El salario deja de ser la única fuente de ingreso
Los que viven de un salario aplauden los incrementos anuales, pero coinciden en que no es suficiente para llegar a fin de mes sin preocupaciones. Los expertos explican esa cruda realidad
Afuera de la cárcel de Palmasola un hombre joven se gana la vida como mototaxista porque hoy no le toca ser policía. Ayer estuvo de turno con su uniforme verde en su puesto habitual de un barrio periférico, pero esta mañana, a las 7:00, se vistió de civil y se montó en su moto china con la que busca un ingreso extra, porque su sueldo de guardián de la ley, lamenta, no le alcanza para que sus dos hijos y su esposa se vayan a la cama sin hambre.
Ese hombre se llama Róger Castellón, apenas pasa los 30 años de edad y en los últimos meses aprendió a comer solo dos veces al día y a trabajar sin descanso. Lo que le beneficia, dice, es que de policía trabaja día por medio, y que cuando está de libre y debería descansar para retomar fuerzas, se las pasa de mototaxista, en los barrios de la zona sur.
Róger Castellón es solo un punto entre los asalariados cuya necesidad los ha arrastrado a buscar otro ingreso económico para poder llegar a fin de mes con menos apuros.
El Centro de Estudios para el Desarrollo Laboral y Agrario (Cedla), conocedor de esta realidad, la llama ocupación secundaria, donde el obrero, ante la insuficiencia de su sueldo, busca otro ingreso.
El hambre y la canasta
Al no existir datos sobre cuántos asalariados se dedican a un empleo informal en sus días libres, las cifras del Cedla sirven para graficar el problema. Según esta institución, el 65% de los trabajadores cuentan con sueldos por debajo de una canasta normativa alimentaria, eso quiere decir que ganan menos de Bs 2.110 que hasta el 2013 era el estimado para que una familia promedio con cinco miembros, se alimente dignamente. Esto los obliga a buscar otra fuente de ingresos.
Los datos fríos indican que entre el 2006 y el 2010 subió en un 70% el salario nominal, fruto de los incrementos a la masa salarial. Bruno Rojas, investigador del Cedla, hace aterrizar esos datos y pregunta: ¿para cuánto alcanza ese incremento? “Tomando el aumento de los productos de la canasta básica y de otros que son importantes para la población, nos encontramos que en el mismo periodo ha subido apenas de el 0.5% el salario“, lamenta el experto.
El auxilio
Nelson es profesor y los fines de semana se convierte en albañil. El boom de la construcción en Santa Cruz le ha caído bien porque hay empresas que no paran de trabajar ni los fines de semana. Sale de casa con una mochila donde lleva la escuadra y la plomada y se pierde en un micro que lo lleva a su trabajo secundario.
Gabriela Duk no ha encontrado un trabajo adicional, pero se ha dado formas para sacar unos pesos extras en el que tiene. Trabaja en la sección administrativa de una salteñería y, además de cumplir sus ocho horas de trabajo, redobla turno y hay jornadas en las que ingresa a trabajar a las 5:00.
Ingrid Vaca, además de ser licenciada en enfermería y de trabajar en una compañía de medicina capilar, cuenta que en algún momento tuvo que trabajar de instrumentista quirúrgica. Para cubrir sus gastos personales y familiares estuvo obligada a tener dos o hasta tres trabajos.
Sobre los incrementos salariales de todos los años, dice que todo aumento a los ingresos es favorable, pero lamenta que la canasta familiar siempre tiende a subir cuando hay mayor ingreso.
El economista Teófilo Caballero dice que solo por la vía del incremento salarial no se puede ayudar a la economía de la gente de la noche a la mañana. “Bolivia tiene los ingresos per capita más bajos y los índices de informalidad más altos”, explicó.
Además, Caballero coincidió en que hay asalariados, como ser profesores, que tienen varios empleos informales, como promotores de cosméticos y vendedores de comidas. Lo curioso, es que la gente consultada por EL DEBER coincidió en que se ve mayor flujo económico en las calles y que por eso no es muy difícil encontrar una fuente de ingreso adicional al trabajo formal