2021: La odisea en el espacio 60 años después

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Una demostración palpable que los tiempos cambían, pero los métodos no. Desde el Apolo 9 a los cohetes Virgin Space Ship del británico Richard Branson y el New Shepard del norteamericano Jeff Bezos. Los increíbles internautas de ocho años que asocian internet con naves espaciales.

Por Redacción Dat0s

El mes de julio de 2021 podría parecerse a los acontecimientos que sucedieron en plena Guerra Fría entre los Estados Unidos y la ex Unión Soviética (URSS) por la conquista del espacio. En julio pasado dos multibillonarios uno norteamericano, inglés el otro, suscitaron la atención de mundo al poner en órbita sus naves galácticas tripuladas, el denominativo común en ambos casos, explorar futuras experiencias en viajes que podrían alentar la conquista de la Luna e ir más allá, quizá hasta Marte.

La lucha titánica entre los excéntricos de la tecnología digital planteó varias interrogantes como en 1957 cuando los soviéticos se adelantaron al desarrollo que marcaba paso el dinamismo de la revolución industrial estadounidense, mandando el primer satélite artificial –Sputnik 1– que dio vueltas alrededor de la tierra durante largos y controvertidos 90 días.

El vuelo espacial de las naves Virgin Space Ship (VSS) del británico Richard Brason de la compañía Virgin Galactic el pasado 11 de julio y el cohete New Shepard del estadounidense Jeff Bezos, propietario de la compañía Blue Origin, ocurre en plena pandemia del nuevo coronavirus como una señal apocalíptica de que los viajes más allá de la órbita terrestre explorando la sobrevivencia en la galaxia interplanetaria, son reales y buscan algo.

Un mundo cansado de tanta contaminación que ofrece cada vez menos calidad de vida para los terrestres. Es por eso que desde 2005 Jeff Bezos que también es propietario de Amazon ya había anunciado que desarrollaría un ambicioso proyecto para explorar nuevos mundos.

Incluso había fijado para el 20 de julio el viaje interplanetario estelar de New Shepard y ofreció poner a la venta 1.000 millones de acciones de su compañía espacial para fomentar la transición original de viajes tripulados a la estratósfera. Entonces solo propulsó un detalle. “Nuestro objetivo es llevar humanos a la luna hasta 2024”.

Ya en 2019 Bezos abordó con increíble desparpajo un futuro aterrador. Presentó el diseño del alunizador espacial Blue Moon, similar al que 58 años atrás desarrolló el Dr. John Houbolt propugnador del plan que dio vida al primer Módulo Lunar (ML) en 1963. Un modelo con cierto parecido al yo-yo que fue puesto en órbita finalmente en 1969.

Houbolt tuvo su mayor satisfacción cuando desde Cabo Kennedy, observó el lanzamiento de la misión Apolo 9 y el primer vuelo tripulado de su criatura, el alunizador.

Houbolt dijo entonces que la idea del alunizador, era como encontrarse en la sala de la casa. “¿Por qué llevar toda la sala a la superficie lunar, cuando es más fácil bajar en un vehículo auxiliar pequeñito? Visto el problema en esos cómodos términos el concepto se me hizo muy atrayente”, dijo entonces el oscuro ingeniero de la NASA. Después, Houbolt garabateó unos cuantos cálculos rápidos. “En forma casi espontánea se me hizo evidente que el descenso desde la órbita lunar ofrecía una reacción en cadena de simplificaciones en materia de desarrollo, pruebas, fabricación, lanzamiento y vuelo. Todo se simplificaba y me dije: ´Esa es la solución. He ahí la idea que debemos propugnar´”.

En mayo de 1961, el presidente Kennedy comprometió a los Estados Unidos a mandar hombres a la luna para el año 1970. La promesa del malogrado presidente se cumplió un año antes. El 20 de julio de 1969 la misión norteamericana Apolo 11, colocó el Módulo Lunar diseñado por Houbolt a los primeros hombres en la luna.

