Alertan por efectos de migración en el país
Un estudio sobre el crecimiento de la migración interna en el país revela que, por un lado, se genera despoblamiento y abandono de extensas zonas rurales del país y, por otro, se crean cinturones de pobreza y marginalidad en las áreas urbanas.
Asimismo, la investigación de Augusto Salvador Soliz Sánchez para la Fundación Pazos Kanki sostiene que la búsqueda de mejores condiciones de vida y la ausencia de políticas de Estado son las principales causas para la migración interna.
En contrapartida, las ciudades más pobladas del país experimentan un crecimiento desordenado y se evidencia un requerimiento anormal de los servicios más elementales como agua, electricidad y saneamiento básico, al margen de otros como educación y salud.
La migración interna, el despoblamiento de extensas áreas rurales importantes para habitar las ciudades es un problema estructural en Bolivia que se tiene que enfrentar de forma urgente, es una de las conclusiones del estudio sobre población de Augusto Salvador Solis Sánchez para la Fundación Vicente Pazos Kanki.
Según el estudio, hay regiones expulsoras y receptoras de grandes grupos que dejan sus orígenes en busca de una mejor calidad de vida y en ausencia de políticas de Estado que desencadena cuadros de insatisfacción de necesidades, alimentación y servicios esenciales como son la educación, salud y elementos básicos de subsistencia.
Soliz Sánchez alerta sobre este fenómeno migratorio interno que también puede incidir en la migración externa.
Este fenómeno reproduce el efecto cíclico de la pobreza por la falta de condiciones para el desarrollo humano en las grandes ciudades por lo que las personas que dejan sus lugares de origen ubican sus lugares de residencia en las zonas periféricas, consideradas cinturones de pobreza.
Crecimiento desordenado
De acuerdo con los estudios, de un tiempo a esta parte, las ciudades más pobladas del país experimentan un crecimiento desordenado y se evidencia el requerimiento de necesidades de los servicios más elementales como agua, electricidad y saneamiento básico, al margen de otros esenciales como educación y salud.
Los flujos internos mantienen su continuidad, y, en la actualidad, Bolivia atraviesa por un proceso de “desruralización” a través del cual miles de campesinos abandonan el campo en una migración dirigida, principalmente hacia las ciudades, en donde presumiblemente encuentran mejores oportunidades laborales.
Las cifras
Según el estudio, entre 1900 y 1976, la población del país se concentraba en el área rural, situación que cambia radicalmente en el periodo 1992-2012 en el que se advierte cómo esta característica se invierte porque, de acuerdo con el Censo Nacional de Población de 2012, se establece que 6,8 millones de habitantes viven en el área urbana y sólo 3,2 millones en zonas rurales.
En 1950, la única región de atracción para los migrantes era el altiplano y las regiones de rechazo eran el valle y el llano, es decir que todos los pobladores que dejaban estas regiones se trasladaban al altiplano.
Este hecho se invierte en 1976: el llano y los valles se convierten en la principal región de atracción proceso que se prolonga hasta la fecha.
Expulsores y receptores
Los municipios expulsores son principalmente aymaras, de Oruro y del sudoeste de Potosí, parte del sur de La Paz, Chuquisaca e incluso Beni. Las ciudades del denominado eje central (La Paz, Cochabamba y Santa Cruz) y ciudades intermedias son las regiones que más recibe a los migrantes.
Un caso peculiar sucede con el departamento de La Paz. En esta región, familias migrantes deciden abandonar la zona pero en contraposición pobladores de otros sectores del país ven como una alternativa para su desarrollo.
Según señala el estudio, los factores de atracción a una y otra zona geográfica del país son diferentes y se encuentran con relación a las dinámicas económicas y sociodemográficas propias de las regiones receptoras.
NO EXISTE PLANIFICACIÓN
Sobre el proceso de migración interna, Juan Carlos Núñez, director Ejecutivo de la Fundación Jubileo, expresó su preocupación por el vaciamiento de la población rural hacia las urbes, fenómeno que se realiza sin una planificación específica, en el que las familias del campo toman la determinación de dejar sus lugares de origen en la búsqueda de un mejor futuro, se van un poco a la aventura sin considerar los riesgos que puede significar.
“¿Quién se va a quedar? Si no tiene buena educación, infraestructura, servicios básicos, lógicamente lo que las personas buscan es volverse a las ciudades porque buscan empleo, seguridad social, educación porque la inversión agropecuaria no llega ni siquiera al 12 por ciento de forma global y, al no haber desarrollo, se ven obligados a dejar el campo”. Acotó que la situación es más crítica por el ingreso de alimentos y otros productos de países vecinos que ponen en aprieto a los productores rurales porque evidencian que su producto es más caro del que se ofrece en el mercado.
LOS INGRESOS DE LAS PERSONAS HAN CAÍDO
El director Ejecutivo de la Fundación Jubileo, Juan Carlos Nuñez, reflexionó en sentido de que los migrantes dejan sus chacos en busca de mayores oportunidades sin considerar que los ingresos en el país, a nivel general, han caído; menos recursos para gobernaciones y municipios por la baja del precio del petróleo y más aún teniendo en cuenta la proyección del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) que estima que, por la caída de los precios de los recursos naturales, millones de personas retornarán a la pobreza.
“El informe de desarrollo humano de Naciones Unidas nos habla que frente a la situación ahora de los cambios en el impacto que tiene la baja de las materias primas, estamos poniendo en riesgo a 200 millones de personas que van a retornar a la pobreza, éste es un dato que preocupa y habrá que buscarle salidas”.