El pánico se apodera de los mercados y el BCE no logra tranquilizar a los inversores

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Foto: El País

La crisis del coronavirus va camino de convertirse en una sacudida para los cimientos mismos de la economía global. La amenaza de una recesión, que flota desde hace días en los mercados, se ve cada vez más posible. Los mercados (bursátiles y del petróleo) así lo interpretan y no levantan cabeza. Ni el anuncio de medidas del BCE (comprará más deuda e inyectará liquidez pero deja los tipos intactos) ha conseguido darle la vuelta a una situación que cada vez se torna más oscura. Las principales plazas europeas han apretado nuevamente el botón del pánico, en una semana catastrófica. En el caso del selectivo español -el Ibex 35- el desplome era de doble dígito a dos horas y media del cierre. Wall Street se ha visto obligada a suspender su cotización ante las severas pérdidas (7%) registradas en los primeros compases de la jornada. Es la segunda vez que lo hace desde que comenzó la crisis, para tratar de evitar las ventas de pánico. Pero ese miedo cerval está ya demasiado dentro de los inversores y el S&P 500 se dejaba más de un 8% tras el retorno de las operaciones.

Los inversores tenían sus esperanzas depositadas en el movimiento del BCE. Y. Llevaban toda la jornada con pérdidas alrededor del 6% y tras el anuncio se han ahondado en más de dos puntos porcentuales. “Era la primera prueba real de Christine Lagarde como presidenta [del Banco Central Europeo]”, señala Konstantin Veit, gestor de carteras de Pimco. Un primer test que puede ser el mayor reto de todo su mandato. Pero a estas alturas parece evidente que las medidas de contención son insuficientes para una ola que ha llevado a todos los grandes selectivos a sufrir desplomes sin parangón desde el Brexit.

Es otra sesión negra, una más. Con una diferencia respecto a las anteriores jornadas de desplomes generalizados en los parqués: llueve sobre mojado, con valoraciones ya muy mermadas. El Ibex pierde ya la tercera parte de su valor desde el inicio de la expansión del coronavirus por Europa. “El BCE tendrá que realizar un equilibrio cuidadoso entre las palabras y los hechos”, aventuraba el economista jefe de ING para la Eurozona, Carsten Brzeski, antes de la rueda de prensa de Lagarde. Jarro de agua fría, casi helada.

El crudo, en horas bajas

Las Bolsas y el petróleo llevan días retroalimentándose, en un círculo vicioso del que no se atisba un final. Este jueves la historia no es distinta: tras varias jornadas en las que la oferta -ingente en una guerra de precios lanzada por el segundo máximo productor mundial, Arabia Saudí, tras su ruptura con el tercero, Rusia- prevalecía como factor de preocupación, ahora la demanda ha tomado el relevo. La prohibición de Washington sobre los vuelos con origen en Europa para tratar de frenar la expansión del virus supone un severo revés sobre las perspectivas de consumo global.

Sin soporte alguno -demanda cayendo en picado, oferta no controlada por el antaño dominante cartel de la OPEP y Moscú, hoy sobrepasado por los bombeos estadounidenses- todo queda al albur del mercado, como recuerda Norbert Rücker, del banco suizo Julius Baer. Y eso solo puede significar una cosa: una depresión aún mayor de los precios. “Estarán en el entorno de los 30 dólares antes de que puedan entrar en una fase de lenta recuperación a mediados de año. Los temblores resonarán aún durante tiempo”. En solo una semana el crudo ha perdido casi la cuarta parte de su valor, mientras los países productores pisan el acelerador de la oferta en una estrategia contraria a lo que dicta la intuición para hacer frente a una demanda deprimida: en el pasado, cuando la economía echaba el freno y arrastraba consigo a la demanda, los productores tendían a restringir el grifo de la oferta para tratar de renivelar el mercado y ofrecer un apoyo a los precios. Hoy, la estrategia a seguir está siendo exactamente la contraria: Riad está ofreciendo su petróleo en Europa -un mercado tradicionalmente abonado para el crudo ruso- e incluso en EE UU -ya inundado por el fracking-: según los datos de Bloomberg, petroleras europeas como Repsol, Cepas, Total o Royal Dutch Shell están recibiendo petróleo saudí desde hace días a precios de derribo.

La inestabilidad económica y el temor de los mercados se deja sentir de nuevo en los bonos de los Estados a 10 años. La prima de riesgo española (diferencial con el bono alemán, el considerado más seguro) sube hasta los 104 puntos básicos. El bono español se sitúa en el 0,27%, algo peor que un día antes. Además, el bund alemán se ha apreciado y aumenta su diferencia en el negativo: -0,78%. Es, junto con el papel estadounidense, el oro y el yen son los únicos refugios posibles en la tormenta.