Cómo cambió la relación de Brasil con el resto de América Latina desde el arribo de Bolsonaro
La llegada de Jair Bolsonaro a la presidencia de Brasil supuso por sí sola un cambio importante para América Latina: un político de extrema derecha tomó el timón del mayor país de la región.
Al asumir el cargo el 1º de enero, Bolsonaro no sólo prometió un viraje sustancial a nivel doméstico, sino también “retirar el sesgo ideológico de (las) relaciones internacionales” de Brasil.
Esa era una clara referencia a las alianzas que el país construyó con otras naciones durante 13 años de gobiernos del izquierdista Partido de los Trabajadores (PT), hasta la destitución de la presidenta Dilma Rousseff en un juicio político en 2016.
En sus seis meses de gobierno que se cumplen este lunes, Bolsonaro ha mudado la política exterior de Brasil en varios frentes, por ejemplo al alinearse con su homólogo derechista de Estados Unidos, Donald Trump, y con el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, o al renunciar al liderazgo de su país en la lucha contra el cambio climático.
Al mismo tiempo, Brasil comenzó a revisar la red diplomática tejida por los gobiernos del PT con países en vías de desarrollo para aumentar su influencia global, y ya anunció el cierre de cinco embajadas en el Caribe.
Pero a nivel de relaciones regionales, Brasil ha tenido quizás menos giros vertiginosos que lo anticipado por muchos.
“En estos primeros seis meses de gobierno, la práctica diplomática de Bolsonaro para América Latina no fue un cambio tan radical como podíamos esperar si veíamos sólo su discurso“, dice Maurício Santoro, profesor de relaciones internacionales en la Universidad del Estado de Río de Janeiro (UERJ), a BBC Mundo.
Sin embargo, hay al menos tres cambios significativos en el vínculo del gigante sudamericano con sus vecinos.
1. Otro Mercosur
La presidencia de Bolsonaro arrojó inicialmente un manto de incertidumbre sobre el futuro del Mercosur, el bloque comercial que Brasil integra con Argentina, Uruguay y Paraguay.
Bolsonaro solía ver al Mercosur como un club político durante los gobiernos del PT. Su ministro de Hacienda, Paulo Guedes, llegó a decir que el bloque no sería “prioridad” del nuevo gobierno.
En la práctica, el presidente brasileño ha buscado modificar el Mercosur para ganar flexibilidad y acordó revisar el arancel externo común del bloque con su par de Argentina, Mauricio Macri, de centro derecha.
Pero el mayor cambio para el Mercosur ocurrió el viernes, cuando cerró un acuerdo histórico de libre comercio con la Unión Europea tras 20 años de negociaciones, con el impulso final de Brasil.
Esto aumenta la relevancia global del Mercosur y muestra a Bolsonaro el valor práctico de la integración regional, que le dio mayor capacidad negociadora con Europa en tiempos de incertidumbre global y la guerra comercial de EE.UU. con China.
El propio Bolsonaro dijo el fin de semana que el tratado del Mercosur con la UE -que aún requiere aprobación parlamentaria- puede generar una “operación dominó” que despierte el interés de otras naciones para buscar pactos comerciales con Brasil.
“Es el acuerdo diplomático más importante que ha negociado Brasil en muchos años y va a cambiar un poco la posición del gobierno brasileño con relación al Mercosur y a otros países de América Latina”, señala Santoro.
2. Tensión con Venezuela
El país de Latinoamérica donde se refleja más claramente la virada de Brasil de izquierda a derecha es Venezuela.
En la década pasada, la relación del entonces presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva con su par venezolano Hugo Chávez fue eje de la “marea rosa” que tuvo la región con varios gobiernos de izquierda.
Pero el distanciamiento de Brasilia con el heredero de Chávez, Nicolás Maduro, iniciado por el sucesor de Rousseff, Michel Temer, se ha profundizado bajo la presidencia de Bolsonaro.
“Cuando pensamos la relación de Brasil con Venezuela sin dudas es donde más cambiamos, no sólo en la retórica sino con acciones concretas“, dice Paulo Velasco, profesor de relaciones internacionales en la Fundación Getulio Vargas, una universidad brasileña de élite.
Ante la enorme crisis institucional y económica de Venezuela, Bolsonaro reconoció como presidente de ese país al líder opositor Juan Guaidó y el mes pasado recibió las cartas credenciales de su embajadora, María Belandria.
Además, al igual que Colombia, Brasil procuró facilitar en febrero el envío de ayuda humanitaria a Venezuela por su frontera bilateral contra la voluntad de Maduro, que bloqueó el ingreso.
Sin apoyarla expresamente, Bolsonaro ha llegado a insinuar la posibilidad de una acción armada en Venezuela: “cuando se acaba la saliva, entra la pólvora, y no queremos eso”, dijo en mayo.
“Vemos un Brasil mucho más ajustado a lo que son las posiciones no sólo de los países de derecha sino de EE.UU.”, dice Velasco a BBC Mundo.
3. El golpe de gracia a la Unasur
Tras recibir la presidencia temporal de la Unión de Naciones Sudamericanas (Unasur), Brasil oficializó en abril su salida de ese foro regional.
Establecida en 2008 en Brasilia con el apoyo clave de Lula y Chávez, la Unasur arrastraba una crisis que le impedía elegir a su secretario general desde 2017. Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Paraguay y Perú suspendieron su participación en ella el año pasado.
“Lo que Bolsonaro hizo fue dar el último golpe a la Unasur, diciendo que no quiere eso, que es un proyecto de izquierda”, explica Santoro.
En cambio, Bolsonaro apoyó la creación del Foro para el Progreso de América del Sur (Prosur) con la participación de los demás países que habían dejado la Unasur más Ecuador, que la abandonó este año..
Prosur es una iniciativa de Chile y Colombia, con mayoría de miembros de derecha y la ausencia de gobiernos de izquierda como los de Uruguay, Bolivia y Venezuela.
El interés de Bolsonaro en apoyar el giro a la derecha de la región se ha visto también en sus advertencias a los votantes argentinos contra el regreso de Cristina Fernández de Kirchner al poder.
Si Kirchner, candidata a la vicepresidencia argentina, ganara las elecciones de octubre con la fórmula que encabeza Alberto Fernández, comenzaría una prueba crucial para la relación de ese país con Brasil y para el futuro del Mercosur.
Pero los expertos notan que el apoyo de Brasil a una idea ajena como Prosur o a las iniciativas del Grupo de Lima contra Maduro sugieren también una falta de vocación protagónica de Bolsonaro en la región, aunque su gobierno recién comienza.
“Llama mucho la atención”, dice Velasco, “que veamos a un Brasil más a remolque de los demás que lanzando las iniciativas como siempre ha sido”.