Rolando Kempff, habla de economía naranja y creatividad
Es el flamante presidente de la Cámara Nacional de Comercio (CNC), con título en Economía de la Universidad Mayor de San Andres (UMSA) y estudios avanzados en la Argentina ha encontrado espacio entre sus actividades para dictar conferencias dentro y fuera de Bolivia. Es un apasionado por las letras, ha publicado tres libros sobre procesos de integración y desarrollo y escribe regularmente columnas de opinión para algunos medios de comunicación entre los que se incluye la revista dat0s. Tuvimos la oportunidad de hablar con él sobre los desafíos del sector empresarial; su visión frente a los nuevos tiempos de cambio que soplan en Bolivia y el mundo. Sus mensajes son orientadores en perspectiva con el modelo económico productivo aplicado por el Gobierno, pero además su aporte suma en la valoración del hombre, la economía naranja y el talento.
El país ha ingresado en una dinámica en la que la empresa privada podría comenzar a jugar un rol protagónico con las llamadas Alianzas Público Privado App ¿cree que se podría convertir este tipo de alianzas en un eje dinamizador de la economía en los próximos años? Los empresarios han solicitado al Gobierno la necesidad de hacer un reajuste en el modelo económico, haciendo más atractiva a Bolivia para las inversiones del sector privado. Esta es una de las claves para el desarrollo en economías como Corea, China, Rusia, Paraguay o Chile donde la empresa privada trabaja fehacientemente generando trabajo y desarrollo. En los últimos años hemos visto cómo la potencia de la política fiscal y monetaria se ha perdido, lo que es una señal clara de la necesidad de incluir al sector privado en los esquemas de planificación y diseño de políticas económicas. Estos esquemas, que pueden ser las alianzas entre el sector Público y Privado (App), deben estar en un marco de gobernanza fuerte, con reglas claras sobre los alcances de cada sector y evidentemente determinando también ciertos parámetros de estabilidad fiscal y normativa laboral.
Mucho se habla de estas alianzas y de los compromisos que asuman ambos sectores en varios temas de impacto nacional. ¿Considera que la integración ha sido postergada en varios aspectos y ahora ha llegado el tiempo de impulsar estos acuerdos? Evidentemente, resulta muy importante participar más activamente con el Gobierno, la coyuntura nos ha llevado a entender la realidad. Aunque la burocracia tiene siempre la tentación de creer que con solo el impulso estatal se puede construir un modelo de crecimiento sostenible, la realidad nos ha mostrado que para salir de los ciclos económicos decrecientes a lo largo de toda nuestra historia, es necesaria una vinculación respetuosa entre el sector público y privado.
¿En qué áreas o sectores considera que se deban trabajar estas alianzas y cómo? Debe ser en aquellos sectores donde el sector privado por sí solo no intervendría o le sería muy caro o riesgoso. Los ejemplos a lo largo del mundo son la logística, la innovación, la protección de los derechos de propiedad y en algunos casos, la producción de materias primas o insumos claves para el desarrollo de actividades priorizadas por la sociedad. También las App deberían estar en el sector minero, agrícola y la tecnología y la producción del talento humano.
Usted es un activo impulsor, por ejemplo, de la integración marítima ¿cree que se deberían encontrar nuevas e imaginativas fórmulas de buscar salidas al mar luego de lo que paso en La Haya? Por supuesto, después del fallo de la Corte Internacional de Justicia de La Haya corresponde meditar las acciones a seguir para definir el interés nacional para salir a gravitar hacia el Océano Pacífico y Atlántico como un heartland sudamericano. Bolivia, tierra de contactos, no puede quedar marginada de las grandes corrientes integracionistas y de comunicaciones multimodales. La participación de Bolivia en el proceso de integración de la Cuenca del Plata es fundamental para coadyuvar la salida hacia el Atlántico. Para ello, Bolivia deberá garantizar la libre navegabilidad a través de la Hidrovía Paraguay-Paraná con el Tratado de la Cuenca del Plata. En este marco el Gobierno y los empresarios privados han firmado la alianza “Bolivia hacia el Océano Atlántico” para materializar el nuevo Puerto Busch en corredor Man Césped, Santa Cruz con una inversión de 1.500 millones de dólares.
¿A su juicio cuáles deberían ser estas salidas? Al analizar la integración física y los corredores interoceánicos, vemos que lo más importante es la conexión de la Hidrovía Paraguay-Paraná con Perú y Chile. Bolivia tiene acceso hacia el Océano Pacífico a través de los puertos de Matarani, Ilo, Miguel Grau en Perú por el tratado de 1921. En Chile, los puertos de Arica, Iquique y Antofagasta por el Tratado de 1904.
