Estudios reabren debate sobre transgénicos: piden permisión
Dos estudios que hace un par de semanas se conocieron, casi de forma simultánea a nivel internacional, traen nuevamente el tema de los transgénicos a la mesa del debate. Los mismos concluyen que los “organismos genéticamente modificados” (OGM, más conocidos como transgénicos) no acarrean efectos nocivos a la salud. Con la buena noticia en mano, los empresarios agropecuarios del país reclaman su permisión y calculan un incremento de la producción en un 30 por ciento.
El primero de estos estudios, de la Academia de Ciencias de Estados Unidos, concluye que los transgénicos no traen secuelas negativas en la salud; el segundo, de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), mantiene que el glifosato, herbicida utilizado en agropecuaria, no es cancerígeno.
Con este panorama, el presidente de la Cámara Agropecuaria del Oriente (CAO), Julio Roda, vuelve a sugerir al Gobierno que el uso de transgénicos que ya se emplea en la soya se amplíe a los rubros del algodón y el maíz. “Hay muchos problemas con gusanos, con la fumigación permanente contra hierbas y maleza. Se ha comprobado que el uso de eso (transgénicos) los hace más competitivos y eficientes y más seguros en su siembra”, afirma Roda.
En tanto, el gerente general de la Asociación de Productores de Oleaginosas y Trigo (Anapo), Rolando Zabala, resalta que con un manejo apropiado de suelos y la implementación de biotecnología, la producción puede subir un 30 por ciento.
De la misma manera, añade que los cultivos de rotación como el sorgo, chía, trigo, frijol y girasol incrementarían sus niveles de producción debido a la mayor capacidad de productividad de los agricultores.
El comité conformado por 20 miembros de la Academia revisó 900 estudios científicos sobre cultivos genéticamente modificados focalizados, justamente, en el maíz, algodón y soya.
“El estudio da cuenta que los agricultores que utilizaron semillas genéticamente mejoradas obtuvieron mejor resultado por la disminución del uso de pesticidas y el aumento de su producción”, explica la experta en agrobiotecnología del Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE), Cecilia González.
Actualmente, la soya RR resistente al glifosato es el único elemento liberado en Bolivia. Según Zabala, el uso de biotecnología traería consigo menos contaminación por el uso de pesticidas y plaguicidas, menos empleo de diésel y maquinaria agrícola y mejor calidad de vida de pequeños productores.
Retraso
Según Roda, Bolivia no es competitivo a nivel internacional con países como Argentina y Brasil donde se desarrolló el uso de la biotecnología. Explica, como ejemplo, que en Argentina el maíz transgénico rinde hasta 10 toneladas por hectárea frente a las 3,5 toneladas de maíz regular en Bolivia.
“Llegamos con mucho mayor costo, fumigamos siete veces contra gusanos, ellos no fumigan ni una sola vez. Cada aplicación de fosforado (agroquímico) cuesta unos 30 dólares por hectárea más cinco dolares por la aplicación”, señala.
En tanto, el Colegio de Agrónomos de La Paz propone un debate público nacional sobre las semillas genéticamente modificadas para determinar de manera científica si el país las requiere o no para mejorar el rendimiento de sus cultivos y su resistencia a los efectos climáticos.
En una entrevista anterior con este medio, la viceministra de Desarrollo Rural y Agropecuario, Marisol Solano, declaró que el Gobierno no conoce oficialmente los estudios sobre organismos genéticamente modificados, aunque aclaró que los solicitará para el análisis y que no se cierra al debate sobre el tema.
Por ahora, el Gobierno puso en vigor una norma que exige la inclusión progresiva, hasta 2018, de etiquetas especiales en los alimentos producidos en el país o importados que contengan o deriven de OGM, según anunció la ministra de Medio Ambiente y Aguas, Alexandra Moreira.
APIA
- Juan Mario Rojo, presidente de la Asociación de Proveedores de Insumos Agropecuarios (APIA), lamenta que la desinformación acerca de las tecnologías que se plantean para garantizar la seguridad alimentaria mundial hayan creado “un escenario irreal de preocupación sobre el manejo de los agroquímicos”.
- Rojo señala que existe un compromiso de su sector para investigar y difundir los resultados de tales tecnologías, que tienen como foco final el generar más y mejores alimentos para la humanidad.
SUGIEREN REABRIR EL DEBATE
Aopeb: Producción de forma natural no compensa costos
El exsecretario general y miembro activo de la Asociación de Organizaciones de Productores Ecológicos de Bolivia (Aopeb), Jaime Belén Copa, pide debatir sobre la implementación de los organismos genéticamente modificados (OGM) en Bolivia para respaldar su postura en defensa de la producción orgánica.
