Gobierno no ve necesario devaluar el boliviano; analistas piden revisar
El ministro de Economía y Finanzas Públicas, Luis Arce, considera que por el momento no se ve la necesidad de devaluar el boliviano, puesto que la economía del país “goza de buenos fundamentos macroeconómicos: crecimiento económico sostenido, elevados niveles de reservas internacionales, buffers o colchones financieros para enfrentar la crisis internacional”.
Contrariamente, varios analistas económicos coinciden en que debe haber una revisión de la política monetaria vigente, debido a sus efectos en las exportaciones y la competitividad nacional frente a otros países.
El nuevo presidente del Banco Central de Bolivia (BCB), Pablo Ramos, en su posesión, aseguró que se mantendrían las previsiones en las políticas monetarias actuales. “Será una línea fundamental de trabajo mantener todas las previsiones para que las reservas se mantengan en alto nivel y garanticen estabilidad monetaria, estabilidad de precios y capacidad para lograr trabajos futuros”, señaló.
No obstante, consultado sobre posibles cambios a la política monetaria vigente, el Ministro informó que el tema aún se está analizando y se dará a conocer, como se lo hizo cada año desde 2006, en el Programa Fiscal y Financiero 2017 que se está elaborando conjuntamente con el Banco Central.
Para el analista económico Armando Méndez, la posibilidad de un cambio en las políticas monetarias no son visibles por el momento debido a que el país se acostumbró al tipo de cambio fijo, pero sí recomendó bajar el gasto fiscal.
Señaló que para mantener este tipo de cambio fijo se debe pensar de manera cuidadosa en las peticiones de algunos sectores, “hay que ser cuidadoso con el incremento salarial que los trabajadores formales quieren porque genera inflación de costos y las empresas tienen que subir salarios”, aseguró.
Por su parte, el economista Julio Alvarado considera el tipo de cambio fijo un “perjuicio” para la economía, porque fomenta dos procesos muy perjudiciales para el país: el contrabando y la penalización a la exportación.
Considera que esta política monetaria destruye fuentes de empleo porque las empresas no pueden exportar y, por ende, reducen su capacidad de trabajo. Por tanto, recomendó al Gobierno mantener un tipo de cambio flexible como lo hacen algunos países vecinos.
Sugirió tomar en cuenta las políticas estadounidenses que implementará el nuevo presidente de ese país, Donald Trump, que podrían influir en la economía boliviana, puesto que “si sube el dólar, automáticamente en el contexto internacional, por el cambio fijo que tenemos, sube también el boliviano”, aseveró.
“Es un tema bastante delicado”, opina el gerente general de Instituto de Comercio Exterior (IBCE), Gary Rodríguez, puesto que cualquier cambio en la actual política monetaria podría desatar expectativas inflacionarias que irían en perjuicio del proceso de bolivianización que mantiene el Gobierno.
Según Rodríguez, la actual política tiene efectos negativos: el encarecimiento de las exportaciones y la perdida de competitividad de los exportadores. Este mismo criterio sostiene el gerente de la Cámara de Exportadores de Cochabamba, Víctor Villarroel, quien asegura que el tipo de cambio fijo perjudica al desempeño de las exportaciones.
ASEGURA QUE LAS MONEDAS DE LOS PAÍSES VECINOS ATRAVIESAN UNA ELEVADA VOLATILIDAD
Arce afirma que el tipo de cambio fluctúa, no se mantiene fijo
“En 2016, el tipo de cambio se mantuvo estable acorde a los sólidos fundamentos macroeconómicos del país, lo cual contribuyó a la estabilidad macroeconómica y al desarrollo económico y social del país”, aseveró el ministro de Economía y Finanzas Públicas, Luis Arce, en respuesta a Los Tiempos, en la entrevista escrita.
La autoridad, además, precisó que el régimen cambiario boliviano es el crawling peg o tipo de cambio deslizante, el cual consiste en pequeñas apreciaciones o depreciaciones del tipo de cambio nominal. “Si bien el banco central fija un valor de cotización de la divisa norteamericana (de Bs 6,96 para la venta y Bs 6,86 para la compra), en los hechos, es decir, el tipo de cambio al cual se vende la divisa norteamericana en las entidades financieras y casas de cambio, el tipo de cambio fluctúa en torno a una banda de +/-10 centavos, por tanto, no se mantiene fijo”, aclaró.