La era del turismo espacial

Decimos que la puesta en la órbita de las naves de los billonarios Bezos y Branson se parece a la Guerra Fría porque si bien la tecnología del desarrollo arquitectónico del Módulo Lunar fomentaba grupos de estudios en la NASA, fueron los soviéticos quienes en 1961 desplazaron su primera nave tripulada al espacio. La misión fue encomendada a Yuri Gagarin que desde entonces se convirtió en el primer ser humano en viajar al espacio exterior. La intensa pelea por ganar supremacía mundial alimentó durante décadas motivos para la Guerra Fría que se desplazó de punto en punto a otros territorios, dividiendo el mundo en Comunismo y Capitalismo.

A diferencia de las ideologías hoy la supremacía es asunto especial entre los billonarios estadounidenses. Adelantándose por días a Jeff Bezos, Richard Branson realizó un vuelo exitoso e inauguró la era del turismo espacial. El multimillonario británico, fundador de la empresa aeroespacial Virgin Galactic, estaba a bordo del Virgin Space Ship (VSS) junto con otros dos pilotos y tres pasajeros; despegaron a las 11:30 am desde Spaceport America, un área privada de 70 kilómetros y aterrizaron en Nuevo México la mañana del pasado 11 de julio. Branson, de 70 años, realizó un sueño personal y, con él, abrió un nuevo negocio en el segmento turístico, que llevará al espacio a no astronautas y no especialistas, aproximadamente a 80 kilómetros de altitud.

Aunque es un vuelo suborbital, dado que la nave espacial no rodea la Tierra, el viaje proporciona ingravidez parcial y una vista magnífica del globo terráqueo azul, una oportunidad para pocos, ya que cada asiento cuesta 450 000 dólares. Según Virgin Galactic, ya se han vendido más de 600 boletos.

La misión Unity 22 (vigésimo segundo en la serie de pruebas) consistió en dos vehículos: un avión, el VMS (Virgin Mother Ship) Eve, que lleva el nombre de la madre del fundador, que llevaba el Unity (modelo SpaceShipTwo, que parece un transbordador espacial) a aproximadamente 15 kilómetros de altitud. Cuando llegó a ese punto, Unity se desconectó de Eve, disparó sus cohetes y continuó la subida, a más de 3 700 kilómetros por hora, hasta alcanzar los 80 kilómetros. El movimiento de las alas permitió que la nave pierda impulso y regrese a la atmósfera terrestre de manera controlada. La unidad se disparó y aterrizó después de un viaje de aproximadamente 90 minutos.

El fundador del holding Virgin no tenía la intención de realizar este vuelo hasta agosto o septiembre, pero cuando Jeff Bezos, el multimillonario propietario de Amazon, anunció que despegaría a órbita el próximo 20 de julio en el cohete New Shepard de la compañía aeroespacial Blue Origin, que también es de su propiedad, Branson trató de anticipar su partida.

Aunque niega que sea una carrera para vencer a Bezos, el británico ciertamente no quería ser segundón en la carrera, especialmente después de más de 16 años de investigación y trabajo para desarrollar SpaceShipTwo.

Blue Origen de Bezos también alcanza el espacio

La misión NS-16 se llevó a cabo en 10 minutos y 22 segundos, en los que el cohete New Shepard alcanzó 100 km sobre el nivel del mar, justo en el borde del espacio, y dejó a los tripulantes unos minutos en gravedad cero para disfrutar de una vista única.

Blue Origen de Jeff Bezos

En punto de las 8 am el cohete New Shepard despegó de las instalaciones de Blue Origin en el desierto de Texas… y lo demás ahora es historia. Blue Origin, compañía de Jeff Bezos, completó su primer vuelo tripulado con éxito, llevando a su fundador, su hermano Mark, la piloto Wally funk y Oliver Daemen al espacio. En escasos casi cuatro minutos el cohete New Shepard subió hasta 343 420 pies (104 km) y se separó de la cápsula.

De esta manera, los cuatro tripulantes quedaron unos minutos en gravedad cero y pudieron admirar la curvatura de la tierra. Posteriormente comenzaron su regreso a tierra. Mientras tanto, el cohete New Shepard regresó automáticamente a su plataforma y aterrizó exitosamente.