“Sería muy lindo reunirnos con otras organizaciones para hablar más sobre esto y el impacto que causa esto (los OGM) que no sólo daña a los seres humanos, sino también a los animales”, dijo.
El debate sobre el uso de los transgénicos en Bolivia se abrió en 2015, tras la realización de la cumbre del agro “Sembrando Bolivia”, pero quedó inconcluso.
Durante su discurso en esa ocasión, el presidente del Estado, Evo Morales, desafió a los productores orgánicos a abastecer la demanda interna para prohibir el uso de transgénicos.
“No tenemos que cansarnos de debatir. Eso quisiera decir que estamos conformes. Sería nuevamente hablar de este tema”, afirmó Belén.
Según Belén, actualmente es complicado satisfacer la demanda interna con productos orgánicos, porque no reciben fomentos del Gobierno para incrementar sus niveles de producción.
“Es muy costoso producir orgánicamente viendo la realidad de otros países donde empresas estatales están produciendo arroz y quinua”, explica.
Belén se dedica a la producción de quinua orgánica y desde su experiencia explica que es “complicado” competir en el mercado externo, pues producir orgánicamente una hectárea de quinua cuesta hasta 8 mil bolivianos según el factor climatológico.
El rendimiento por hectárea bordea los 20 quintales, que, según él, derivan en un saldo que devela que el costo de producción no se compensa con el de comercialización. El quintal de quinua se comercializa en 700 bolivianos normalmente, pero en el mercado negro llega a costar hasta 400.
Según Belén la situación de la quinua producida orgánicamente se repite en otros rubros como las hortalizas, la papa y el cacao. “Nosotros como organización trabajamos en eso, todavía a los que estamos asociados nos compran por un precio justo en mercados como Italia y Francia”, añade.
Actualmente, Aopeb cuenta con 80 organizaciones afiliadas que aglutinan a 8.000 productores orgánicos en todo el país.
La Aopeb fomenta la producción, la industrialización y la comercialización de productos orgánicos. Maneja alrededor de siete rubros, entre los que se destacan la quinua y la papa.
“Tenemos aceptación en el mercado y poco a poco estamos entrando en los supermercados porque no es tan fácil producir, embotellar y sacar por los registros de Senasag”, dijo.
OPINIONES
Silvia Vale, productora Lo que queremos es evitar la contaminación del medio ambiente con tecnología avanzada. Así tendríamos variedades resistentes a las plagas porque por culpa de esas plagas hemos tenido bajos rendimientos. Queremos biotecnología, eso es lo que nosotros pedimos.
Susano Terceros Hemos pedido que avancemos en el uso de la biotecnología, Bolivia es un país sin biotecnología y sin los nuevos eventos genéticamente modificados. El Gobierno nos debe ayudar para que nosotros sigamos produciendo, porque es lo único que sabemos producir.
IBCE: CECILIA GONZÁLES, ESPECIALISTA EN AGROBIOTECNOLOGÍA
Bolivia podría demorar hasta 10 años en entrar en ritmo
Brasil, Argentina, México y Colombia son los países donde se desarrollaron los cultivos genéticamente modificados desarrollados, ya sea en instituciones educativas o en pequeñas compañías productoras que no tienen necesariamente relación con grandes transnacionales que la gente siempre ataca.
La ventaja de ellos es que están viendo cuáles son sus necesidades y requisitos, y están desarrollando los cultivos para responder y hacer frente a sus propios problemas sin importar la tecnología.
En los últimos 10 años, se tiene desarrollada una infraestructura que les permite dar esta respuesta cuando aquí nos hemos quedado en pañales y no podemos dar esa respuesta.
Muchas veces el sector agrícola pide directamente implementar estas tecnologías desarrolladas, porque no hemos podido hacer frente a los ataques que están sufriendo los cultivos.
Para que Bolivia entre en el mismo ritmo estamos hablando por lo menos de cinco a 10 años porque sólo el desarrollar el tema normativo y administrativo es bastante complejo.
Involucra al menos a cuatro o cinco ministerios para ver quién va a jugar y qué rol, y qué responsabilidades van a tener las instituciones en planificar la necesidad a nivel científico y técnico para desarrollar el proceso de evaluación, monitoreo y control.
Por otro lado, está el tema de desarrollar las variedades que pueden ser genéticamente modificadas no sólo con la transgénesis, sino también con técnicas más avanzadas y precisas que respondan a problemas que tenemos en el agro como las nuevas plagas y la resistencia a la sequía, que tanto se necesitan.
Tenemos que empezar a sentarnos a discutir, pero tiene que ser una discusión sin sentimientos ni ideologías. Si estamos hablando de ciencia, hablemos con ciencia, no sólo con mitos o supuestos ni dichos que corren por la ciudad.
En muchos países se ha discutido inicialmente de forma interna y luego han empezado a compartir con la sociedad.