La desigualdad puede ralentizar el desarrollo económico de AL
El Banco Mundial aconseja a los países de la región que adopten políticas fiscales redistributivas y garanticen el acceso a los productos básicos para seguir creciendo
La reducción de los índices de pobreza en América Latina a lo largo de la primera década del siglo XXI es un éxito reconocido por toda la comunidad y organismos internacionales, sin embargo, la incapacidad por disminuir, en la misma intensidad, la brecha de la desigualdad es una asignatura pendiente que, si no se combate, puede obstaculizar el crecimiento económico en la región y contribuir a la ralentización que auguran todas las previsiones macroeconómicas, de acuerdo con el último informe del Banco Mundial. En el estudio Ganancias sociales en la balanza en América Latina y el Caribe, que la organización ha presentado este martes en Washington, se aconseja a los países del hemisferio que adopten políticas fiscales redistributivas y que garanticen el acceso generalizado a bienes y servicios básicos para promover un desarrollo inclusivo en el continente.
“La pobreza ha seguido decreciendo de manera importante en América Latina en 2012, situándose en el 12,3%. Pero ahora el mayor porcentaje de la población en la región lo componen las familias vulnerables”, ha señalado durante la presentación del informe Louise Cord, responsable del Grupo de Reducción de la Pobreza, Género y Equidad del Banco Mundial. Para Cord, “si no se reduce la desigualdad, esta circunstancia podría poner en cuestión este descenso en los niveles de pobreza” en el hemisferio.
El informe advierte de que la falta de progreso en la reducción de la desigualdad en América Latina puede poner en riesgo el proceso de disminución de la pobreza en pos de un crecimiento de la clase media en la región. “Los persistentes niveles de desigualdad siguen restringiendo el progreso hacia la reducción de la extrema pobreza”, señala el informe.
Entre las causas que explican las dificultades de los Gobiernos de la región a la hora de no poder frenar la divergencia entre ricos y pobres, el Banco Mundial cita un crecimiento en los ingresos que no se ha visto acompañado por una redistribución de las rentas. El informe de la organización advierte de que si persiste esa inercia “el progreso en reducir la pobreza y mejorar la prosperidad pueden ser más evasivos”.
El Banco Mundial propone como motores para paliar el problema de la inequidad la adopción de políticas económicas más redistributivas y el desarrollo de estrategias que extiendan el acceso a los bienes y servicios básicos a toda la población, poniendo el énfasis en la infancia. El informe, reconoce cómo son los países del Cono Sur -Brasil, Argentina, Chile, Uruguay y Paraguay- quienes continúan liderando a la región en cuanto a disminución de la pobreza, cayó un 37% en 2012, frente a la zona andina -donde ha descendido en un 22%-. Centroamérica y México, sin embargo, han expandido el tramo de población por encima del umbral de la pobreza, alcanzando el 41%.
El crecimiento de los ingresos y las políticas redistributivas explican el liderazgo del Cono Sur, de acuerdo con el documento del organismo. En el caso de los países andinos, es únicamente el aumento de los ingresos lo que justifica la reducción en el nivel de la pobreza, mientras que en el caso de México y Centroamérica aunque estos dos factores “han contribuido por igual a disminuir la inequidad, la aportación de la subida de ingresos ha sido inferior que en el resto de regiones”.
En cuanto a la política redistributiva, el Banco Mundial alerta del problema que para América Latina supone la generalización de los impuestos indirectos, un factor que contribuye a ralentizar la reducción de la brecha de desigualdad. “El impacto regresivo de la estructura impositiva afecta mucho más a los más pobres”, señala el informe.
En el caso de la generalización del acceso a bienes y servicios públicos, para el Banco Mundial “permitir que los menores tengan las mismas oportunidades de tener educación básica, salud e infraestructura inmobiliaria es central para fomentar una sociedad más equitativa, libre de pobreza y que garantice el desarrollo de todo el potencial de las personas durante la infancia”. El informe pone el énfasis en el acceso a la educación, una vivienda digna y las nuevas tecnologías como pilares para multiplicar las posibilidades de progreso y destaca que, en muchas ocasiones, es el entorno en el que una persona nace lo que determina la calidad y la extensión de ese acceso.