De regreso en el cielo, la cápsula con Bezos y los demás pasajeros descendía a tierra. Al alcanzar aproximadamente 628 metros, el sistema de tres paracaídas se desplegó para garantizar su aterrizaje seguro en tierra. Pocos minutos después, la cápsula aterrizó con Jeff, Mark, Wally y Oliver completamente a salvo. De esta manera se completó la misión NS-16, el primer vuelo tripulado de Blue Origin, con éxito. Jeff Bezos llegó al espacio y comenzó oficialmente la carrera por el turismo espacial.

Este es solo el inicio para Blue Origin, pues quedan un par de vuelos agendados para este 2021. Por otro lado, la compañía de Bezos se une a Virgin Galactic de Branson en completar un vuelo de turismo espacial exitoso, y se espera que pronto SpaceX de Elon Musk también haga lo propio.

Niños de ocho años asocian internet con naves espaciales

Por increíble que parezca a pesar del tiempo transcurrido desde el primer diseño de un alunizador, en los años 60´, hoy es el modelo que orienta la inspiración de niños menores de ocho años que asocian internet con naves espaciales. El investigador suizo-italiano Luca Boturri (Milán 1977) que se dedica a enseñar a los profesores cómo acercar a los pequeños al universo de la Red, ha recopilado medio centenar de dibujos en los que los más pequeños intentan plasmar en un folio el significado que encierra para ellos la palabra internet. “El resultado es una galería de ilustraciones que van desde una sorprendentemente detallada red de satélites que envuelve el planeta hasta una especie de sala de control en una nave espacial donde un equipo de extraterrestres maneja los accesos a las plataformas más conocidas, pasando por la simple pantalla de un móvil. ´Encontramos concepciones muy diferentes, pero ninguna es certera´”, resume el investigador en reportaje publicado por el diario El PAÍS, de España.

“Retratar el ciberespacio es un reto que desde hace décadas consume incluso a los expertos: se han trazado redes indescifrables, mapas históricos y contadores de un ente cuya complejidad no hace sino aumentar cada segundo. Hay 1.800 millones de páginas web en línea, cada día crece el número de personas conectadas y se lanzan más de 3.000 aplicaciones solo en Android, el sistema operativo más utilizado. Ante este panorama, plantear la misma tarea a niños de entre 8 y 10 años podría parecer un enredo”, infiere el diario madrileño. Luca Botturi cree, en cambio, que es pertinente: “No hay manera de preparar a los niños para hacerse adultos en un mundo digital si no entendemos cómo perciben ese mundo”.

De acuerdo a los resultados de la investigación “fueron muy pocos los niños que optaron por dibujar algún tipo de red con componentes tecnológicos. La mayoría se centró en retratar las actividades que asocian con este medio, como escuchar música o ver vídeos, o la idea de compartir información con gente que está muy lejos. ´También encontramos casos en los que internet se muestra como el dispositivo. Antes era el ordenador, ahora es el móvil´”, comenta Botturi. En línea con esto, cobran especial protagonismo las referencias a las plataformas y servicios que están accesibles desde el teléfono: Youtube, WhatsApp, Netflix, Instagram.

La conclusión a la que ha llegado Boterri le provoca un sentimiento inquietante. “Esto me causó temor, porque significa que la comercialización de internet ya ha llegado a su imaginación”. Para Botturi, la visión de Internet como una capa de servicios accesibles a través de un dispositivo va en contra del planteamiento original con que se creó esta red, como un sitio donde la gente pudiera expresarse y establecer conexiones más allá de sus círculos próximos. “Ahora la mayoría de la gente experimenta la web a través de servicios específicos. Internet se ha vuelto una mercancía. Ya no es un espacio abierto”, señala.

¿Cuál es el riesgo de que los más pequeños asuman que estas representan la viva imagen de lo que es la red?, pregunta El País. Para el investigador, es cuestión de libertad: “La clave aquí es que los niños de hoy serán los que desarrollen las tecnologías de mañana. Si no pueden imaginar un internet diferente, nos quedaremos atascados en donde estamos”.

