La educación infantil, un profundo rezago de AL

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La inversión en educación es, sin duda, una de las más rentables del mundo. Sin embargo, el gasto público en educación inicial por estudiante latinoamericano es apenas un tercio que en las naciones desarrolladas.

En México, el gasto anual en instituciones públicas de educación infantil (desde los 3 años) por estudiante fue de 2.217 dólares en 2010. En Argentina, fue de 2.427 dólares y en Brasil de 2.111 en el mismo año. Por contraste la media de la OCDE fue de 6.275 dólares en 2010, según cálculos de la propia organización.

Estas cifras y unas evidencias científicas desalentadoras llevan a los expertos a recomendar que se dedique más recursos a los primeros años de vida porque “los niños no están aprendiendo mucho, y eso ocurre porque entran en la escuela con rezagos muy grandes”, como es el caso de México, de acuerdo a Ciro Avitabile, experto en educación del Banco Mundial.

Esos rezagos -afirma- son de tipo cognitivo, es decir la capacidad de concentración o de memorizar palabras por ejemplo, y hasta no-cognitivos, cómo son la capacidad de superar retos o el hecho de tener autocontrol. Los estudios demuestran que hasta un 80% de la arquitectura cerebral se desarrolla durante los 1.000 primeros días de vida de un ser humano. Y en esta etapa es más fácil cerrar las brechas que se hacen evidentes más adelante -por ejemplo en secundaria- entre niños ricos y pobres, o entre niños de la ciudad y del campo.

Conscientes de esta problemática, los gobiernos de la región están realizando un arduo trabajo de formación infantil que empieza prácticamente desde antes del nacimiento.

Lo viven en carne propia Enedelia Maya Castañeda y sus tres hijos.

La joven madre del municipio de Agua Blanca, en Hidalgo, participa con entusiasmo en los talleres que organiza el Consejo Nacional de Fomento Educativo (CONAFE) sobre la importancia de estimular y jugar con los niños para que aprendan habilidades básicas en los primeros años de vida. En los talleres dónde cantan, juegan o aprenden números, colores y formas, y también se instruye a las madres y los padres, se atiende a alrededor de 460.000 niños y niñas en comunidades rurales o marginadas de México. El Banco Mundial apoya desde hace varios años el trabajo de CONAFE.

Más ganancias que en la bolsa

No se trata únicamente del conocidísimo lugar común de que educarse es bueno para el futuro, sino que hay números contantes y sonantes que confirman por qué es fundamental la educación en los primeros años de vida.

Una análisis del programa Perry de Educación Preescolar para familias de bajos recursos en EE UU encontró, por ejemplo, que si se invierten 100 dólares en la educación de un niño de entre 0 y 4 años, esa inversión tiene un retorno promedio entre 7 y 10 dólares anuales, tomando en cuenta los mejores resultados laborales y una menor tasa de criminalidad. La misma cantidad invertida en el mercado de valores daría una ganancia promedia de 6.9 dólares anuales.

Este razonamiento funciona también cuando se compara la educación inicial, ya no con la bolsa, sino con la inversión en educación primaria o secundaria, por ejemplo. “De todas las inversiones que se pueden hacer en educación, la educación inicial tiene el retorno más alto”, explica Avitabile.

Los esfuerzos en los primeros años de vida significan que estas personas tendrán mejores oportunidades de estudio, acceso a mejores empleos y evitarán que muchos de ellos caigan en la violencia o el crimen organizado. Se trata, por lo tanto, de una inversión rentable para las personas y para la sociedad.

Desde algunos años se está prestando más atención a este tema. Hay varios ejemplos en la región. En Argentina: un programa del gobierno se está enfocando en la educación en comunidades rurales, incluyendo la educación infantil. Con mejores equipos, infraestructura y capacitación de docentes en las escuelas, los niños reciben también más oportunidades.

Además, para que todas las madres y sus hijos reciban también el seguimiento médico necesario, el programa NACER da servicio médico gratuito a los niños hasta los 6 años y madres que no están asegurados. En Jamaica, por otro lado, un “pasaporte” para el desarrollo infantil permitirá seguir el desarrollo de los niños. Originalmente concebida solamente para la salud, la estrategia consiste en seguir el desarrollo del niño de su primera revisión prenatal hasta la educación preprimaria. El pasaporte cuenta con contribuciones médicas y educativas de profesionales.

En Chile, el sistema “Crece Contigo” monitorea a los niños desde el crecimiento prenatal hasta que ingresen a la escuela a los 5 años de edad. Asimismo, en Ecuador está el programa Creciendo con nuestras guaguas para enseñar a los padres a vigilar los progresos en salud y nutrición hasta los cinco años.