia la Copa Libertadores. Y en medio del tono paciente y medido ante semejante gesta lograda, dejó un mensaje profundo: dijo, palabras más, palabras menos, que había que mirar con más respeto al fútbol colombiano y su liga porque la cuota inicial del triunfo en América para el equipo verde había sido ganar en canchas difíciles y ante duros rivales en Tunja, Barranquilla, Manizales…
Y parece cierto: hoy Colombia, por primera vez en su historia, es el rey de los dos torneos más importantes del continente. La buena racha la inició Santa Fe, que supo llevarse a su vitrina la Copa Sudamericana el pasado diciembre frente a Huracán, pero al ampliar el espectro no solamente está el detalle de saber dar el golpe de gloria en torneos de clubes: el pasado Mundial de Brasil, que le dio al país el quinto puesto -incluso haciendo más puntos que el cuarto ubicado, Brasil- y el tercer lugar de la pasada Copa América -hecho que no ocurría desde 1995-, detectan un positivo síntoma: el fútbol de Colombia está haciendo ruido, un poco por virtudes propias y otro tanto por tropezones ajenos.
La apuesta a procesos que puedan dar resultados a partir de su propia cosecha facilitó muchas de estas victorias. El caso de Santa Fe, por ejemplo, incapaz de ganar un título de liga desde 1975, estuvo cimentado en la continuidad en un norte claro -salir de esa penumbra- y de la sana explotación de su fútbol en inferiores. Con ese discurso ganó dos títulos de liga teniendo como base futbolistas hechos en casa, reforzados con algunas figuras de experiencia: así alcanzó la semifinal de la Libertadores en 2013 y la Sudamericana del año pasado. Nacional, que hace mucho tiempo tenía entre sus ojos la Libertadores, trabajó para conseguirlo haciendo algo similar: potenciado en su economía sólida y apuntando a escarbar talentos capaces de brillar hizo el curso alcanzando la final de la Sudamericana -que perdió ante River Plate- y se sacó el clavo frente a Independiente del Valle en el torneo más importante de clubes sudamericanos. Incluso el Deportivo Cali optó por una fórmula similar para levantar un título de liga en el 2015, teniendo como base sus talentos de casa pero tuvo una participación internacional decepcionante porque no se reforzó con tipos capaces de mirar con cara de póquer a sus adversarios en otros estadios, y eso es clave si se quiere ganar afuera.
Pero los tres clubes -y ahí está el ejemplo a seguir- decidieron volverse autosostenibles a partir de su propio sembrado: si se forman cracks, habrá dinero porque los cracks serán vendidos y ese dinero, si es bien reinvertido en la base, sigue alimentando la esperanza de continuar en la cima. Y claro, confiar en que ese es el camino correcto y no hacer cambios bruscos de timón.
El buen momento colombiano coincide también con la difusa realidad de algunos países: Argentina hoy camina bajo el desgobierno de la AFA que no solamente ha afectado a su selección sino al fútbol local en sus más recientes decisiones -torneo de 30 clubes, elecciones para presidencia envueltas en el ridículo, menos poder de decisiones internas en la Conmebol-. Brasil, cuya fortaleza eran los goles hoy carece de ellos; sorprende revisar las nóminas de los equipos brasileños y darse cuenta de que los referentes del gol en Flamengo, Corinthians, Mineiro, Botafogo, Fluminense, Gremio, Palmeiras, Santos y hasta hace poco Sao Paulo son extranjeros, todo un contrasentido. Venezuela y una decisión errática de cambiar lo hecho durante años, lo hizo dar varios pasos atrás y hasta ahora está tratando de reencontrarse a sí misma. Bolivia, nueva cenicienta de estos años en todas las competiciones por cuenta de su desorden…Perú, con un trabajo de base que pronto podrá dar frutos y Chile, fuerte a partir de sus triunfos en selecciones, parecen estar más claros en lo que quieren, así como Uruguay, una fábrica de jugadores de fútbol interminable más allá de quién esté al frente.
Colombia mientras tanto aprovecha su instante, que no es casualidad: el tercer puesto en el ranking de la FIFA y la valorización de sus figuras -ni en tiempos de la pletórica generación del 90 se vio a tantos futbolistas nacionales ocupando lugares en clubes grandes de Europa como Milan, Inter, Real Madrid, Juventus- ahora se sustenta también en los triunfos de sus equipos en competiciones que durante tanto tiempo les fueron adversas.