2013 que sea el año de los Hidrocarburos
Esa decisión, política, debe entrañar un plan de acción: 1. convocar a una cumbre -tan de moda- para analizar la “cuestión” energética boliviana; 2. recoger esos criterios y conformar un consejo nacional de energía e hidrocarburos a cargo de elaborar unas líneas maestras o lo que los gringos llaman public policy en energía e hidrocarburos y 3: que el Parlamento de una vez debata y sancione una Ley de Hidrocarburos, una Ley de Electricidad, una Ley de Nuevas Energías, de manera de hacer un remozamiento total al sector.
Los últimos 5 años no han sido de lo mejor en gas, petróleo y derivados. Sencillamente hemos estado, como dicen los economistas, en una “economía de subsistencia”, comparativa y gráficamente hablando: de producir casi lo justo para cubrir demanda externa e interna en gas, por ejemplo. En líquidos (derivados del petróleo, refinados) la cosa no ha sido mejor. Como es Navidad no voy a hablar de datos ni cifras. La gente está cansada y quiere algo más light.
Me preguntaban del “balance del sector” para 2012. Hay muchos textos y reclamos airados de compañías, de ejecutivos y de expertos que -con más o menos propiedad- coinciden en que la premisa de gas para los bolivianos y ley de hidrocarburos aún es una utopía.
La reforma a la Carta Constitucional de 2009 no sólo que no fue buena para temas energéticos, fue en todo caso perjudicial, de manera que -así entendemos muchos- la traba de no tener hasta la fecha una nueva arquitectura legal en gas, petróleo y electricidad es precisamente porque saben que ésta trilogía de leyes requiere una visión moderna y global y la Constitucional no es ni tan global ni tan moderna.
Hablando de la actividad petrolera/gasísta en upstream no hubieron grandes inversiones en 2012 lo que nos previene en pensar que otro año se perdió, irremediablemente, y que en 2013 tendrían que ajustar el acelerador para evitar perder más tiempo.
El dowstream está en stand-by, por no decir medio parado: actividades como refino, transporte y comercialización no han sido modernizadas ni hay mayor infraestructura privada o estatal que nos permita concluir un buen año en ése sentido. Aquí otra tarea.
Lo bueno de lo malo es que el año tuvo decrementos e incrementos en los precios del barril de petróleo pero sin haber afectado grandemente a los ingresos estatales que, por cierto, hoy gozan de buena salud y con RIN -reserva internacional neta que superó los 13 mil millones cabalmente porque los ingresos de venta de gas al exterior nos han colocado como país en situación de privilegio de recepción de renta, más no hubo las inversiones en la estructura energética interna (exploración, explotación, refino, ni hablar de industrialización).
La gobernaciones se aplazaron: poca ejecución de sus presupuestos -cargados con dinero del IDH Impuesto Directo a Hidrocarburos- y no sabemos por qué no piden un auditaje internacional a la utilización de fondos estatales provenientes de la venta de hidrocarburos.
Los temas de corrupción no resueltos -tanto dentro como fuera del sector- y que son ampliamente conocidos por los medios son, sin duda, otro elemento que pesa en el ánimo de inversores internacionales en venir a Bolivia, preocupados, seguramente por al ausencia de Estado.
Lo grave: en 2013 se despilfarrarán otros mil millones de dólares en subvención de combustibles, porque aún no deciden ponerle “cascabel al gato”: confrontar éste círculo vicioso de una buena vez: dejar de tirar dinero en comprar diesel -o combustibles varios a precio internacional y venderlo a precio rebajado- y arrancar, más bien, con el programa de industrialización a escala de gas natural del que cada vez se sabe menos y hablan menos. El otro día un experto internacional preguntó, en un evento técnico, ¿cuándo habrá agregación de valor al gas boliviano? Nadie supo responder. Falta para ello una ley precisa, dinero específico del Estado, alianzas internacionales y estabilidad.
Esos, entre otros, los grandes temas de 2013 que sin duda debería estar dedicado a hidrocarburos y dejar de perder más tiempo.