Servicios y comercio salvan del desempleo a los bolivianos, según datos del INE

Por Wálter Vásquez | El Deber
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Foto: EFE

¿Dónde se encuentran empleados los trabajadores del área urbana del país? La mayoría en los sectores de servicios, ventas, construcción y manufacturas, de acuerdo con datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), que representan pautas para empezar a entender la situación del empleo en tiempos de pandemia.

La institución informó que el 30,34% de la población ocupada urbana está en la actividad de los servicios y las ventas; el 22,93% en la construcción y manufacturas; y el 10,14% en la instalación, operación de maquinaria y ensamblaje. El restante 36,59% está distribuido en las categorías trabajadores no calificados, profesionales científicos e intelectuales, técnicos de nivel medio, trabajadores agropecuarios, empleados de oficina, y directivos de la administración pública y empresas.

Las tres primeras categorías tienen cercanía con el sector informal, ya que el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) da cuenta de que en el periodo previo a la crisis sanitaria las cinco principales actividades de los trabajadores informales en Bolivia eran comercio, construcción, transporte y almacenaje, manufacturas, y alojamiento y servicios de comida.

En Bolivia, “el 32% de la población ocupada, solo cerca de 1,3 millones de personas, son dependientes”, por lo que “se podría inferir que la mayoría cuenta con un empleo formal, con beneficios sociales”, consideró el presidente de la Cámara Nacional de Comercio (CNC), Rolando Kempff.

Indicadores necesarios

En tanto, “el restante 68%, unas 2,8 millones de personas, son independientes, cuentapropistas o no tienen un trabajo remunerado”, lo que es “muy tendiente a la informalidad (…). En su mayoría son eventuales y están dedicados a sectores como el comercio y servicios”, apuntó el directivo.

Otro elemento a tomar en cuenta para evaluar la situación del empleo boliviano es la calidad.

Antes del Covid-19, “ocho de cada 10 ocupados en el ámbito urbano tenían un empleo precario y seis de cada 10 un empleo en extremo precario”, afirmó con base en datos del Centro de Estudios para el Desarrollo Laboral y Agrario (Cedla) el investigador laboral Bruno Rojas.
“Y es muy probable que esa situación se haya profundizado con la pandemia”, subrayó.

Un empleo precario es aquel que presenta una o dos de las siguientes condiciones: inestabilidad laboral, ingresos por debajo de lo necesario para cubrir una canasta alimentaria (estimada en Bs 3.100 en 2019) e inseguridad social (aportes para la jubilación).Un empleo muy precario es aquel que posee las tres condiciones.

Este medio solicitó al Ministerio de Trabajo información sobre la calidad del empleo en Bolivia y sobre el mercado laboral informal, pero no recibió respuesta hasta el cierre de esta edición.

Generación de trabajo

La Organización Internacional del Trabajo (OIT) calculó que en 2019 el 84,5% de los trabajadores de Bolivia estaba empleado en el sector informal, un porcentaje -el mayor de América Latina- que no solo incluye a los cuentapropistas, sino también a los asalariados que no tienen seguro de salud ni aportes para la jubilación.

“Los diversos indicadores de informalidad muestran que los niveles en Bolivia sobrepasan a la mayoría de los países de América Latina. En el afán de contar con un círculo virtuoso, el periodo de bonanza económica debería haber promovido una disminución del sector informal, con el crecimiento de las empresas de subsistencia hacia otras de mayor escala y productividad, con más oportunidades de generar mejores empleos. Esto no sucedió”, consideró Beatriz Muriel, directora del Instituto de Estudios Avanzados en Desarrollo.

De acuerdo con Rojas, al momento, no es posible tener un panorama completo del mercado laboral boliviano ni del empleo debido a que el INE no toma en cuenta variables como la calidad de las fuentes de trabajo y el subempleo, los que permitirían entender la actual situación laboral tras los fuertes impactos causados por la crisis sanitaria.

La información difundida por el Gobierno central tiene que ver con la disminución de la desocupación urbana nacional, del 11,6% en julio de 2020 al 5,2% a octubre del año pasado, y de la tasa de desempleo entre las personas de 16 a 28 años de edad, del 19,2 al 7,5% en el mismo periodo.

Distintas autoridades destacan también que la inversión pública de $us 5.015 millones programada para esta gestión tiene como uno de sus principales objetivos la generación de empleo.

Nos obstante, tanto el presidente Luis Arce como el ministro de Economía, Marcelo Montenegro, admiten la necesidad de mejorar el indicador. En este marco, el Jefe de Estado anunció que se implementarán programas para la generación de fuentes de trabajo.

El titular de la CNC explicó que la informalidad no solo tiende a precarizar el empleo, restándole condiciones y características adecuadas, sino que le resta competitividad al mercado laboral y lo distorsiona, bajándole la calidad a la mano de obra.

“La sobrerregulación al sector formal, en ámbitos laborales y tributarios esencialmente, desincentiva su fortalecimiento y expansión en Bolivia. También hace que esa población económicamente activa con necesidad de generar ingresos opte por la actividad informal, en muchos casos promoviendo el comercio de productos que ingresan por contrabando al país, lo cual va en desmedro del sector productivo formal del país”, aseveró Kempff.

Un lugar en la cadena

El elevado nivel de informalidad laboral es un reflejo del grado de expansión económica que tiene Bolivia, mercado que se caracteriza por su bajo desarrollo industrial y tecnológico, sostuvo Rojas.

Así, materias primas bolivianas, como minerales, hidrocarburos y alimentos se exportan para ser industrializados en otros países.

Datos a diciembre de 2021 de la Fundación para el Desarrollo Empresarial indican que el 78,5% de las empresas del Registro de Comercio son unipersonales, el 20,1% son sociedades de responsabilidad limitada; el 1,1% sociedades anónimas y el 0,3% sociedades constituidas en el extranjero.

“Estamos fuertemente condicionados a ser un país productor de materia prima, no solo por decisión de la clase gobernante y las políticas económicas que implementa, sino también por el lugar que ocupa Bolivia en la división internacional del trabajo”, dijo el investigador laboral.

Para empezar a revertir esta situación, Kempff informó que la Cámara Nacional de Comercio ha propuesto trabajar en una agenda público privada que promueva el diseño e implementación de medidas acordes a la necesidad del mercado boliviano y tendientes a generar un adecuado clima de negocios para las actuales inversiones en el país y para incentivar la llegada de nuevos capitales. A tal efecto, presentaron la propuesta de un nuevo sistema regulatorio para el sector formal, el cual debería ser analizado y consensuado para su implementación.

Generación de trabajo

“El sector empresarial privado es y seguirá siendo el motor de la economía nacional y el que genera un índice mayor de empleo formal en el país, por lo que es menester brindarle las mejores condiciones para su expansión y fortalecimiento”, sostuvo.

“Es importante generar certidumbre y confianza en los agentes económicos. La desconfianza reduce el crecimiento y el desarrollo. La inversión, la iniciativa empresarial y el empleo se fortalecen cuando las empresas y el gobierno, los empleadores y trabajadores, los empresarios y consumidores confían mutuamente”, indicó el principal representante de los empresarios del comercio.