Cómo el asesinato de un candidato cambió el rumbo de los comicios presidenciales en Ecuador
El 9 de agosto era el último día en que, por ley, se podían publicar sondeos de los candidatos presidenciales en Ecuador. Ese día, a la salida de un mitin político, mataron a Fernando Villavicencio y esquemas, encuestas y resultados cambiaron completamente.
Los analistas y encuestadoras antes de esa fecha posicionaban en primer lugar a Luisa González (Revolución Ciudadana, RC), quien finalmente logró este puesto con un 33,28 % de los votos en la primera vuelta de este domingo, apoyada por el voto fuerte de RC, que suele ser de entre 30 y 35 %.
Pero en ningún escenario aparecían dos nombres: Christian Zurita y Daniel Noboa.
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El primero ni siquiera era candidato, pero saltó a la palestra a la fuerza a siete días de las elecciones para suplir a Villavicencio y se posicionó en tercer lugar.
Noboa era séptimo en los sondeos con un 4 % de los votos y este domingo fue la sorpresa obteniendo un segundo lugar con un 23,68 % de apoyo. De no figurar pasa a batirse con González por la presidencia el próximo 15 de octubre.
Junto a la circunstancia sobrevenida del asesinato de Villavicencio, los analistas señalan otro evento, este sí previsto, que cambió el voto en Ecuador: el debate obligatorio entre los candidatos.
Ambos hechos, junto a lo que Sol Borja, editora política de GK, denomina el “voto silencioso, que no se toma en cuenta y tiene que ver con emociones como el miedo, la ira o el enojo”, confluyeron para dar los resultados electorales de este domingo.
El “voto luto”
Los ecuatorianos se encontraron en la papeleta de votación la cara de Villavicencio. No dio tiempo a hacer el cambio. Y, si antes de su muerte, aparecía como cuarta o quinta opción en las encuestas con un 8 % de apoyo, su voto lo capitalizó Zurita y aumentó al doble, un 16,51 %.
Queda fuera de la carrera presidencial, pero la alianza que aupaba a ambos ha irrumpido como segunda fuerza política en la votación a la Asamblea Nacional, también celebrada este domingo.
Si en elecciones suele hablarse de voto útil o voto castigo, en esta ocasión puede hablarse de “voto luto” y en la redes sociales fueron muchos los que expresaron que su voto iría a Villavicencio “como homenaje”.
“Mi voto lleva lágrimas y lleva también el anhelo de que la sangre de Fernando Villavicencio no haya sido en vano”, escribió Santiago Becdach, abogado y político.
“Una lectura es que los votos de Villavicencio se trasladaron a Christian Zurita. Había un grupo de indecisos que vio en Zurita una forma de respuesta, de adhesión al crimen de Villavicencio”, cuenta a BBC Mundo Santiago Basabe, profesor de Ciencia Política de FLAGSO y director de la Asociación Ecuatoriana de Ciencia Política.
La politóloga y consultora política Gabriella Guerrero explica que los resultados de las elecciones “dejan ver que la muerte de Villavicencio movió las fichas en el juego haciendo dos cosas: una es el que haya una alta votación de la ciudadanía en rechazo a lo sucedido y por eso Zurita alcanza una votación alta”.
La otra, sostiene Guerrero, es que cambió el interés de la ciudadanía por las elecciones.
“Es tan fuerte la noticia que, quizá más que nunca, hace que la gente esté muy pendiente del debate. Ya en sí la muerte de Villavicencio marca un antes y un después en la historia del país; pero a su vez mueve completamente las fichas en el tablero al presentarse los candidatos en el debate”.
Y aquí es donde llegamos al segundo punto, la importancia que tuvo para los candidatos su presencia o no en el debate presidencial.
Un imprevisto para el CNE
En la ley electoral ecuatoriana está previsto un debate que es obligatorio para todos los candidatos a la presidencia.
