Conocer hablando y sin hablar

Las biografías han tenido el atributo de leerse sobre otro tipo de documentos, dependiendo el narrador y la riqueza del contenido a la par entre biógrafo y personaje. Podrías quedar alelado publicando en tapa al niño prodigio de los nuevos tiempos –que a veces necesita pañales para limpiar la caca que deja por donde va-. Hablamos de Elon Musk y el peligroso alcance de las herramientas de tecnología que está desarrollando. Desde satélites ´Starlink´ (su compañía involucrada en la guerra en Ucrania. ¿Cuál es mi papel en la guerra?, le pregunta Musk al biógrafo); ´X´ el antiguo Twitter (su parque de diversiones que ha generado conflictos raciales, discriminación y enfrentamientos políticos colando noticias falsas); ´Neuralink´ (una de sus obsesiones para controlar el cerebro humano); ´SpaceX´ (su locura diseñada para conquistar Marte); ´Tesla´ (su compañía de movilidad eléctrica). “Tengo tanto en tiempo real en una sola cabeza”, le revela Musk al biógrafo.

Un personaje de posturas arrogantes; su hija transgénero Jenna de 19 años que según el padre “ha dejado de ser socialista para volverse comunista, que piensa que todo rico es malo”. Habrá leído Dostoyevski esta chica que relata el trance del alma humana; o el hecho de haber bautizado a su hijo menor Techno Mechanicus, apodado Tau, como si fuera cualquier engranaje. Tal vez sea solo la nota extraña de una figura extraña: Un peligro en potencia.

El periodista Walter Isaacson, autor de la biografía parece un hombre peculiar dotado de una flema poco condescendiente al que Musk abrió todo entre horas de diálogos y hasta profundos silencios.

La actuación del periodista como narrador e investigador, son las claves para reafirmar el nuevo periodismo en tiempos de crisis.

La amenaza de la extrema derecha europea

En su edición de septiembre la influyente revista británica The Economist desata los demonios de una Europa en tensión por la guerra y sus dramas extendidos. No sería la primera vez que empecinados grupos radicales de extrema derecha en varios países europeos hartos del stablishment fomentan radicalismos.

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