En 2022, el impacto en la demanda se sintió en la carne de vacuno, y aunque la inflación se enfríe, todo apunta a que la presión continuará este año, especialmente en algunas de las naciones más carnívoras del mundo.
El consumo de carne ha estado disminuyendo en todo el mundo desde los primeros días de la pandemia. En 2022, el impacto en la demanda se sintió en la carne de vacuno, y aunque la inflación se enfríe, todo apunta a que la presión continuará este año, especialmente en algunas de las naciones más carnívoras del mundo.
No es raro que las compras de carne caigan durante las crisis económicas. Lo sorprendente es que la demanda está disminuyendo más rápidamente en muchos de los países en los que la carne de vacuno ha sido tradicionalmente la proteína preferida. En Brasil, el consumo iba camino de alcanzar un mínimo histórico en 2022. Según datos de NielsenIQ, los consumidores estadounidenses han reducido sus compras en más de un 4% en el último año, mientras que las ventas de asado y filete de vacuno en el Reino Unido se han desplomado.
Quizás ningún lugar refleje mejor esta tendencia que Argentina. El asado argentino está tan estrechamente arraigado en el tejido nacional que, incluso durante algunas de las peores recesiones, el consumo demostró ser resistente a los ajustes de cinturón. La reciente escalada de precios en un país famoso por consumir más carne de vacuno que casi ningún otro está obligando a los consumidores a optar por el pollo, que ahora compite por el título de la proteína más consumida en el país.