AL y el Caribe desafían el cambio climático

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Apuestan por un desarrollo sostenible a través de la reducción de los gases de efecto invernadero

América Latina y el Caribe son zonas altamente vulnerables a los impactos del cambio climático y, aunque en la actualidad su emisión de gases de efecto invernadero se mantiene bajo, comparado con los niveles a escala global, sus demandas de energía crecen a medida que se industrializan y urbanizan.

Es por ello que ambas regiones han decidido tomar cartas en el asunto y apostar por proyectos sostenibles que garanticen un desarrollo respetuoso con el medio ambiente y una transformación económica basada en energías limpias y programas de baja emisión de gases de efecto invernadero. A través de fondos provenientes del CIF, Climate Investment Funds (fondos que aportan números países europeos y EE UU para financiar proyectos eco sostenibles), se están desarrollando 39 proyectos en trece países de América Latina y el Caribe. Juntos suman una inversión de 686 millones de dólares, lo que representa el 27% de los 8.000 millones que el CIF destina a los países en vías de desarrollo.

El dinero se distribuye a través de cinco bancos de desarrollo en todo el mundo. En el caso de América Latina y el Caribe lo hace el Banco Interamericano de Desarrollo que facilita créditos a los gobiernos (a un interés por debajo del 1%) y a las empresas privadas. El objetivo es impulsar programas que promuevan energías limpias, reforestación, prácticas agrícolas respetuosas con el medio ambiente, restauración y preservación de ecosistemas degradados (como la barrera de coral en Jamaica y Haití) y el acceso al agua, entre otros.

Chile participa en el programa, incidiendo en las energías limpias, especialmente en la solar, ya que el reto del gobierno es que para el 2020 se haya contemplado la transformación a las energías renovables.

También el reto de México es parecido: Para el 2024 el 35% de lo que se produce tiene que depender de energías renovables. El país está implicado además en el programa de reforestación del suelo.

En el caso de Colombia, el segundo país del mundo con más conflictos socio-ambientales, el reto es manejar los recursos y apostar por energías más eficientes, un proyecto en el que está embarcado.

En Perú los efectos del cambio climático han obligado a muchas personas a emigrar a otras zonas, motivo por el que está tratando de implantar programas de reforestación, “pese a los muchos intereses económicos en contra”, según el periodista Carlos Muñoz.

Bolivia, Brasil, Honduras, Nicaragua y la región del Caribe abrazan también iniciativas comprometidas con la baja emisión de gases de efecto invernadero.

Durante esta semana más de 200 miembros participantes en las iniciativas del CIF se reúnen en Jamaica dentro del Forum 2014 para compartir experiencias, intercambiar puntos de vista y hacer lo que en inglés es conocido como networking (contactos). La idea es conocer cada año y medio, desde que en el 2008 comenzase la andadura, si los proyectos están llegando a las comunidades de destino y como están funcionando.

Las principales críticas vienen de parte de las comunidades y la iniciativa privada, quienes acusan la lentitud de los proyectos y la falta de coordinación. Así lo ve Bessy Liliana, directora de planificación de Flex Energy Group, que está implicado en el desarrollo de un proyecto piloto de energías renovables y sostenibles en Honduras: “Hay una falta de comunicación entre las comunidades rurales y el CIF. Sobre el papel parece muy bonito, pero a la gente de las comunidades rurales no le llega lo que se está haciendo. La planificación es buena, pero no hay contacto con las comunidades, y además los proyectos avanzan muy lentamente. Tenemos que decir muy claro que el sector privado no puede esperar, está acostumbrado a otros ritmos. Ahora mismo la credibilidad de los fondos está en entredicho”.

Muy diferente es el punto de vista de Shaanti Kapila, encargada de la administración de los fondos del CIF: “La transformación social y el cambio de mentalidad en el modelo de desarrollo que implican estos proyectos no sucede del día a la noche, tarda tiempo y hay que poner muchas partes de acuerdo y vencer resistencias”.

“Los fondos continúan su andadura, con una estrategia de flexibilidad y de adaptación a los retos”, opina Andrea Kutter, coordinadora del programa de reforestación, uno de los asuntos más controvertidos en muchos de los países, del que Brasil, México y Perú participan.

Sin embargo, los 8.000 millones de dólares con los que a nivel global cuenta el fondo no son suficientes, “se necesitan miles de millones más”, pone de relieve Kapila. Y ello se va a traducir en que en el mes de noviembre estos fondos van a dar el paso a los Climate Green Fund (fondos verdes), vinculados a la ONU y con una dotación económica más cuantiosa.