Capturado el narco Chapo Guzmán

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Joaquín El Chapo Guzmán Loera ha sido detenido por autoridades de México en colaboración con las de Estados Unidos. Su captura se conoció por la mañana y el presidente Enrique Peña Nieto la ha confirmado a las dos menos cuarto de la tarde (hora local) a través de Twitter: “Reconozco la labor de las instituciones de seguridad del Estado mexicano, para lograr la aprehensión de Joaquín Guzmán Loera en Mazatlán”. El líder del cártel de Sinaloa, la organización criminal más importante del país, fue capturado con vida en un hotel de esa ciudad sinaloense, en la costa del Pacífico. Peña Nieto, en otro tuit, subrayó la coordinación de todas las entidades nacionales de seguridad en la caída del capo número uno del narcotráfico internacional, el narco de más peso que ha habido, por poder y por la mitología creada a su alrededor, desde los tiempos del colombiano Pablo Escobar.

Pasadas las dos de la tarde, Guzmán fue mostrado ante la prensa en el aeropuerto de México DF mientras lo conducían caminando a un helicóptero de la Policía Federal en el que se lo llevaron a prisión, justo a continuación de que en el propio aeropuerto diese una rueda de prensa el procurador general de la República (fiscal federal), Jesús Murillo Karam. El fiscal informó de que Guzmán fue detenido a las siete menos veinte de la mañana de este sábado junto a un colaborador. Añadió que la detención, anticipada en primicia por la mañana por la agencia AP, la realizó la secretaría de Marina y que en la investigación para dar con él colaboraron agencias de seguridad de Estados Unidos.

Guzmán, con bigote, pantalones de mezclilla y camisa azul claro, tenía el aspecto de un oficinista cualquiera. Su apodo hace referencia a su baja estatura: el Chapo, de chaparro. Uno de los elementos de su leyenda era saber lo bajo que era. Su altura pasa del metro sesenta. Apareció de repente al abrirse las puertas del hangar de aviación de la Marina y lo trasladaron en un recorrido corto hasta el helicóptero, que ya estaba en marcha. El gesto de Guzmán no era alterado pero sí resignado. Cuando alzó el vuelo la máquina, equipada con artillería, despegaron con él y lo flanquearon otros dos helicópteros del Ejército y de la Marina.

El Chapo (Sinaloa, 1957) era uno de los grandes quebraderos de cabeza de la justicia mexicana. Guzmán Loera fue detenido en 1993 en Guatemala y ocho años después, en enero de 2001, escapó de una prisión de alta seguridad del Estado de Jalisco oculto en un cesto de la lavandería. Desde entonces se convirtió en el narcotraficante más conocido del mundo. “Es un genio de los negocios”, dijo sobre su figura Guillermo Valdés, el exdirector del Cisen, el órgano de inteligencia mexicano en una entrevista reciente con EL PAÍS.

El gabinete de seguridad de Enrique Peña Nieto dio a conocer en enero un informe en el que mostraba que las autoridades estaban rastreando el círculo más cercano del narcotraficante. Amigos, familiares, socios y exparejas del Chapo estaban siendo sometidos a vigilancia.

En ese informe se detallaba que el Chapo sufría diabetes y una enfermedad cardiovascular. El cártel que dirige es la organización que más droga es capaz de transportar al otro lado de la frontera de Estados Unidos, el gran mercado que nutre de millones de dólares a la delincuencia organizada mexicana.

La lucha por los pasos fronterizos más relevantes, por el poder territorial sobre las regiones que atraviesan las rutas de la droga hacia EE UU y por las zonas de cultivo entre la organización de Sinaloa y otros carteles que querían disputarle el dominio es uno de los factores más importantes a la hora de contar la enorme espiral de violencia que vivió el país desde que el presidente Felipe Calderón declarase la guerra a los criminales en 2006.

A comienzos de semana, el ejército, la marina y la policía federal desplegaron un gran operativo en Sinaloa y Baja California, al norte del país. Detuvieron a 10 narcotraficantes, entre ellos a Joel Enrique Sandoval, El 19, el supuesto jefe de sicarios de Ismael El MayoZambada, el número 2 del cartel de Sinaloa. Se pensaba que las autoridades estaban cerca de arrestar a este, otro de los grandes capos mexicanos, pero en vez de eso han dado con el pez más gordo. La dirección del cartel, históricamente, está a cargo del Chapo, que cuenta con dos fieles lugartenientes, El Mayo y Juan José Esparragoza, El Azul. Sobre este último apenas hay fotos y se sabe más bien poco de su vida. Esa discrección le ha permitido llevar cerca de cuatro décadas en el negocio de la droga.

El caso del Chapo es atípíco. Una vez que los capos de las organizaciones mexicanas son detenidos, los siguientes en la estructura suelen luchar por hacerse con el control. El mandamás pasa a ser un tigre enjaulado. Joaquín Guzmán, en cambio, se hizo con el control de Sinaloa al fugarse de la cárcel. Su profundo conocimiento del negocio y la violencia que es capaz de emplear con quienes han tratado de meterse en su camino, lo convertían en una pieza clave de la organización. La complejidad operativa de su empresa (transportar droga por varios países) es similar a la de multinacionales como Amazon, que reparte libros por medio mundo.

El de Sinaloa es el cartel más longevo del país. Opera desde principios de los años 80. Los expertos lo atribuyen al componente familiar que domina la estructura. Se entiende una mayor lealtad entre criminales si corre la misma sangre en las venas. De una forma u otra, los grandes narcotraficantes de esa región mexicana están emparentados entre sí.

Joaquín Guzmán Loera ya estuvo en prisión por delitos de homicidio, contra la salud, delincuencia organizada, acopio de armas y tráfico de drogas. Durante su tiempo en la cárcel gozó de privilegios como alcohol, drogas y la comida que se le antojase. Su fuga reveló los problemas de seguridad del Gobierno. Su captura supone un golpe tremendo al cartel más poderoso del país.

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