De acuerdo a la publicación, investigaciones previas a la de Botturi prueban que este tipo de conceptos evolucionan y se enriquecen poco una vez superados los diez u once años. “A menos que escojas áreas específicas como informática o ingeniería electrónica, te quedarás más cerca de esa imagen ingenua de lo que es un ordenador”, precisa el experto. “Por eso, es importante que la comunidad educativa asuma un papel más activo en la tarea de acercar internet a estos grupos de edad. Por definición, los colegios son lugares donde no se habla de internet, porque en esos lugares no vemos dispositivos digitales. En muchos casos incluso están prohibidos. Una buena parte de mi tarea como formador de profesores es pedirles que hablen de ellos. Porque es parte de la vida de los niños. Si lo ignoramos y no les preparamos para ello, por supuesto que cometerán errores”.

A la hora de introducirse en ese mundo, las fuentes de información para los niños son escasas. Más allá de lo que puedan comentar con sus amigos, las primeras conversaciones con adultos sobre el tema son las que tienen con sus padres y giran en torno a las precauciones que deben tomarse y las reglas de cómo debe usarse internet en casa. “Estoy de acuerdo con que los padres pongan normas sobre el uso seguro de la red. Pero las normas sin conocimiento no funcionan. Son un marco que no da la oportunidad de entender”, razona Boterri.

El País pregunta: ¿Cuál es la mejor manera de explicarles este medio? El profesor divide el proceso en varias partes. La primera es trasladarles la idea de que es una infraestructura como las autopistas o las vías de tren. Hecho esto, conviene transmitirles el sentimiento de asombro. “Es un milagro que internet exista. Tenemos barcos que ponen cables en el océano y enrutadores que hablan el mismo idioma en China y en Estados Unidos, en África y en Europa. Que se maravillen con esto es primordial. Y creo que esto podría hacerse en la escuela primaria. En esta fase, es importante que los niños entiendan que internet no es una fuerza misteriosa como en Star Wars, sino el fruto tangible del trabajo de las personas”.

El diario infiere en base a la investigación que en la educación secundaria llegaría el momento de trasladarles el papel más complejo de internet, como una infraestructura sobre la que descansan muchísimos intereses económicos y políticos, lograr que comprendan que la tecnología es neutra, pero lo que hacemos con ella no. “Esto puede sonar ingenuo, pero cuando hablo con alumnos de secundaria y les explico cómo hacen dinero empresas como Instagram, se sorprenden”, matiza Botturi. Durante esta etapa, el experto recomienda evitar recurrir a meterles miedo, puesto que la estrategia puede resultar contraproducente, al generar intriga en lugar de aversión.

La esperanza de Botturi es que esta aproximación nos deje una generación capaz de imaginar un internet mejor, que sirva como instrumento para mejorar el desarrollo de la humanidad. “Que no lo acepten como está y no lo den por sentado. Internet no tiene por qué ser así. Podemos mejorarlo. Pero tenemos que ser parte del partido”.

Viajes al espacio

El ígneo y suave paso final

Este relato fue publicado por la revista Life en español el 7 de abril de 1969, a pocos meses del alunizaje en la esfera celeste del Apolo 11 (20 de julio de 1969). Tal el caso no cambia el diseño del módulo alunizador que han diseñado la compañía Blue Origin del billonario Jeff Bezos.

Este dibujo muestra las etapas finales del viaje a la Luna pronosticado para el mes de julio. Conforme el alunizador y el módulo de mando vuelan en torno a la Luna, a unos 112 km, de su superficie, el alunizador se desprende del vehículo nodriza y empieza a describir su trayectoria curva de descenso. A los 15 240 m de altura, su motor de descenso, -cuya potencia puede regularse como la de un automóvil se enciende para frenar y estabilizar el vehícu7 620 m el radar del alunizador se ´enclava´ con la superficie lunar, mientras los grupos de diminutos cohetes dispuestos en torno a la cabina enderezan el vehículo. A los 213 m el motor principal arde a toda potencia y el aparato se detiene en el aire como si fuera un helicóptero en vuelo estacionario, los dos astronautas inclinándose hacia adelante y mirando por las ventanillas triangulares que tienen directamente frente a sí., inspeccionan la zona de alunizaje. Acto seguido, reducen gradualmente la potencia del motor, para permitir que el alunizador descienda a razón de casi un metro por segundo. Minutos después las varillasonda de 1,5 m que se extienden de los discos amortiguadores, toma contacto con el suelo lunar.

En ese momento los astronautas apagan el motor, y las patas de araña del vehículo se posan suavemente sobre la Luna.