La autoridad gubernamental, asimismo, aseguró que gracias a la aplicación del “MESCP en 2006”, la economía boliviana goza de buenos fundamentos macroeconómicos: crecimiento sostenido, elevados niveles de reservas internacionales y colchones financieros para enfrentar la crisis internacional. “Por lo tanto, en este momento no se ve la necesidad de devaluar el boliviano”, afirmó.
Frente a la situación de los países vecinos y el efecto en Bolivia de las depreciaciones de sus monedas, Arce señaló que, evidentemente, en los últimos años, las monedas de los países vecinos están atravesando “una elevada volatilidad”, es decir, cambian constantemente de apreciaciones a depreciaciones. “Si en Bolivia se hubieran imitado esos movimientos, se habría generado una alta incertidumbre en la economía nacional”, sostuvo.
Agregó que, si bien durante la gestión 2015 se registraron depreciaciones en la mayoría de las monedas de los países de la región, en 2016, por el contrario, se registraron apreciaciones cambiarias, es decir, los tipos de cambio disminuyeron.
Sobre los avances de la bolivianización, el Ministro destacó que desde 2006, cuando se inició el proceso, la moneda nacional fue adquiriendo una mayor relevancia, que se profundizó en los últimos años. A noviembre de 2016, los créditos y depósitos en moneda nacional ascendieron a 97 por ciento y 84 por ciento, respectivamente, cuando en 2005 sólo el 7 por ciento y el 15 por ciento de los préstamos y depósitos se encontraban denominados en bolivianos, precisó.
Con relación a la preocupación de los exportadores principalmente y la opinión de los analistas sobre mantener inalterable el tipo de cambio, Arce respondió que tal cual lo señala el Foro Económico Mundial, la competitividad no debe ser una función de los movimientos cambiarios, si no por el contrario debe ser resultado de factores como ser la productividad, la eficiencia en la utilización de los recursos, desarrollo tecnológico, entre otros aspectos.
“Es importante destacar que una devaluación (depreciación) no se traduce necesariamente en una mejora en la competitividad, ya que la misma podría generar un incremento en la inflación (efecto pass-through) que ocasione que la variación real del tipo de cambio sea nula como ocurrió en varios países vecinos. En este sentido, el principal problema no es la competitividad asociada a la política cambiaria; sino más bien la competitividad explicada por la productividad, tema que fue planteado por el MEFP para su discusión con el sector empresarial de Bolivia, pero que hasta la fecha no fue debatida”, afirmó.
Asimismo, reiteró que, por el momento, no se ve necesario realizar modificaciones del tipo de cambio; pero, “si los fundamentos de la economía nacional o la política económica de los países vecinos se modifican grandemente no se descarta efectuar movimientos, como lo venimos diciendo permanentemente desde el MEFP”.
ANÁLISIS
Juan Antonio Morales, analista económico
Hace más de cinco años estamos con un tipo de cambio fijo, esto tiene méritos que no se pueden desconocer, entre ellos: es que amarra a la inflación no se desboca, porque el tipo de cambio está anclado, amarrado.
Sin embargo, este tipo de cambio debe estar acompañado con políticas que sean consistentes con el tipo de cambio y para eso hay que prestarle atención a la política fiscal, en la que sí hay demasiado gasto. Aunque sea en inversión pública, es más difícil mantener un tipo de cambio fijo que sea además competitivo, porque el costo de esto es que se pierde competitividad frente a la producción de los países del extranjero donde perdemos competitividad, tanto en el campo de las exportaciones como en nuestro propio mercado, cuando lo vemos invadido por productos extranjeros que vinieron incentivados por el tipo de cambio.
Para mantener la política cambiaria actual, yo creo, que es esencial reducir el déficit fiscal, no se puede tener los déficits de los últimos tres años o aún peor el déficit fiscal programado para el 2017 del 7,8 por ciento del producto interno bruto. Eso es demasiado elevado y eso haría insostenible el tipo de cambio, nos hace perder competitividad y crea riesgos. Además, gran parte del déficit fiscal se está financiando utilizando las reservas internacionales y si estas caen por debajo de un umbral, la gente se pueda asustar, es decir que vaya a cambiar sus bolivianos por dólares y eso terminaría precipitando la devaluación del boliviano.
Yo creo que la tarea inmediata y urgente es reducir el déficit fiscal.
Hay aspectos positivos por este tipo de cambio, la gente se siente tranquila, pero por otro lado hay efectos negativos si no existen políticas de cambio de acompañamiento apropiadas, ahí tenemos una situación de pérdidas de competitividad, en otras palabras el sector exportador pierde dinamismo y la producción nacional tiene que enfrentar la competencia de productos importados.