Por otro lado, además de Ilo y Puerto Busch tenemos otras opciones: La Hidrovía Mamoré-Madeira, por ejemplo, es una opción con gran potencial, no solo para Beni, sino para todo el occidente, ya que a través de esa vía se puede llegar a un mercado importante como es el brasilero, una buena parte de nuestras exportaciones no tradicionales tienen una relación valor agregado – peso muy favorable para pensar en el transporte aéreo. Sin embargo, para dinamizar esto hay que empezar a dotar a los aeropuertos de infraestructura necesaria para el manejo de carga, como son por ejemplo las cadenas de frío.
El empresariado ha comenzado a cambiar de piel. ¿Está usted de acuerdo en trabajar codo a codo con el Gobierno para impulsar verdaderas políticas de Estado que refuercen el concepto de Nación? Siempre hemos sostenido que el empresariado no hace política, pero creemos que es necesario estar incluidos en el diseño de la política económica. Ahora bien, eso se hace desde una perspectiva orgánica e institucional, con una agenda nacional que incluya el desarrollo de todos los sectores. Creemos en la diplomacia empresarial que puede abrir puertas con los países vecinos, en especial después de La Haya.
De aquí a poco tendrán lugar las elecciones en Bolivia ¿Qué recomendaciones les haría usted a los candidatos y en qué temas concretos? La discusión política ha eclipsado el debate económico. Si bien no podemos negar que en los últimos 13 años hubo avances importantes en lo político, social y económico, es claro que este último es uno de los ámbitos en los que menores cambios estructurales hemos visto. La informalidad, la baja calidad del empleo, la falta de productividad, la falta de diversificación e integración con el mundo y la excesiva dependencia de los recursos naturales y el Estado siguen siendo características evidentes del qué hacer económico con la incorporación del sector privado de nuestro país. El gran proceso de acumulación que hemos vivido debería servirnos para lograr esta transformación productiva, y es claro que el ciclo de bonanza que hemos vivido se ha acabado, por lo que estamos en un momento de inflexión en el que las decisiones que tomemos hoy repercutirán en los avances, estancamientos o retrocesos que veamos en los próximos 30 años. Lo más importante es trabajar en un nuevo modelo económico con generación de nuevos recursos, diversificando las exportaciones. Por ejemplo, el litio, el hierro del mutún. Asimismo, poner énfasis en la economía naranja, que es el desarrollo del talento humano.
¿Cuáles son las principales dificultades para el sector empresarial en la actualidad? La sobre regulación que se hace por parte de algunas entidades y mandos medios del Estado, que se apoyan en normas que no responden a la actualidad económica del país. Las normas laborales y tributarias fueron creadas para momentos muy distintos a los de hoy, y esto ha repercutido en una serie de restricciones que evitan que las empresas privadas puedan crecer o incluso subsistir.
Por otro lado, la falta de reglas claras sobre los roles del sector privado y público es también un problema serio. En principio, la idea de un Estado que interviene en sectores estratégicos es algo que habíamos aceptado, ya que es coherente con el desarrollo nacional. Sin embargo, el concepto de “sector estratégico” poco a poco se ha ido extendiendo a sectores donde la empresa privada operaba de forma efectiva y eficiente y ahora tiene que competir de forma asimétrica con el Estado.
¿Cree que el empresariado nacional habla un solo idioma o hay división entre ustedes? Como en toda organización, existe al interior del empresariado visiones e intereses diferentes, además de la posibilidad de expresar estas diferencias, lo que es parte de una sana condición democrática y al final las diferentes opiniones al interior del empresariado terminarán convergiendo con los principios empresariales: Libertad de empresa; Productividad; Desarrollo del Talento Humano; Coordinación adecuada con el Gobierno para aspectos tributarios y salariales.
Qué opina de proyectos como el biodiesel (etanol), las centrales hidroeléctricas Rosita y otras ¿son proyectos necesarios para el país?
Cualquier proyecto que sirva para la creación de empleo, facilite la inversión o mejore las condiciones para la producción es bueno, pero esto debe hacerse en un marco de equidad en las oportunidades y reglas transparentes. A esto último hay que agregarle la necesaria sostenibilidad medio ambiental.
En el mundo son muy importantes los reservorios de agua y energía eléctrica que es la energía renovable del futuro.
En sus columnas de opinión usted habla sobre varios temas actuales desde presupuesto general, difícil y otros ¿Qué es lo que más le preocupa sobre el curso de la economía? Preservar los equilibrios macroeconómicos debería ser una de nuestras principales tareas. Hemos vivido un momento extraordinario, que nos ha permitido acumular reservas, ahorros y recursos en las Afp´s, así como reducciones importantes en la pobreza, en la falta de ocupación y en algunas deficiencias de infraestructura que siempre habíamos tenido. Se debe entender en un momento electoral, donde las presiones y los incentivos políticos empujan en el sentido contrario a mantener una adecuada política en el gasto e inversión pública, que son elementos que repercuten de forma directa en otras variables económicas, como el déficit comercial, déficit fiscal, las reservas internacionales e incremento salarial.