El problema es que la ley no contempla qué hacer en un escenario como el que había el 13 de agosto, día del debate: un candidato muerto y otro que recién lo sustituye pero que no tiene una candidatura oficializada.
El Consejo Nacional Electoral (CNE) de Ecuador no permitió poner una imagen de Villavicencio en el espacio que le correspondía en el debate y tampoco Christian Zurita participó en el debate porque el ente electoral no oficializó su candidatura hasta 3 días después, el 16 de agosto.
“Después de ver el debate presidencial llego a la conclusión de que el CNE continuó la tarea de los sicarios: silenciar a Fernando Villavicencio. #SinFernandoNoHayDebate”, se quejó Zurita en la red social X, antes conocida como Twitter.
Así, todos los candidatos en la contienda, salvo uno, debatieron en la televisión pública.
Para Guerrero no fue determinante que Zurita, periodista de profesión y hasta entonces una figura apenas visible, no participara en el debate. En cambio, sí jugó a su favor la visibilidad de Villavicencio, que le dio un terreno previo abonado.
“Tiene mucho que ver con la lucha de Villavicencio, que hizo un excelente trabajo en temas de investigación y anti corrupción. Probablemente las personas saben que Zurita no necesariamente es Villavicencio; pero confían en que su equipo podrá hacer un buen trabajo ahora desde el legislativo donde su voto tiene un peso fuerte y se genera ese sentimiento de confianza”, explica Guerrero.
Y esto le ha dado rédito electoral, especialmente en la Asamblea Nacional, donde la alianza de partidos que aupaba la candidatura de Villavicencio fue la segunda fuerza con un 21,74 % de los apoyos.
En cambio, la candidata de Revolución Ciudadana, Luisa González, no salió beneficiada del debate ni por el deceso.
“Ha habido una carga de la narrativa enfocada en que el correísmo tiene algo de responsabilidad en la muerte de Villavicencio. Es difícil que pueda tener sustento, pero es bastante útil en campaña”, explicaba hacia el final de la campaña Sol Borja.
Pero no solo la narrativa afeó al correísmo, explica, sino que el debate no favoreció a González porque “no logró encarnar una respuesta de qué hará ella más allá de la imagen de Rafael Correa. Y el contexto actual ya no es el que había cuando gobernó el correísmo”.
Una subida exponencial
Si quieren saber cómo pasar de ser casi el último de la fila a posicionarse en segundo lugar y entrar en la contienda por el sillón de Corondelet, pregúntele a Noboa y su desempeño en el debate presidencial el 13 de agosto, a 7 días de la votación.
“El crecimiento de Noboa fue exponencial y se da a partir de ese día. Es un punto de quiebre definitivo”, sostiene Basabe.
“El debate termina siendo un momento crucial en la decisión final y sí, termina restando el voto a otros candidatos. Y sumando a Noboa. Antes de la muerte de Villavicencio y el propio debate, Noboa se encontraba prácticamente séptimo”, dice Guerrero.
¿Qué hizo la diferencia?
“Mantenerse sereno al responder, hacerlo de un modo inteligente y preparado y, efectivamente, responder las preguntas, cosa que otros candidatos usaron para denotar lo que hizo mal otro candidato. Pero además, no atacó a nadie y se limitó a responder”, enumera Guerrero.
Y, sin necesidad de decir una sola palabra, expuso en pantalla la realidad del país: llegó al debate con un chaleco antibalas puesto bajo su chaqueta.
Para Guerrero, la opinión ciudadana en general es que “Noboa está preparado para el cargo y eso agrada y convence”.
Para Basabe, que nos remite a un análisis suyo escrito en el portal de noticias Primicias, la llegada de Noboa a la segunda vuelta deja una lectura del Ecuador de hoy: “Podría ser un indicio más de que el sistema político está en crisis y ante ello la respuesta del elector fue inclinarse por alguien relativamente nuevo en la vida pública y con un discurso conciliador”.